En reiteradas
oportunidades nos hemos referido acá al argumento de la supuesta “estafa
electoral” con la que Macri logró imponerse en el balotaje, a fuerza de mentir
explícitamente sobre lo que no haría en el caso de llegar al gobierno: nos
remitimos a lo dicho por ejemplo en su momento en ésta entrada.
También dijimos que
“Cambiemos” supo manejar con habilidad y eficacia los significantes vacíos de
ofrecerse como la alternativa para “mantener lo bueno y mejorar lo malo” del
kirchnerismo; dejando que fueran los electores lo que mentalmente colocaran lo
que consideraban de uno u otro modo, en cada canasta.
Sin embargo y
cualquiera sea la postura que se adopte al respecto, ambas cuestiones deben ser
reexaminadas hoy, a días de las elecciones, tras 22 meses de gobierno de Macri
y teniendo a la vista los resultados de las PASO; que marcan que el gobierno
logró sostener su núcleo de apoyos de la primera vuelta de la elección
presidencial, y podría incluso aumentarlos.
Los primeros meses
del gobierno de Macri marcaron que la derecha triunfante en las urnas leyó el
apretado resultado del balotaje como un cheque en blanco, que reemplazaba el
contexto de la crisis que no fue en el final del gobierno de Cristina; y en ese
contexto avanzó con una política de blitzkrieg luego moderada por imperio de
las circunstancias (más que nada, las resistencias puntuales de los sectores
afectados), que hoy aparecen claramente diferentes: todo indica que el gobierno
pisaría sobre un terreno más blando para avanzar en reformas estructurales, en
especial si las urnas se lo permiten.
De allí que no
sorprenda que, a escasos días de las elecciones, se hagan anuncios de cosas
claramente “antipáticas” que sucederán después de que se cuenten los votos: el
aumento de las naftas, otra ronda de tarifazos en los servicios públicos, la
vuelta del fútbol pago por TV, un previsible recalentamiento de la inflación.
En un esquema de blindaje mediático cada vez más grueso para Macri y su
gobierno, es como si nada de eso pudiera cambiar el humor social ni las
decisiones electorales; tanto que se dan el lujo de empezar a privatizar Vialidad Nacional el día antes al "Día del Camino".
Y tanto es así que se
anuncian también cambios estructurales que tienen directamente que ver con las
condiciones de vida de la mayoría de los argentinos, como las reformas laboral,
previsional y tributaria; pero que solo aparecen “titulados”: es tan cierto que
no se explica en detalle en que consistirían, como que no parece haber
demasiada gente preocupada por averiguarlo; y aun hay quienes parecen
entenderlos como necesario, o inevitables.
Otro tanto sucede
con los cambios que ya están en marcha (como la “cobertura universal de salud”,
o la virtual privatización del PAMI), lo que nos lleva a preguntarnos por las
condiciones del debate político en la Argentina, o no tanto que es lo que se
juega en las elecciones (que tampoco está tan claro para mucha gente, para ser
francos), como cuáles son las razones últimas del voto, para entender los
posibles resultados.
Sin perder de vista
un dato fundamental: cualesquiera sean las razones por las que la gente vota
como vota, su voto será leído por el sistema político como legitimación o
rechazo de los proyectos políticos que están en danza; y en el caso del
gobierno, como la legitimación social del ajuste.
En esto no pueden
caber dudas, porque dejando de lado si puede seguir hablándose de “engaño” o
“estafa electoral”, una buena elección de “Cambiemos” significará un respaldo
social para profundizar las políticas de ajuste, sea que se trate de un
consenso activo o pasivo. Y tampoco servirá preguntarse si ese respaldo es
cabalmente conciente de lo que está en juego, o no.
Con astucia, el
gobierno y el sistema de medios que forman parte inescindible de su dispositivo
político saltan por encima de las tensiones entre las exigencias del
capitalismo y los límites que impone la pluralidad democrática sustrayéndole a
la disputa democrática la dimensión del debate; no en el sentido de la farsa
televisiva auspiciada por ciertas ONG’s, sino como discusión y explicitación
públicas de las diferentes visiones de la sociedad y el Estado que confrontan
en las urnas.
Trabajan para eso
en un terreno propicio, en el que ganaron terreno otras formas de politización
diferentes a las tradicionales, que no se basan ni en lo discursivo ni en lo
ideológico (entendido esto en el sentido explícito, porque implícitamente en
toda toma de posición política subyace la ideología), sino en la apelación a
valores abstractos que no pueden ser discutidos: la honestidad, el trabajo, el
esfuerzo personal.
Pero detrás del
cotillón de las frases de autoayuda, aparece el viejo capitalismo de siempre y
la misma derecha de siempre (ni moderna, ni mucho menos democrática), en
versión neoliberal: brutales transferencias de ingresos, valorización
financiera, endeudamiento y fuga, recorte de derechos, destrucción de tejido
social y productivo y apelación a los medios represivos para resolver los
conflictos.
Tal parece que
muchos “votarán a ciegas”, eligiendo implícitamente (por acción u omisión) por
cosas que saben que sucederán y los terminarán afectando de algún modo, como
cambios profundos en las relaciones laborales, el sistema de salud o la
seguridad social; pero acaso concientes: una democracia delegativa, de
ciudadanos individuales que eligen confiar en un gobierno que ofrece encargarse
de los problemas (“haciendo lo que hay que hacer”); sin reparar en que es parte
central y principalísima de la discusión democrática establecer cuáles son esos
problemas, que grado de importancia relativa tiene y -sobre todo- como se
resuelven, y con que distribución social de los costos de hacerlo.
Un panorama que en
un contexto de estigmatización cultural y hasta criminalización de toda forma
de organización colectiva, supone una enorme dificultad para el campo nacional
y popular: asumir las claves del nuevo tiempo y el desafío de representar los
mismos intereses de siempre -que es posible se presenten bajo formas distintas-
junto con otros que los cambios en la sociedad diversifican; en un clima de
fragmentación social refractario a las formas tradicionales de la política en
la metodología y en el discurso.
Y sin esperar sentados a que las tensiones que crea
un modelo excluyente e inviable se acumulen hasta estallar, y la necesidad de
representación política de los que se cayeron por el camino vuelva, pero por
malos modos y en medio de una crisis.
5 comentarios:
Un panorama deprimente. Si con todo lo que han hecho y anunciaron hacer, ganan, entonces estamos fritos.
Lo cierto es que el jugador mas importante del gobierno son los medios y el despido de navarro y venta de C5N lo demuestra.
Se ve que en algun momento del 2015 hubo una reunion importante entre medios y politicos PRO para superar sus "egos" personales y trabajar en conjunto para gobernar hasta la eternidad, a sabiendas de que uno sin el otro no son nada.
Creo que si CFK quiere ganar en 2019 debera hacer un analisis minucioso del poder del gobierno y tener en cuenta todas las barajas. Desde mi postura ,un tanto apolitica, creo que se deberia CONSIDERAR un frente que reuna a las fuerzas de izquierda, parece descabellado pero no hay nada que perder (solo la patria y el futuro de los argentinos). Con respecto a esto, un tipo que parece lucido es Santoro que se le para en los debates a los zurdos pero siempre PROPONIENDO UN "ACERCAMIENTO".
Esto que sucede ahora para una maquinaria perfecta pocas veces vista en la historia y para ganar habra que dejar de encerrarse en el peronismo (cuya unidad es imposible excepto para hacer cumplir lo que dijo CFK en una de sus ultimas entrevistas) y ver otros horizontes.
Hay que tener en cuenta que el peronismo en sus vertientes política y sindical, siempre ha sido -EN PARTE- funcional al poder de turno. Como ejemplo clarísimo: las roscas de Pichetto, Bossio, Abal Medina y sus adláteres en el Congreso y Daer + cía en la CGT. Y por afuera de lo institucionalizado, personajes como Randazzo que juegan también para el oficialismo.
Si no se descarta todo eso, el peronismo está en serios problemas.
Yendo a otro punto, los argentinos siempre han sido muy sensibles al bolsillo. Gran parte de la sociedad, -ya que no se puede generalizar-, ha reaccionado mal a la exacción estatal. Es un fenómeno atípico lo que está sucediendo: pareciera que ,para una considerable parte de la sociedad, ahora están por encima de la guita, los pseudovalores que el gobierno fogonea: el esfuerzo individual, el sí se puede, el ¨combate a las mafias y la corrupción¨, etc. Algo pasó ideológica y culturalmente hablando que no pudimos ver, que se gestó en las sombras y emergió con demasiada fuerza.De repente surgió una moralina cínica que ha dejado ciego a más de uno. Incomprensible fenómeno....
Comparto tu lucído analisis
Comparto
Si mantiene los votos d primera vuelta 2015 esta manteniendo el porcentaje x el q fue derrotado x Scioli. No veo cual es el motivo d satisfaccion PRO a no ser el d imponer un relato.
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