LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

martes, 8 de junio de 2021

NO ROMPAN MÁS LAS BOLAS, DERECHA HAY UNA SOLA

 


Este no es un post sobre las elecciones peruanas, porque no conocemos tanto del tema como para aventurarnos a opinar que pasó, y que puede pasar por allá. Como dijo alguien en las redes sociales: en Perú la cuestión no es quien gana las elecciones o por cuanto, sino cuanto va a durar en el gobierno.

Tampoco intentaremos aventurar si Pedro Castillo será el iniciador de un proceso transformador como el de Evo Morales, o una decepción como Lenin Moreno. Este post es sobre Vargas Llosa, y su apoyo a Keiko Fujimori en el balotaje en el que -todo indica- será derrotada por Castillo.

Alguno podría pensar que el escritor, quien se cansó de despotricar contra los Fujimori (padre e hija) y combatirlos políticamente, tuvo que "tragarse un sapo" para pronunciarse de ese modo, ante lo que avizoró como la instauración del socialismo o la dictadura del proletariado en su país, o algo parecido. Desde acá pensamos que eso es precisamente lo que Vargas Llosa quiere que se crea, porque conviene a su relato, que es del neoliberalismo.

Una ideología que habla todo el tiempo de defender las libertades, y combatir al fascismo; pero cuyos cultores -Vargas Llosa entre ellos- no vacilan en comportarse como fascistas, o aliarse con tales, cuando las papas queman, o al menos así lo creen. No será la primera vez, ni tampoco la última. 

Hace unos cuantos años atrás, al final del primer gobierno de Cristina y a propósito de una visita del peruano al país para la Feria del Libro, se escribió acá: "Se asombra Vargas de que se vincule a los liberales con gobiernos dictatoriales o autoritarios, pero desconoce por ejemplo que sus amados Friedrich Von Hayek y Milton Friedman fueron mentores ideológicos de Alsogaray, Krieger Vassena, Martínez de Hoz y Cavallo; quienes -con la excepción del menemismo en el caso de éste último- solo pudieron aplicar las libérrimas ideas económicas de la Sociedad Mont Pelerin a través de dictaduras represivas, y negadoras de las libertades civiles por las que el mismo escritor dice combatir.

Y no son ejemplos aislados en la historia de América Latina ni mucho menos, ¿no le dice nada esa circunstancia a Vargas Llosa, que la pasa olímpicamente por alto en el caso del Chile de Pinochet, al fin y al cabo, un país limítrofe de su Perú natal? ¿No detecta allí el analista político que todos ven en él, una causalidad histórica corroborable empíricamente, que lo obligaría a revisar conceptos en un mínimo ejercicio de honestidad intelectual?

Vargas Llosa no engaña a nadie cacareando en defensa de las libertades civiles: son para él apenas el caballo de Troya, para aplicar a fondo las doctrinas de la “libertad económica” de sus mentores. Ese es el liberalismo que verdaderamente importa a quienes sponsorean al peruano, y amplifican sus brulotes políticos.".

Lo que se dijo entonces cobra plena vigencia hoy, a partir de su pronunciamiento en la elección peruana: en América Latina, por regla general, un liberal es un conservador que no quiere pagar impuestos, y que con tal de hacerlo, es capaz de ser todo lo fascista que sea necesario. De allí que no extrañe el apoyo de Vargas Llosa a Keiko, como no extraña que acá, en la Argentina, confluyan en las marchas y en las protestas anti-cuarentena los liberotarios de Milei y Espert, con los nazis ensamblados en La Salada de Biondini.

Así como se dice que la astucia del diablo consiste en convencernos de que no existe, la de la derecha política estriba en mostrarnos distintos rostros de lo mismo, a ver si logran confundirnos, y vendernos algún buzón. Y si no recordemos como nos encajaron a Macri, socio de Vargas Llosa y otros garcas como ellos en cuanto convite "libertario" internacional anda dando vueltas, para protestar porque "nos quitaron nuestras libertades".

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