Leemos en Infobae de hoy que -al igual que los últimos años, pero más- el kirchnerismo se convierte en uno de los tópicos estrella de la Feria del Libro de Buenos Aires.
El hecho es ciertamente demostrativo del clima cultural imperante, y resulta propicio para reflexionar en más de un sentido.
Es una constante de la literatura que la abundancia de producción no va siempre de la mano con la calidad de los productos, y éste caso no es la excepción: en los libros que se han escrito sobre el kirchnerismo en los últimos años hay de todo, pero no parecen abundar los textos que aporten seriamente al debate y la comprensión profunda del proceso político abierto en la Argentina a partir del 25 de mayo del 2003.
Por el contrario, la mayoría de las obras (por lo menos las más difundidas y vendidas) parecen tributar a la lógica del anecdotario de poco vuelo o -en el mejor de los casos- a la trinchera de la "batalla cultural", y la lectura vale para los propios y los extraños.
Es probable que el hecho obedezca justamente al contexto en el que los libros sobre la era K han alumbrado: la propia contemporaneidad con un período de nuestra historia singularmente rico en debates, polémicas, disputas y convulsiones políticas, producidos justo cuando nos querían hacer creer que la historia se había terminado, o las ideologías habían pasado a un archivo o museo.
El afán por decir cada uno lo suyo en el debate de éste tiempo obnubila a veces la comprensión del proceso que viene con el tiempo y la distancia, regla elemental de análisis de la historia; pero en el caso de los libros que vienen de la vereda de enfrente del kirchnerismo, hay un par de cosas más interesantes para destacar.
Una es paradojal: a la tentación de reducir el kirchnerismo a un hábil "relato" urdido desde el poder político sin anclajes sólidos en la realidad, terminan sucumbiendo todos los "anti"; desde los medianamente inteligentes como Beatriz Sarlo, hasta los analfabetos funcionales como Majul.
Y una vez que sucumbieron, van por la huella intentando obsesivamente construir el "otro relato", como el revés de una costura, supuestamente develador de la esencial impostura kirchnerista: algo así como "no crean en el kirchnerismo, que es una criatura mítica puramente formada por un "relato", créannos a nosotros que les "relatamos" como verdaderamente es".
La segunda constatación es menos paradojal y más prosaica: junto a la acusación de impostura, se le lanza al kirchnerismo el dicterio de la inescrupulosidad como matriz central de su praxis política: según esa idea, sería poco menos que una banda de mafiosos dispuestos a hacer lo que sea necesario para mantenerse en el poder, para poder seguir haciendo negocios.
Y sin embargo, es innegable que la catarata de libros sobre el kirchnerismo escritos en los últimos años desde el anti kirchnerismo están movidos en la mayoría de los casos por la percepción de que -en determinados nichos de lectores- son básicamente, buenos negocios en el mercado editorial, y proporcionarán a sus autores algunos dinerillos interesantes en la cuenta bancaria.
Algo que -como ya se dijo acá-, no suele ayudar a la reflexión profunda; y que -justo es reconocerlo- también está presente en la vereda propia: hay obras que tratan amablemente al kirchnerismo y aun lo reivindican, que tributan a la misma lógica del apresuramiento por "escribir algo" sobre el tema (aunque no sea muy lúcido ni elaborado), porque se presume que hay un público ávido de leerlo.
La proliferación de literatura sobre el kirchnerismo es un hecho indicativo de la centralidad cultural de éste en el debate político argentino, pero no debe hacernos perder de vista que esa centralidad se sustenta no en la imposición de un "relato" (o no al menos y fundamentalmente en eso), sino en hechos objetivos producidos desde el poder político del Estado en los últimos nueve años; y que transformaron positivamente la vida cotidiana de muchos argentinos.
Y allí radica la debilidad política de aquéllos que producen en serie libros anti K: aunque machaquen con obsesiva insistencia contra la existencia de un presunto aparato estatal y para estatal que replica el "relato" oficial, para el anti kirchnerismo cultural es más sencillo lidiar con eso (al fin y al cabo su público está predispuesto a conocer las claves de disección de ese "relato"), que con los hechos producidos por el kirchnerismo desde el 2003.
Porque los hechos dividen, alinean, exponen la trama de intereses que obra por detrás de lo visible en cada caso; y si alguna duda quedaba al respecto, el asunto YPF ha terminado por despejarla definitivamente.
En fin, que sobre el kirchnerismo se ha escrito mucho, no tanto bueno y seguimos esperando la obra que esté llamada con el tiempo a convertirse en un clásico para entender esta época argentina.
Algo que podría pasar cuando por fin alumbre el anunciado (y esperado) libro de Lucas.
2 comentarios:
ahí está, bajo siete llaves. Porque hago las mismas reflexiones, aunque no tan tibias con la propia literatura del palo, que se malísima, seamos sinceros.
Hay que esperar. Y aprender sobre la literatura de los años 40 y 50
Y, lo que pasa que por ahí tenés que encontrarte en algún lado con algún escritor/a del palo, y muchos no son gente muy tolerante que digamos con la crítica.
Publicar un comentario