A mediados de 1976 un grupo de estudiantes secundarios (alrededor de veinte pertenecientes a distintos colegios de esta ciudad), seguían militando su utopía en la UES, pese al clima represivo que se vivía durante la dictadura que había usurpado el gobierno y a la corta edad que tenían (entre los 14 y 18 años).
Y esa militancia consistía, esencialmente, en difundir clandestinamente la resistencia de entonces a través de elaboración de documentos, pintadas y volanteadas callejeras, pegatinas de obleas en los colegios, etc., ya que mucho más no se podía, al estar las libertades y seguridades personales jaqueadas por los grupos militares, policiales y parapoliciales.
La persecución que se extendió por todo el país, en Santa Fe se vivió cruentamente con la persecución, la cárcel, el sufrimiento por la tortura y hasta la muerte de esos jóvenes, entre los meses de junio y septiembre del ´76. No estuvo esta ciudad al margen del clima imperante en la Argentina.
Como la gran mayoría de esos jóvenes sobrevivió y hoy son hombres y mujeres que se pegan una vuelta por este blog, aprovechamos para hacerles llegar a cada uno un cálido abrazo compañero y recordarlos en el rostro adolescente de Ana María, quien fue cruelmente asesinada a los 16 años.
Como la gran mayoría de esos jóvenes sobrevivió y hoy son hombres y mujeres que se pegan una vuelta por este blog, aprovechamos para hacerles llegar a cada uno un cálido abrazo compañero y recordarlos en el rostro adolescente de Ana María, quien fue cruelmente asesinada a los 16 años.
Se ha llegado lo más cerca posible a la victoria, compañera.
3 comentarios:
La compañera Ana María está y vive en la alegría y en la sonrisa de cada piba que anda bancando éste proyecto.
Ella hizo posible este presente de esperanza.
Ana Maria tenía 16 años. No hay perdón ni olvido posible. La justicia es una respuesta imperfecta e insuficiente al horror encarnado en esa niña. Abrazo en mi corazón a aquellos que sienten el dolor de su ausencia, a los que casi a ninguno conozco.
Es muy duro pensar que la alegría de estos días esté asentada en el sufrimiento de tantos, de los que n o están y de los que arrastran su memoria.
Es verdad,no hay perdón ni olvido posible.Ni para los asesinos ni para sus cómplices.
Pero Ana María como los demás víctimas,son responsables de este presente de esperanza.
Más duro sería tener que pensar o vivir en una realidad donde tanto sufrimiento injusto se hubiera olvidado.
Publicar un comentario