LA FRASE

"YO NO PROMOCIONÉ LOS PESOS ARGENTINOS, LOS DIFUNDÍ." (SCOTT BESSENT)

lunes, 6 de octubre de 2025

CÍRCULO VICIOSO

 

Si hubiera que poner una fecha para la toma de distancia del "círculo rojo" compuesto por los principales grupos económicos del país respecto al gobierno de Milei, habría que decir que fue cuando se conocieron los resultados de las elecciones bonaerenses del pasado 7 de septiembre; aunque antes ya se venían viendo movimientos -nada sutiles, por cierto- que así lo indicaban, como el armado y lanzamiento de "Provincias Unidas" como recambio de la oferta electoral de la derecha, con el inocultable auspicio de la AEA.

La estrategia no es para nada novedosa: se trata simplemente de reflotar la idea -que reaparece cada vez que los modelos que esos grupos de presión y factores de poder apoyan eclosionan- de que el modelo es el correcto y funciona pero lo que falla es la realidad, o sus circunstanciales ejecutores; como fue en su momento Macri (al que se criticó y él se autocriticó por su "gradualismo") y ahora es Milei.

Y reflotar al mismo tiempo la idea -fruto más de la necesidad que de la convicción- de empezar a tantear puentes de contacto con el peronismo, pero siempre con una meta en mente: plantearle el mismo plan fracasado como el único racional y posible, como si en el medio no hubiera pasado nada. Como hemos dicho antes, nuestra derecha empresarial tras su forzada, fingida y poco creíble conversión democrática a la salida de la dictadura, insiste una y otra vez en aplicar un programa que más tarde o más temprano exige de la represión para imponerse y sostenerse, y desde esa idea base extorsiona a la sociedad y a la política.

En esa obstinada y cerril defensa de sus intereses -que resultan fortalecidos con cada crisis- hay que buscar el origen de todas nuestras convulsiones económicas y sociales, con repercusiones políticas e institucionales (y no al revés); y el fracaso ya irremontable del gobierno de Milei no será la excepción: como han hecho otras veces, ya se preparan ante el posible cambio de signo político del gobierno para volver, como si nada. A reclamar lo pendiente (como la reforma laboral), es decir a profundizar el desastre que causaron, o preparar el terreno para uno nuevo.

Así las cosas, es la política pensada en clave nacional, popular y democrática la que tiene que ponerles el palo en la rueda para interrumpir el círculo vicioso que nos conduce de crisis en crisis, y nos obliga a empezar al final de cada una de ellas, desde un piso más bajo de derechos, estándares de vida, cohesión social y densidad nacional. Y tenemos que hacerlo en defensa de la democracia y el voto popular, para que no queden vaciados en su legitimidad desde el primer día de gobierno, como sucedió en la fallida experiencia del "Frente de Todos", abonando así al desencanto democrático que nos trajo a Milei.

Mientras tanto ellos, el "círculo rojo", nuestra presunta élite económica, deberán ir -por una vez al menos- a la cola, a hacer (si les sale) algo de esa autocrítica que tanto le piden a la política, y en lugar de presionar a un gobierno elegido por el pueblo para imponerle su programa sin importar lo que gente haya votado, explicarles a sus accionistas por que los hicieron perder plata apoyando una y otra vez políticas que destruyeron el valor de sus empresas.

Con un gobierno puesto a gobernar aplicando el programa electoral consagrado en las urnas (que para eso lo votaron), ellos, los empresarios, deberán dedicarse a ser empresarios, más que lobbistas o aspirantes a conductores del país en las sombras, a los que nadie votó: generar empleos, pagar salarios dignos y en blanco, pagar impuestos y mirar los balances para ver como les va, antes de empezar a levantar el dedito admonitorio reclamando reformas.

Hace un tiempo ya, en el final de su segundo mandato, Cristina los invitó a debatir en público estas cuestiones (cuando hablaba de discutir con los titulares y no con los suplentes) pero sin generalidades abstractas y con los números en la mano. El desafío, por supuesto, no tuvo respuesta, porque no podría tenerla; por la simple y sencilla razón de que los que reclamaban cambios, se llenaban los bolsillos con las políticas que combatían y denostaban. 

En un futuro gobierno habrá que atenderlos, eventualmente, en un escritorio con dos cajones: uno para guardar bajo llave y sin abrir ni leer, todos los pliegos de demandas que seguramente llevarán (que por otro lado nada tienen de misteriosos porque son siempre los mismos), y con otro abierto para sacar de allí los documentos que ellos mismos y sus múltiples sellos de goma sacaron todos estos años transcurridos desde Martínez de Hoz para acá incluyendo a Milei, para apoyar enfáticamente los modelos económicos que nos llevaron al desastre. Eso, para empezar a hablar y refrescarles la memoria por si se olvidaron.

El desastre que deja Milei (y que no hará sino agrandarse cada minuto que permanezca en la Rosada, porque no hay posibilidad alguna de rectificaciones en éste contexto) exigirá del próximo gobierno algo más que administrar la crisis heredada, y estar dispuesto a tomar fuertes medidas que incluyan regulaciones necesarias e imprescindibles sobre la economía en general, y en particular en el comercio exterior, la administración de las divisas, las inversiones extranjeras, los movimientos de capitales o el sistema financiero. 

Todas esas medidas requerirán -necesariamente- afectar poderosos intereses que, como dijimos antes, están en la génesis de todas nuestras desgracias nacionales. Tendrá que ser un gobierno que deje de atajar pelotazos y pase a la ofensiva, sin escudarse en el pretexto de las correlaciones de fuerzas que ya se sabe que son desfavorables y lo seguirán siendo; pero que sin la fuerte decisión política de hacerse cargo de los problemas y poner lo que haya que poner para solucionarlos, jamás cambiarán. 

Y podemos saber hoy que ese rumbo no será compartido por el "círculo rojo" y lejos de ello, lo combatirán con todos los medios a su alcances. Pero no hay otro camino, si queremos no solo sostener y consolidar nuestra democracia, sino darle un sentido que vaya más allá del cotillón electoral. Tuit relacionado:

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