LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

viernes, 14 de junio de 2019

PUCHERITOS PROGRESISTAS


Una de las principales líneas de campaña del socialismo de cara a las elecciones santafesinas del domingo fue tratar de seducir al voto kirchnerista, sobre la base de pegarle a Omar Perotti identificándolo con los 90’, el menemismo y las privatizaciones; y sus posicionamientos en el Senado a partir de diciembre del 2015.

En esa inteligencia, el candidato que verdaderamente expresaría los valores e ideas del kirchnerismo no sería el del PJ, que el kirchnerismo y la propia Cristina apoyan en el marco de un amplio acuerdo de unidad del peronismo provincial (que no excluyó la competencia en PASO por la candidatura a gobernador), sino Bonfatti: un cazabobos mentiroso, que omite por ejemplo que el socialismo en el Congreso nacional fue siempre opositor durante los gobiernos kirchneristas, votando en contra de sus principales iniciativas, en compañía con los que formaron “Cambiemos” (PRO, UCR, Coalición Cívica): ver al respecto más información acá.

Pero además este tema de “correr por izquierda” al kirchnerismo para llevar agua para su molino, también esconde por ejemplo que el mismo socialismo tiene (y los ha ratificado) acuerdos con Gerardo Morales en Jujuy, Schiaretti en Córdoba, y acaba de cerrarlo nada menos que con el PRO en la mismísima CABA, la cuna del experimento amarillo. Eso sin contar que el propio Lifschitz venía negociando en público el armadeo de la “tercera vía” con Lavagna con el mismísimo Pichetto, Massa, Urtubey y Barrionuevo; al que ahora se ha sumado Graciela Camaño: con ese historial a cuestas, no podés correr por izquierda ni a Espert.

Y conste que nos remitimos estrictamente a los antecedentes históricos de los últimos años, porque podríamos remontarnos a la Unión Democrática del 45’, a su integración en la Junta Consultiva de la Fusiladora (con embajada incluida para Alfredo Palacios), o más acá en el tiempo, a su participación en el gobierno de la Alianza presidido por Fernando De La Rúa.

Ahora, con el cierre de las alianzas para las elecciones de éste año superpuesto con los anuncios de candidaturas, nos enteramos que hay molestia en el socialismo santafesino por la elección de Urtubey como compañero de fórmula de Lavagna, un lugar que aspiraba a ocupar el mismo Lifschitz, al mismo tiempo que compite como candidato a diputado en las elecciones provinciales del domingo. Aunque ahora diga que en realidad le gustaría ser Jefe de Gabinete, sin que ningún periodista le pregunte entonces si su candidatura a diputado es testimonial, y no piensa asumir. Pensándolo bien, la pregunta sería abstracta, considerando las posibilidades reales del señor de las chancletas con medias. 

Las redes sociales dan cuenta del quiebre emocional de los comunicadores oficiales y para-oficiales del FPCyS, porque la “tercera vía” no sería esa alternativa revolucionaria que ellos pensaron: se entiende, tras toda una campaña militando en contra de Perotti por su postura en el debate por la despenalización del aborto, y haber agredido por eso a las militantes feministas del PJ en la última marcha “Ni Una Menos” en Santa Fe, deberían hacer campaña por una fórmula cuyos dos integrantes han manifestado estar en contra de la despenalización, y uno de ellos proviene de una provincia que sostiene la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Lo tendrán que superar, como hicieron con el hecho de que el único diputado que le quedó al socialismo en el Congreso nacional votó en contra.

Allá ellos y sus dilemas, y los que los quieran tomar en serio cuando se presentan como una alternativa de “centroizquierda”, los hechos están ahí, para el que los quiera ver. En nuestra modesta opinión, estos “desgarramientos progresistas” tienen que ver con fenómenos que vienen de más lejos, empezando por esa vaporosa categoría del “progresismo”; una especie de significante vacío que otorga la plasticidad necesaria como para zafarla de definirse en las conyunturas críticas, o definirse siempre del lado del poder, sin correr riesgos: recordemos a Binner cediéndole el balcón de la Casa de Gobierno a la Mesa de Enalce, para lanzar desde allí el lock out patronal por tiempo indeterminado.

La mayoría de los “progres” (es injusto generalizar) no son más que gorilas sensibles, preocupados por ciertas cuestiones secundarias a la contradicción principal, como el medio ambiente, la despenalización del consumo de drogas o el aborto; gente que en el fondo y al igual que el gorila puro y duro, no se banca al peronismo, y todo lo que significa, o trae aparejado: la negrada, el bombo, la marcha, el choripán, el sindicato, la posibilidad de quilombo.

Gente que va por la vida lamentándose que el voto femenino lo haya conseguido Evita y no Alicia Moreau de Justo, o que las leyes sociales de Palacios las haya ampliado, perfeccionado y hecho cumplir Perón, que encima era milico. Claro que con otros milicos nunca tuvieron problemas, porque no eran peronistas.

Nunca se les ocurre preguntarse por qué teniendo algunas buenas ideas, siempre carecieron de la capacidad política para construir mayorías políticas amplias, capaces de llevarlas a cabo; y terminan siendo siempre el furgón de cola o el relleno de experimentos electorales de última hora, a los que se terminan subiendo con el solo y módico objeto de mantener quioscos y bancas legislativas, sin pelear jamás por el poder “real”. Nada que no se arregle consultando a un buen psicólogo. Hilo de tuits relacionados: 

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