Hace ¿cuánto, semanas?, la cadena nacional de la gente linda -como le gusta decir a Gerardo- repicaba las 24 horas del día con "el inocultable giro a la derecha" del gobierno de Cristina: que el tarifazo, que el ajuste griego, que la represión a la protesta social, que la ley antiterrorista, que la pelea con Moyano, que el Famatina, que esto y que lo otro.
Por entonces nosotros nos preguntábamos acá si se podía hacer periodismo prescindiendo de los hechos, porque los títulos catástrofe del supuesto giro a la derecha del kirchnerismo no tenían anclaje visible en medidas o decisiones concretas del gobierno de Cristina, que dieran credibilidad al análisis.
En el mismo sentido, en la previa del anuncio de Cristina de enviar al Congreso el proyecto de expropiación de YPF, decíamos acá (compartiendo un muy buen análisis de Barricada) que el fallido del jueves previo (cuando Clarín echó a rodar que el proyecto ya había entrado al Congreso) "desnudó una vez más -y van- la poca seriedad de ese mismo dispositivo mediático cuando trata de desentrañar por donde van las iniciativas políticas del kirchnerismo, o cuando presume (para reforzar la credibilidad de su discurso político cuando cuestiona al gobierno) de contar con fuentes confiables en las más altas esferas del poder....".
Un recurso berreta -mas cuando se hace abuso de él- que persigue un doble propósito: demostrar que los medios siguen teniendo control sobre la agenda política y le pueden marcar el rumbo y los tiempos al gobierno por un lado, o por el otro, al anunciar cosas que luego no se concretan, mostrar a un gobierno débil, que a la primera contrariedad da marcha atrás en sus decisiones.
Además claro de operar hacia el interior del kirchnerismo, donde advierten que -en forma cada vez más creciente ante el desconcierto opositor- se libra la disputa política importante hacia el futuro.
Esta nota de Leonrado Míndez en Clarín de hoy va en la misma dirección: borrando con el codo todo lo escrito hasta ayer, ahora el asunto es demostrar que el péndulo kirchnerista gira a la izquierda, que el gobierno se radicaliza (la famosa "chavización") y supuestamente contarles a los lectores la cocina del poder: quienes tienen influencia sobre Cristina, quienes llegan a ella, y hasta supuestas conversaciones textuales que demuestran esa influencia.
¿Alguien en su sano juicio puede creer que cualquier funcionario influyente dentro del gobierno, o con algún cargo importante, le va a contar a Míndez, o a Mariano Obarrio de La Nación, o a Pagni o a Morales Solá sus diálogos reservados con la presidenta sobre cuestiones espinosas de gobierno?
Parece que no tomaron nota que ya no están Alberto Fernández o Sergio Massa en el gobierno, y cuáles son justamente las razones por las que no están.
Pero el asunto es otro, y es meter miedo; ayer porque se venía el ajuste griego, hoy porque se viene el comunismo, y hay que guardar las escrituras; sin detenerse a pensar en que a veces incluso se usan los mismos hechos, para decir cosas diferentes.
Y que los lectores no se olviden que, si quieren saber como va a venir la mano para anticipar en que anda el kirchnerismo, tienen que ir a las páginas de Clarín o La Nación.
Cuando si algo se aprendió desde el 2003 para acá de la relación entre el poder político y los medios, es exactamente lo contrario.
1 comentario:
No se olvide que desde 2008 se viene conformando el movimiento troskoclarinliliprobinnerista en su rama más extrema del maoruralismo. Así que si ellos dicen que se giró a la derecha es porque es así...
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