¡Inspección de orificios!:https://t.co/PYM8Yi8K5L
— La Corriente K (@lacorrientek) March 26, 2022
El viernes pasado (o sea, hace un milenio) se supo que el board del FMI aprobó el acuerdo con la Argentina, con serias advertencias sobre las posibilidades de cumplirlo en sus términos originarios, en parte por el cambio de contexto que genera la guerra en Europa oriental. Poco después, la propia Kristalina Georgieva anunció que por esas razones se adelantaba la primera revisión trimestral de las variables económicas del país, que el mismo acuerdo prevé.
También trascendió que los principales miembros del Fondo (es decir, Estados Unidos, los países europeos y Japón) plantearon la necesidad de avanzar en "reformas estructurales" que permitan superar "las inconsistencias" que tendría nuestra economía. Cualquiera que haya leído algo sobre el FMI, sus planes de "ayuda" y las medidas que implican, sabe de que se trata eso, y le corre un frío por la espalda, a menos que sea un liberotario; para los cuales ese set de de políticas no solo son las adecuadas, sino las únicas posibles.
Conforme pasaron las horas del anuncio, se le veían las patas a la sota, y eran como muchos críticos del acuerdo al interior del FDT denunciaron en su momento: iba a haber ajuste, la discusión era cuando y como. Y eso impulsó a su vez al presidente -en medio del partido de la selección- a dejar sentado en un hilo de tuits que el acuerdo no implica lo que el Fondo dice, sino lo que él dijo: o hay ejemplares distintos firmados por cada una de las partes, o hay un problema más complejo.
Lo cierto es que el acuerdo fue firmado por dos partes absolutamente asimétricas en términos de poder, de las cuales una tiene la prerrogativa de auditar al otro (que se le concedió), y supeditar a los resultados de ese escrutinio el desembolso de plata, para pagar una deuda que ese otro no puede pagar por sus propios medios. Y si juzga que las revisiones no son satisfactorias, suspende los desembolsos y corporiza el fantasma del default que se quiso exorcizar firmando el convenio en las condiciones que se lo firmó.
Y en este contexto, queda claro que la discusión -al interior del oficialismo- nunca fue defoltear o no la deuda con el FMI, como falsamente plantearon el presidente y sus funcionarios de confianza, sino en qué condiciones (y sobre todo, con que implicancias) se renegociaba la deuda. Del mismo modo, la realidad terminó demostrando -en apenas horas- que poner toda la energía del gobierno en cerrar con el FMI no fue acertado, porque después hay que hacerse cargo: como que la cosa no daba para demasiadas épicas (sobre todo a favor del acuerdo), ni tampoco proyecta entusiasmo a futuro, como para convertirse en el eje de una propuesta electoral que seduzca a las mayorías.
Para peor, el domingo, un presidente que se delaruiza a sí mismo todo el tiempo (sin necesidad de que sus críticos internos hagan algo al respecto, o se lo propongan, como sostienen algunos de sus alcahuetes nuevos o viejos), contó en un reportaje que la guerra contra la inflación que anunció hace dos semanas, en realidad era una pelea contra un enemigo imaginario o que se construye en la mente de cada uno, palabras más, palabras menos. Un torpe intento por disimular que contra los enemigos reales (es decir, los hacedores de la inflación) se está haciendo poco, por no decir nada.
Resumiendo: si el contexto es difícil, las respuestas preocupan más todavía, y si las alternativas a mano para modificarlo son escasas, la decisión de ni siquiera utilizarlas, directamente asusta. Porque con este contexto (o uno peor), con estas alternativas y -sobre todo- con ésta conducción deberemos atravesar los meses que faltan hasta las elecciones del año que viene, y en su momento los desafíos que estas implican. Así las cosas, en lugar de enojarse con los que -dicen- ya dan por perdida la elección, deberían ver cuando se deciden a hacer algo para que eso no suceda.
Tuits relacionados:
"Alberto, Alberto, Alberto corazón, acá tenés los pibes para la recalibración", ¡Canten, putes!
— La Corriente K (@lacorrientek) March 26, 2022
Pobre Cristina. Se tiene que bancar las críticas de cada boludo. Incluidos los que la critican sin nombrarla porque no les dan los huevos.
— La Corriente K (@lacorrientek) March 27, 2022
Cuántos cultores del "Ah, pero Néstor" que hay acá. No hay reculada de Alberto que no te la justifiquen con eso.
— La Corriente K (@lacorrientek) March 27, 2022
Hay gente que le cuestiona todo a Cristina, menos la decisión de haberlo elegido a Alberto para encabezar la fórmula. Capaz que si cruzás la lista con la nómina de funcionarios te da Alcoyana Alcoyana.
— La Corriente K (@lacorrientek) March 27, 2022
Yo no sé si hay gente que ya da por perdida la elección del 2023. Lo que sí sé es que el año pasado perdimos (yendo todos juntos además), y no parece que de ahí para acá hayamos hecho mucho para no volver a perder. De hecho el gobierno actúa como si no hubiera habido elecciones.
— La Corriente K (@lacorrientek) March 27, 2022
O sea que al final Alberto le declaró la guerra a un enemigo imaginario?
— La Corriente K (@lacorrientek) March 28, 2022
2 comentarios:
En San Isidro faltan computar dos mesas. Van a ver que ganó Cafiero.
Con Alberto y Cafiero somos una topadora electoral.
¿Quien se va a animar a presentarse en una interna contra dos líderes de masas?
El Colo.
Me encanta que terminen con lo de la guerra imaginaria.
Ya en las legislativas faltaron nuestros votos, y avisamos que esa pavada de la unidad es una forma de lavarse las manos.
No va a quedar neomontonero dispuesto a votar esta unidad y decir que no son del FR. Para ganar, Alberto tiene hacer lo mismo que hizo pero ahora con cambiemos. Y quién te dice que no sale reelecto en esos terminos.
Cristina tiene que llamar a la acción, sino.. no se. No quiero decir que vaya a cuidar los nietos, porque la respetamos, la bancamos; tenemos hambre nomás (y el hambre es un gusano que hace perder la paciencia)
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