Terminó la campaña, llega la hora de la verdad y hoy los santafesinos decidiremos en las urnas quienes nos han de gobernar los próximos cuatro años; en una elección que -todos los sondeos así lo indican- se avizora reñida y con pronóstico reservado.
Sin embargo, con los diarios del lunes y los resultados puestos, todos somos técnicos, por lo que creemos oportuno hacer en éste momento -cuando todavía los votos no se contaron, y el soberano no dio su veredicto inapelable- algunas reflexiones sobre como transcurrió la campaña, para el peronismo santafesino y las demás fuerzas que conforman el FJPV.
Una campaña que arrancó bajo los peores augurios, porque como decíamos acá, los que hoy son candidatos y también los que se quedaron en la instancia de las PASO tuvieron que ponerle el hombro a una situación harto difícil, en la que no pocos pensaban que el espacio obtendría la mitad o menos de los votos que cosechó finalmente en las primarias; y hasta podría retroceder más allá del tercer puesto en el que quedó en las elecciones del 2011 y 2013 en la provincia.
Todo eso a partir de las deserciones de aquéllos que se borran en las bravas -y luego vuelven a aparecer cuando las cosas parecen pintar mejor, como María Eugenia Bielsa-, y el garrochazo de los que hasta el instante final del cierre de listas, juraban lealtad y se mostraban ofendidos ante la simple sospecha de que fueran a traicionar.
Si los peores pronósticos no se cumplieron, y si el peronismo está en condiciones y con posibilidades concretas de pelear por el triunfo tanto en la ciudad como en la provincia, es porque todos dejaron todo en una campaña que ha sido difícil, porque hubo que desarrollarla en absoluta disparidad de medios; frente a dos aparatos publicitarios que han hecho un obsceno despliegue de recursos que deja en claro que en el fondo, no son tan distintos como pretenden a la hora de hacer política: es simplemente una cuestión del color de los globos.
Y "todos" son -justamente- eso: todos. Candidatos, militantes, agrupaciones, peronistas de a pie del común, autoridades partidarias; que pusieron su esfuerzo para poner de pie a un peronismo santafesino vencido y acostumbrado a las derrotas, vaciado por años ideológicamente, de militancia y de organización.
Pero que al calor de ésta campaña ha recuperado la mística militante, la organización, el compromiso y la voluntad de ganar, y volver a ser gobierno; sin vedettismos ni mezquindades, con el concurso de todos: los que ganaron las PASO, y los que las perdieron.
El partido está abierto y funciona, es el punto de encuentro de las agrupaciones y la militancia, y ha vuelto a ser la casa de los peronistas: al menos acá en Santa Fe, el trabajo para que así sea de los compañeros con responsabilidad institucional partidaria ha sido ejemplar.
Salieron a recorrer la provincia y la ciudad de una punta a la otra todos, los que cargan con años de campañas y peleas en el lomo, los jóvenes (grandes protagonistas, como en todo el ciclo político abierto en el país a partir del 2003) y los que se suman ahora porque sintieron el bichito de la política, como el sorprendente hallazgo de Marcos Castelló, el candidato a senador por La Capital.
Termina así una campaña que se cierra sin reproches, más allá de que cada uno pueda tener su punto de vista particular sobre lo que se hizo mal, o lo que se pudo haber hecho mejor: nosotros dijimos lo nuestro en su momento acá respecto al protagonismo (o no) de Cristina; que sigue teniendo una alta imagen positiva en la provincia.
Pero aun lo dicho -que es nuestra opinión y no pretende ser la verdad, ni mucho menos- no invalida la conclusión: el peronismo volvió a sentir que puede ganar y gobernar la ciudad y la provincia, y por el esfuerzo de sus militantes, candidatos y dirigentes se ha colocado en condiciones de lograrlo.
Por eso más allá de los resultados, el balance es altamente positivo, porque ha dado el puntapié inicial para su definitiva recuperación; y marcó la senda que deberá transitar de ahora en más para lograrla.
2 comentarios:
Así es,como debe ser,después de mucho tiempo se transpiró la camiseta para ganar.
La gran diferencia está en la unidad, en haber luchado en pos del objetivo común y haber trabajado en positivo, dejando de lado las diferencias a veces hasta sutiles, las ambiciones personales, y los egoísmos o rencores. Crecimos, sigamos madurando
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