A esta altura de los acontecimientos, decir que uno de los principales soportes de la tranquilidad con que el macrismo desplegó sus políticas sobre los sectores populares fue la peor conducción de la CGT de la que se tenga memoria, es casi una obviedad.
Tanto como apuntar que esa conducción hizo una lectura política equivocada del resultado de la elección presidencial del 2015, compartida con buena parte de la dirigencia del PJ: según esa lectura, el kirchnerismo era cosa del pasado, una excepcionalidad que no volvería a repetirse, y Cristina ingresaba en el ocaso político, si es que no terminaba directamente presa.
En ese marco, imaginaban un "post kirchnerismo" con un peronismo más horizontalizado y con el posible liderazgo emergente de Sergio Massa (como ven, todos puntos en común con la lectura que de la misma situación hizo el macrismo), donde "la columna vertebral" pasaría a tener un lugar protagónico en la toma de decisiones, del que había sido alejada durante el gobierno de Cristina.
También pensaban (como buena parte de la dirigencia del PJ) que podían entenderse "dialogando" con el gobierno de Macri, sobre la base de que éste respetaría ciertos límites (no avanzando por ejemplo sobre la legislación sindical, las obras sociales y ciertos aspectos de los convenios colectivos de trabajo); y a cambio de su benevolencia o apoyo, encararía ciertas reformas "dolorosas, pero necesarias", absorbiendo el costo político de llevarlas a cabo.
La enorme distancia que medió entre esa percepción y la realidad concreta del gobierno de "Cambiemos", dice bastante de la perspicacia política de una dirigencia a la que parece calzarle como anillo al dedo aquello de Perón de que el sindicalismo sería "la columna vertebral del movimiento, pero no la cabeza".
Desde luego que tampoco es la primera vez que dentro del movimiento obrero organizado de extracción peronista hay una líneaa "dialoguista" que trata de evitar por todos los medios llegar al conflicto, y cree que siempre es posible obtener concesiones negociando con el poder o el capital (que hoy están unificados), y por supuesto que nunca se planteó el sindicalismo peronista una visión anti-sistema, y una praxis tendiente a terminar con el capitalismo; nadie cuestiona eso.
El asunto es que la mediocridad ostensible de esa dirigencia en términos estrictamente sindicales (es decir, midiendo su desempeño desde su capacidad para representar eficazmente los intereses de sus propias bases), se suma lo ya dicho respecto a su escasísima estatura política, y al parecer, una absoluta miopía parta comprender como funciona el modelo económico en curso en el país; yerro fundamental si los hay, cuando uno es un dirigente que en ese marco debe dar la pelea por intereses y derechos bien concretos: eso significaría que ignora cuestiones elementales de su metier específico.
En efecto, solo desde una absoluta miopía se puede sostener -como acaba de decir Héctor Daer de la CGT- que "nadie" pensaba que gobierno iba a chocar la calesita de la economía, como la chocó; y menos sustentar su sentencia (como lo hace Daer) en el consenso mayoritario o unánime de los economistas estrellas de la city y los medios: como diría Jauretche, el secretario general de la CGT fue a comprar, con el manual del almacenero.
O dicho de otro modo, para Daer el vasto conjunto de economistas heterodoxos que vienen advirtiendo los límites y los riesgos del modelo de valorización financiera, endeudamiento y extracción de excedente social para la fuga de capitales que implica el macrismo, desde antes incluso que Macri asumiera, son "nadie", no existen. O peor aún ¿no vio acaso Daer el debate de Macri con Scioli, antes del balotaje?
Si ya era bastante nabo suponer que un gobierno de CEO's empresarios iba a hacer otra cosa en caso de llegar al poder, que declararle la guerra al salario y los derechos laborales, pensar que por esa vía y con ese modelo no la iban a terminar estrellando desacredita por completo al que enuncia, por imbécil o por cómplice, o las dos cosas juntas.
Más allá de la necesidad de sumar a sectores del sindicalismo en la conformación de un polo opositor al macrismo, y de los "arrepentimientos" y "convocatorias a la unidad amplia" de última hora, y aun cuando se hiciera abstracción de las agachadas y claudicaciones cegetistas de estos tres años, a la hora de definir una coalición y un programa para ofrecerle una salida al pueblo argentino, la opinión de ciertos personajes (como éste) debería valer exactamente por lo que pesa: nada.
1 comentario:
La verdad, no sé si a ustedes les pasa algo parecido, pero empezar el año con la opinión de semejante luminaria es una invitación al suicidio o, por lo menos, al vómito.... no sé, a cosos como éste habría que ponerlos en zona de axclusión, por tóxicos y estúpidos... son absolutamente prescindibles para lo que se viene
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