30.000 DESAPARECIDOS

De canallas, resentidos y tumbas

                                                                                                                  Por Elabas Ave

Un amigo y compañero me pidió opinión sobre la aparición del libro de Reato (“Viva la sangre”) y sus apologetas. 

Aquí estoy, al alba, sentado ante una pantalla, con un teclado de PC y tratando de repensar tiempos vividos, compartidos y sufridos en la adolescencia.

A los jóvenes les puedo decir que lo ocurrido en la segunda mitad de los ´70, no fue una anécdota que se puede reducir a números, a ver quién tiene la justa y a sí están faltando 10.000, 20.000 o 30.000 almas. Porque la falta de una de ellas, de alguien que estimé mucho, de sonrisa nostálgica rodeada de muñecos, ya me es suficiente como para tener el sentimiento que tengo, respecto al plan de exterminio

Ustedes jóvenes, con otra historia detrás, me hacen acordar mucho a nosotros, que con acné espiritual y físico, éramos capaces de defender nuestras utopías hasta donde fuera necesario. Sabíamos que salir a pintar una pared en la calle, pegar una oblea en la escuela o universidad o poner una volantera con espiral, podía significar la cárcel y la tortura, en el mejor de los casos. Y lo aceptábamos como un destino necesario por la hora vivida. Era la nueva resistencia.

Y en tiempo de conmemoración de la noche de los lápices, me veo y veo a Froilán, Grisell, Ana María, Patricia, Darío, Pollo, Raúl, Esteban, Angel, Omar, Viviana, Mila, Luciano, Rubén, María Rosa, Cecilia, Samurai, Aldo, Claudia…y a tantos otros algunos de los cuales ni sus nombres ni sus caras recuerdo, así como a quienes conocí siendo más grandes y con apuestas concretas diferentes. Algunos estamos, otros ya no.

Ahora vienen los paladines de “la verdad histórica” que no intentan otra cosa que atacar a este gobierno nacional y popular, en uno de sus puntos que más lo enaltece. Porque han instalado la palabra “relato” para significar que sus luchas, reivindicaciones y políticas son una mentira. Y para ello no trepidan en utilizar cualquier estratagema y llegan al colmo de describir la política genocida, con un mas o menos:”no fue para tanto”.

Reato y relato. Sostiene que la historia contada ha sido fabricada. Me vienen muchas palabras a la mente, son malas y con el mismo significado. Sólo les puedo decir que él y los canallas de Leuco, Castro y Sachetto no pasarán nunca a la historia, más que como cómplices del círculo rojo de Macri que, entre otras cosas, es el mismo que puso en acto al Proceso de Reorganización Nacional, o sea a la última y sangrienta dictadura.

Y, qué decir de Graciela Fernández? En modo alguno se puede descalificarla por su edad, eso es atentar contra quienes llegan a los últimos años con amor, inteligencia e ideales firmes. Por eso detesto la frase “vieja de mierda”, que me hace acordar a “negros de mierda”. En mi opinión, el resentimiento de verse desplazada por sus propias culpas, por su triste papel político y por compartir espacios físicos con quienes reivindican la salvaje represión exterminadora, la llevan a manifestarse comprensiva hasta con Videla, sosteniendo que bajar los cuadros fue agresivo.

Referirme a los periodistas, a sueldo por dos monedas de cobre, tampoco tiene mucha tela para cortar. Ya todos conocemos su escaso nivel intelectual y formativo, que ponen al servicio de los factores de poder, erigiéndose en fiscales de la república y descubridores de la verdad, que no es otra que “la verdad” de quienes le pagan para difundirla.

En fin, es importante el número? Para nada. Ya todos sabemos lo que pasó y en mi idea son muchos más de lo que alude Reato, pero ello no tiene importancia. Sí debemos tener en cuenta que lo que intentan es torcer la historia y hasta justificar los hechos, por más que la disfracen como que fue trágica, que suena a descripción literaria para referirse a la masacre.

Y termino con ustedes jóvenes. Si quieren rendir algún homenaje a quienes dieron sus vidas por este presente, sigan militando con formación.                     

No se puede aplicar lo que no se conoce. Es necesario, además de tener firmes convicciones, saber que ellas tienen un contenido que se debe sostener con sólidos fundamentos, para que, precisamente, no se desvanezcan como arena seca.