LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

lunes, 9 de mayo de 2022

UNA SOLUCIÓN EN BUSCA DEL PROBLEMA

 

El título del post no nos pertenece: lo leímos en Twitter, y nos pareció lo más ajustado que hay para la remanida discusión sobre la boleta única de papel que impulsa la oposición en el Congreso: la máxima que reza "si algo funciona bien, no lo cambies" aplica como pocas cosas a nuestro sistema electoral vigente -en sus grandes líneas- desde 1912. Por no mencionar que discutir reformas a ese sistema electoral supone -incluso por imperativo constitucional- niveles de consensos que no existen, y un grave aislamiento de la realidad social, y de cuáles son los problemas más graves que tiene hoy el país.

Los argumentos a favor del bricolage electoral son siempre los mismos, o sea escasos, tirando a nulos. Tanto que comienzan por trampear el debate, hablando de desterrar el fraude y garantizar la transparencia de los comicios, algo que -al parecer- solo se conseguiría con la boleta única de papel. Antes habían dicho lo mismo (y los mismos, o parte de ellos) del voto electrónico, lo cual da una idea cierta de la consistencia del planteo.

En éste tema como en todos, es pertinente empezar a llamar a las cosas por su nombre, y si hablamos de fraude, que sea fraude; es decir, falseamiento o alteración de la voluntad popular expresada en las urnas, cambiándola por trampas o triquiñuelas. No confundir con el clientelismo (cualquier cosa sea lo que se entienda por eso), como hicieron cuando las elecciones tucumanas en su momento, en una causa judicial bizarrra que llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Y fraude, lo que se dice fraude, no hay en la Argentina justamente desde 1912, cuando la ley Sáenz Peña aprobó el voto secreto; y luego desde 1946 cuando el peronismo terminó con el "fraude patriótico" de la Década Infame. Lo que hubo desde allí -aparte de los golpes de Estado, que arrancaron en 1930- fue proscripción de la mayoría electoral, elecciones condicionadas manteniendo proscripciones de algún candidato en particular (como con Lanusse) y elecciones anuladas, porque los resultados no eran del agrado del gobierno de turno, como con Frondizi. 

En todos los casos, en contra del peronismo, no a su favor: bastante gravoso es tener que soportar que los radicales olviden su propia historia de lucha contra el fraude para embarcarse en estas pavadas, como para tener que tolerar que además pisoteen la nuestra, acusándonos de fraudulentos.

Pero volvamos al principio: ¿cuál es el problema que pretende solucionar la boleta única, descartado el fraude electoral? Y decimos descartado porque ninguno de los dirigentes y partidos que la promueven hicieron jamás una denuncia donde y como corresponde (en la justicia electoral, aportando las pruebas del caso), por fraude electoral; sin contar que con el sistema electoral vigente ganaron las elecciones del 2015 (cuando eran oposición) en balotaje, y por un punto y medio, y en el 2019 fueron ellos los que organizaron la elección en la que perdieron en primera vuelta: ¿acaso un fraude electoral puede ser organizado por la oposición?

Todo eso sin contar los inconvenientes que trajo aparejados la boleta única allí donde se aprobó, como ocurre acá en Santa Fe donde rige desde 2011: mayor fragmentación de la oferta electoral, mayor preponderancia de las candidaturas de los famosos y personajes de la farándula (con ese sistema Miguel Del Sel estuvo a nada de ser gobernador dos veces, y dicen las malas lenguas que en una de ellas le birlaron la elección, con boleta única de papel y todo), aumento del porcentaje de votos nulos (por errores del elector) y en blanco, disminución del rol de los partidos en desmedro de los candidatos.

Además y como dijo Cristina en Chaco, acentúa los problemas de las llamadas "listas sábanas" (la lista completa ni siquiera se escribe en la boleta), y compromete la gobernabilidad porque segmenta y fracciona la elección en tantas elecciones simultáneas, como categorías de cargos hay en disputa: véase si no lo que pasa actualmente en Santa Fe, donde "el pacto de la boleta única" entre el Frente Progresista y el sector mayoritario de los senadores provinciales del PJ que co-gobernó entre 2011 y 2019 pretende seguir gobernando desde la Legislatura, aunque el gobernador sea Perotti.

Por no mencionar que esperpentos como Milei, con alta visibilidad mediática pero sin desarrollo político territorial en todo el país, verían acrecentadas sus chances de competir por la presidencia aunque luego no tuvieran sino un puñado de diputados o senadores que les respondan para impulsar sus proyectos en el Congreso: el país no está para tolerar más experimentos políticos. O que sin modificar el sistema de las PASO, cabe intuir que los que denuncian fraude estarían haciendo extensivas las sospechas a la competencia interna en cada partido o alianza (porque en ellas se vota con el mismo sistema), lo que sería el colmo de la incoherencia.     

Acaso éste efecto sea el buscado, como motivo real del impulso a la boleta única: un sistema político fragmentado y paralizado, sin mayorías sólidas que puedan impulsar transformaciones estructurales, y generando un escenario de liliputienses electorales donde todos se vean obligados a pactar en una suerte de "Moncloa criolla" para convenir "las tres o cuatro cosas en las que nos tenemos que poner de acuerdo todos los argentinos". Eso, o deslegitimar de antemano con denuncias al voleo de fraude electoral, otra posible candidatura de Cristina en el 2023, que la devuelva a la presidencia, si ése fuera su deseo.

PD: Si lo que quieren es evitar el fraude electoral, en lugar de impulsar el mamarracho de la boleta única podría empezar por modificar la distribución de las bancas en la Cámara de Diputados de la Nación, de modo de derogar la Ley 22847 de tiempos de Lanusse, devolverle a la provincia de Buenos Aires los más o menos 30 diputados de menos que tiene de acuerdo con su población, y que la CABA devuelva los 7 u 8 que tiene de más, calculados del mismo modo. (Más información al respecto, acá)

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Radicales contra el fraude electoral, cosa'e mandinga!
Una lectura rápida de la historia corrobora que solo el radicalismo ha planeado, apoyado y llevado a cabo todos los actos antidemocráticos que existieron en nuestro país, ya elecciones, golpes de estado, proscripciones o traiciones "sui géneris" a la patria.

Podría decirse que funcionaria mejor la democracia sin radicalismo y sin radicales, pero sería ponerse en una posición típicamente radical.
Cómo es radical la sublimación que pretenden al tratar cualquier tema menos los urgentes y a cambiar todo menos lo importante.

Desde acá, ansiamos la debacle económica (indefectible e irreversible) que movilize los cambios políticos necesarios.
No la queremos, solo entendemos que no queda otro destino posible, y mientras antes, mejor.

"El hambre engorda solo al que hambreo!"