Una alternativa superadora sería llegar a fin de mes. Habría que evaluarla: https://t.co/5xDghnenGd
— La Corriente K (@lacorrientek) March 17, 2022
Hace un par de días decíamos en ésta entrada que las diferencias internas en el "Frente de Todos" eran más profundas que las puras ambiciones personales, o los posicionamientos frente a los temas de la coyuntura. Y que preexistían a la conformación de la coalición y no fueron saldadas, porque nunca se habilitaron los canales para eso; de allí que no extrañe que hoy asomen con toda crudeza. Sin que esto signifique que sean insalvables, o que no se puedan armonizar en busca de objetivos comunes, que excedan ganar una elección.
Y lo que está pasando en estos días con la creciente inflación (en especial en alimentos y bebidas) que erosiona los ingresos de los sectores populares (trabajadores, jubilados), y las medidas que el gobierno debería tomar al respecto, son una buena muestra de eso.
En la imaginación de un sector del oficialismo (mediático, de las redes sociales) el fracaso de la anunciada expropiación de Vicentín tuvo más que ver con la "propuesta superadora" que en su momento presentó Omar Perotti al gobierno nacional, que con la reculada de Alberto por las manifestaciones en contra de cuatro boludos con un Duna, en lugares y con gente que jamás nos votarían, bajo ninguna circunstancia. A la derecha del blog en la etiqueta respectiva están los posteos del blog sobre el tema para el que le interesen, y verán que la cosa es más compleja, y toda propuesta (incluida la de Perotti) que no significara validar el vaciamiento de los Nardelli y Padoán en perjuicio de sus acreedores estaba destinada al fracaso, por las complicidades con que estos cuentan en el aparato judicial que tramita el concurso.
Por si eso fuera poco, no olvidemos que -siempre en el contexto del proceso inflacionario que vive el país- hace unas semanas el gobierno anunció que "analizaba" crear una empresa estatal de alimentos; anuncio que, como tantos en ésta gestión, se diluyó sin que supiéramos por qué, y sin que mediara ninguna "propuesta superadora" de Perotti. Más aun, esta vez ni siquiera marchas en contra hubo: otra vez, nos remitimos a lo dicho en su momento sobre las diferentes visiones políticas que conviven en el "Frente de Todos".
Ahora el gobierno anunció hace casi una semana el cierre del registro de las exportaciones de harina y aceite de soja, y cuando todo indicaba que habría un aumento de las retenciones de ambas cosas, hasta acá no se ha producido, como tampoco en ningún rubro exportable. Y si tuviéramos que apostar. diríamos que no se producirá por las razones antes expuestas, que hacen a la dinámica política de éste gobierno, por las convicciones del presidente y el núcleo duro que lo asiste en la toma (o no) de decisiones.
El año pasado y a propósito de idéntica medida (el cierre de exportaciones) para la carne, análizabamos en ésta entrada la medida y éramos escépticos respecto a su eficacia para evitar los aumentos, cosa en la que nos remitimos a los resultados por todos conocidos. También repasábamos en el posteo la complejidad que la cuestión presentaba para aquellas provincias como Santa Fe, en que la producción agropecuaria y los rubros industriales derivadas de ella son parte esencial de su economía; como sucede con los biocombustibles (asunto tratado en su momento acá) y con el polo aceitero.
Con el 80 % de las plantas de industrialización de granos y oleaginosas del país en Santa Fe, pedirle a Perotti que no plantee su preocupación por el cierre de esos dos rubros de exportaciones, sería como pedirle al gobernador de San Juan o el de Catamarca que no se interesen por la actividad minera. También es cierto que, como dice Perotti, un cierre de exportaciones (porque insistimos, hasta acá es la única medida que hay, no existe aumento de retenciones a nada) de rubros industrializados que agregan valor fomenta la reprimarización de la economía y afecta el balance de divisas que el país necesita, no solo para pagarle al FMI o los acreedores privados, sino para crecer y sostener ese crecimiento.
Pero las cosas son más complejas que eso que plantea el gobernador, que al reunirse ayer con el presidente planteó una serie de estímulos para incrementar la producción de trigo, que permita atender la demanda internacional creciente que generará el conflicto en Ucrania. Una mayor producción de algo (tanto destinado al mercado interno, como el exterior) no depende tanto de los estímulos que se puedan plantear desde las políticas públicas (básicamente, rebajas o exenciones de impuestos, créditos blandos a tasa preferencial, subsidios), sino de la demanda de lo que se produce.
Y en un contexto de alza de los precios internacionales de los alimentos que se viene verificando hace meses, y con una demanda que se dispararía por menor disponibilidad de recursos provenientes de los países envueltos en la guerra (como es el caso del trigo), no son necesarios mayores estímulos; ni tampoco está comprobado que una mayor producción redunde en menores precios para el consumo interno, si no se adoptan otras medidas. Como por ejemplo fijar retenciones altas e incluso móviles, algo que el ministro Guzmán acaba de descartar en el Congreso para el caso del trigo, el maíz, el girasol o la soja, productos todos que inciden -de modo directo e indirecto, por rentabilidades comparativas- mucho más en la inflación doméstica y la accesibilidad a bienes esenciales, que la harina o el aceite de soja, cuyas exportaciones se cerraron.
Los "estímulos" en todo caso (como los que plantea Perotti para el trigo) más que aumentar la producción (lo que terminan haciendo, pero de un modo indirecto), lo que provocan es reducir los costos de la producción, y aumentar en consecuencia los niveles de rentabilidad de los productores y exportadores; que son ya, en éste momento, colosales en dólares, precisamente por el contexto internacional descripto.
El problema de la necesidad de divisas que bien señala Perotti no es indisociable del problema del consumo interno, y ambos son dos facetas del mismo problema: la definición de un modelo de desarrollo productivo con inclusión social y redistribución del ingreso, que no es ni más ni menos que el dilema original al que se enfrentó el primer peronismo; con alineamientos sociales que permanecen más o menos estables desde entonces, aun con todo el tiempo transcurrido. Si se los disocia, ocurre lo que bien señalaba Jauretche, cuando decía que denominaban "sobrantes de exportación" a lo que en realidad eran "faltantes del consumo interno".
Como se ve, estas cuestiones económicas se reconducen rápidamente en políticas, pues saldadas (al interior del oficialismo o fuera de él) las disputas sobre el modelo económico y social a seguir, es necesario -en democracia- legitimarlo políticamente, para lo cual hay que ganar elecciones. Y si bien se puede conceder (y en parte en base a eso plantea Perotti lo que plantea) que hay electorados que cuidar no repitiendo errores del conflicto del 2008 (algo parecido le sucede a Kicillof con el interior agrario bonaerense), hay un electorado que nunca se debe abandonar, aunque nos haya abandonado el año pasado, y precisamente por eso: perdimos millones de votos -entre otras razones- porque el crecimiento económico o las vacunas no sirvieron de nada, si hay gente que hace malabares para llegar a fin de mes, y los precios de la comida son inaccesibles para los ingresos del trabajador promedio, o de un jubilado.
De allí que sin discutir la necesidad de exportar más, agregar valor y sumar divisas necesarias para el país, no hay -no debería haber- prioridad mayor para el gobierno (en especial si es un gobierno que llegó al poder en nombre del peronismo) que hacer lo que haya que hacer para cuidar el bolsillo de los trabajadores y los más golpeados por la crisis; aunque haciéndolo se afecten intereses poderosos.
Máxime cuando no estamos hablando de lujos asiáticos ni consumos innecesarios o derroches, sino simplemente de poder llegar a fin de mes, comiendo todos los días. Porque eso es, ni más ni menos, lo que se está haciendo difícil en la Argentina en estos días, y de lo que todos deberíamos estar hablando y mejor que hablar, viendo como se puede empezar a resolver ya, ayer. A menos que queramos volver a perder en la próxima elección.
2 comentarios:
De 2019 a 2021 perdiste 6 millones de votos. Pero a Fernandez y su entorno no les sonó la alarma.
Ahora andan preocupados por discutir con Lanata sobre las pronunciaciones en otro idioma. Un tema relevante.
Mientras tanto, el pan está a $250 el kilo y él kilo de carne a $1.000. ¿Gobierno peronista con comida cara, inaccesible?
Dicen que van a empezar la guerra contra la inflación.
Mejor que decir es hacer. Mejor que prometer es realizar.
El Colo.
The forcé correlation
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