¿Con la designación
de Miguel Pichetto como compañero de fórmula logró Macri resolver los graves
problemas económicos y sociales del país, ocasionados por las desastrosas
políticas de su gobierno durante estos tres años y medio? Si nos atuviéramos
estrictamente a las reacciones de “los mercados”, pareciera que sí: sube el
Merval, vuelan los bonos, baja el riesgo país, baja el dólar.
Por supuesto que no
es necesario ser muy agudos para advertir que nada de eso cambia la situación
concreta de la gente de a pie: el sueldo sigue sin alcanzar, sigue costando
llegar a fin de mes, hay incertidumbre por el empleo y la actividad económica
real se sigue desplomando, siguen subiendo los precios de los productos
esenciales de la canasta familiar; y nada indica que eso vaya a cambiar en lo
inmediato.
¿Qué leen entonces
“los mercados” en el anuncio de la fórmula oficialista, y que explicaría tanta
euforia? Leen lo que suponen será una garantía más eficaz para la preservación
de sus intereses: un consenso político (en teoría más amplio) entre el gobierno
y parte de la oposición, que garantizará la plataforma para el ajuste que se
viene, más profundo aun que el que ya vivimos, y que generará los excedentes
necesarios para el pago puntual de la deuda; extraídos claro está de un mayor
sufrimiento de los sectores mayoritarios de la sociedad.
Lo había dicho hace
un tiempo Macri, cuando le preguntaron que haría si fuera reelecto: lo mismo
que viene haciendo, pero más rápido. Hace unas horas lo dijo Rogelio Frigerio
(a quien le atribuyen ser el autor de la idea Pichetto): la fórmula oficialista
es una buen noticia porque “amplía los consensos necesarios para hacer lo que
hay que hacer”.
Como él no lo dice
con todas las letras por razones obvias, lo decimos nosotros: reforma laboral
flexibilizadora, reforma previsional ajustadora, profundización del ajuste
fiscal. Eso que este mismo gobierno trató de hacer o hizo a medias en diciembre
del 2017 con el apoyo (entre otros) de Pichetto, y no pudo porque se encontró
con resistencia social. Tan entusiasmados están que dan por descontado que ganan, y ya avisan que si eso sucede, sacarán por DNU la reforma laboral.
Ayer en medio del
festival de anuncios sobre el cierre de la presentación de las alianzas, pasó
desapercibida una frase muy aguda de Felipe Solá, cuando le pidieron su opinión
sobre el pase ahora formal de Pichetto al oficialismo: dijo que lo importante
del lugar político en el que cada uno elige estar, es que es el modo de definir
que intereses aspira a representar.
Y dio en el clavo,
porque por más que la quieran reducir a un puro asunto de marketing o
estrategia electoral, la política sigue siendo esencialmente un asunto de
representación de intereses sociales, lo que no supone necesariamente el
conflicto, pero tampoco lo descarta: cuando se agotan las chances de alcanzar
consensos entre intereses contrapuestos o las posibilidades de arbitrarlos, hay
que elegir a cuáles se aspira a representar.
De allí que no hay
que perderse tanto en el análisis de las arquitecturas electorales confundiendo
la búsqueda amplia de consensos políticos, desatendiendo este aspecto esencial:
la capacidad de representación de intereses, y la voluntad de hacerlo.
Con mucha claridad
lo dijo esta misma semana Cristina en Santiago del Estero, hablando de la
restricción externa y el pago de la deuda: si llegara al gobierno la principal
oposición, tiene la intención de pagar la deuda, pero los dólares hay que
sacarlos de algún lado. Y precisó: no se los podemos pedir ni a los cartoneros
de Grabois, ni a los camioneros de Moyano.
Si hubiera sido
candidata de la izquierda, hubiera dicho “que la crisis la paguen los
capitalistas”; pero como lo es en representación de la casi totalidad del
peronismo, dejó en claro quienes no la tienen que pagar, que son los
trabajadores.
De allí que uno
comprende que por las exigencias de la comunicación política electoral, el
nuevo frente sea “Todos”, pero está claro que “todos no son todos”
porque a todos no se los puede representar, al mismo tiempo y con la misma
propuesta política: hay que elegir a quien. En todo caso lo deseable es que los
representados (es decir, aquellos cuyos intereses se quiere defender, en
términos políticos) sean muchos, que son los que hoy están sufriendo el efecto
de las políticas del gobierno de Macri.
Terminada la etapa
del cierre de alianzas y con el armado de las listas por delante, más allá de
si habrá o no PASO presidencial al interior del principal espacio opositor, o
de como se terminarán resolviendo las exigencias de la vanidad de Massa, este
es el aspecto central que debe resolver la oposición si quiere ganar las
elecciones, y llegar al gobierno.
Y si bien está
claro que esa idea (la de asumir la representación de determinados intereses)
es precisamente la que presidió e inspiró la convergencia de sectores hacia la
conformación del frente, debe hacerse explícita en su propuesta política, y en
su formato de campaña. TuitS relacionadoS:
Lo que no quita que la política siga siendo -lo asuma o no- representación de intereses. Y la gente termina votando al que cree que representa su interés, más en contextos de crisis económica.— La Corriente K (@lacorrientek) 13 de junio de 2019
Hoy nos reunimos con @alferdez y los compañeros y compañeras del Frente Sindical para el Modelo Nacional, de la CTA de los Trabajadores y la CTA Autónoma.— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) 13 de junio de 2019
Nuestra prioridad es el trabajo. Lo vamos a recuperar entre todos y todas. pic.twitter.com/vA1fARQ1lF
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