LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

lunes, 26 de septiembre de 2022

AL FINAL LA VIDA SIGUE IGUAL

 

Todos podemos tener nuestra propia composición de lugar de cuáles hubieran sido las consecuencias si el atentado contra Cristina hubiera tenido éxito, pero algo es seguro: el país hubiera entrado en una espiral de conmoción política e institucional de imprevisibles alcances. Sin embargo, que Sabag Montiel no haya conseguido su propósito no significa -o no debería significar- que todo siga igual como si nada hubiera pasado, menos cuando de los avances de la investigación se van conociendo detalles que dan por tierra con las teorías del "lobo solitario", o los "loquitos sueltos".

Sin embargo, si nos atenemos a los titulares de los medios e incluso a la actividad política en los lugares institucionales donde ésta se desarrolla (la Casa Rosada, los ministerios, el Congreso) pareciera que el 1° de septiembre hubiera sido un día más, sin consecuencias en los posteriores.

Empezando por la situación de la propia Cristina, que sigue padeciendo en carne propia la persecución judicial como si gobernara Macri, materializada en un juicio bochornoso que muestra el grado de podredumbre al que llegó la justicia en nuestro país. Podredumbre frente a la cual el gobierno no hizo nada, y ya ni siquiera amaga: el proyecto para ampliar el número de miembros de la Corte tuvo su origen en los gobernadores peronistas, y tampoco es seguro su destino final; pero de la limitadísima reforma judicial que el gobierno planteó en su momento y duerme en los cajones de la Cámara de Diputados, ya ni el presidente ni su ministro de Justicia comentarista -como casi todos- en las redes sociales, hablan ya.

Siguiendo con la oposición, que pasó de minimizar el atentado a ponerlo bajo sospecha como algo armado, para acto seguido echarle la culpa a Cristina por generar violencia, palabras, palabras menos. Eso, y rechazar de plano cualquier intento de diálogo político del gobierno -que ni siquiera llegó a formalizarlo-, tanto como rechazan hacerse cargo de los evidentes vínculos de la "banda de los copitos" con legisladores y dirigentes de JxC, o de su responsabilidad en la generación de un clima de intolerancia que es caldo de cultivo para la violencia política: si alguien pensó que el intento de magnicidio abriría allí un espacio para la reflexión, se equivocó de cabo a rabo.

Y continuando con el gobierno, que sigue como si nada en la misma nube de pedos en que estaba antes del atentado, como si la posibilidad cierta de que mataran a la principal electora, referente política y arquitecta de la coalición oficialista no lo afectar, o fuera algo con lo que no tenga nada que ver, ni siquiera en las responsabilidades más obvias y elementales, como garantizarle su seguridad. Quizás muchos no repararon en esa parte del alegato de Cristina ante los jueces, pero dijo sentirse desprotegida, como viviendo bajo estado de sitio, y eso es responsabilidad del presidente y sus funcionarios.

Ni hablemos del rumbo de la economía, en lo que el envió inicial de la llegada de Massa se fue diluyendo entre concesiones a las distintas fracciones del capital con gestos "ofertistas" (desde el dólar soja hasta la promesa presidencial a la petrolera de "reglas de juego estables" en Houston), gestos de alineamiento con los Estados Unidos e indicadores macroeconómicos que pueden ser positivos (como la baja en el desempleo), que conviven con otros catastróficos; como una cada vez más desigual distribución del ingreso, y una inflación que no baja del 6 % mensual, e incluso es alimentada por medidas oficiales como los aumentos de tarifas, telefonía fija y móvil o servicios de internet que se oficializaron el viernes.

Al "dólar soja" le siguieron la reculada en la suba de tasas de interés a los productores que retenían cosecha, y en la restricción para la compra de dólares al tipo de cambio oficial, al mismo sujeto político y económico: pruebas de un gobierno que no parece registrar que sus apoyos electorales fueron otros, a los que se debe en primer lugar. En éste contexto, hasta el mismo movimiento gestado por un grupo de gobernadores para suspender las PASO nacionales del año que viene parece más la aceptación resignada de una derrota electoral que se entiende irreversible, que una estrategia ganadora, o para reducir daños.

O también se puede leer que ninguno de ellos tiene aspiraciones presidenciales ni de impulsar o un candidato propio, porque saben -o entienden - que no hay chances de que el peronismo vuelva a ganar para seguir siendo gobierno, y serían un desgaste inútil. En cualquier caso, si al peronismo de la derrota (conceptual, por la apelación sistemática al posibilismo y la "correlación de fuerzas", actitudinal, por la predisposición a hacer concesiones a quienes jamás nos votarían) que nos gobierna le suma un peronismo "institucional" que no juega a ganar y ni siquiera leyó el mensaje que arrojaba la movilización popular en defensa de Cristina, el panorama es difícil, por no decir sombrío.

Porque la oposición seguirá en lo suyo, donde tiene sus propios quilombos para definir liderazgos, alianzas y candidaturas; pero si de éste lado no se percibe un rumbo claro, acorde a los deseos de la mayoría de los votantes del FDT y de los que podrían volver a votarlo, y la decisión de transitarlo pase lo que pase y cueste lo que cueste (rumbo que nunca podrá ser hacerle el trabajo sucio a la derecha, no al menos si se quiere ganar una elección), es más o menos como si los disparos de Sabag Montiel hubieran salido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Moroni. Soria. Anibal Fernandez.
Trabajo. Justicia. Seguridad.Inexplicable que sigan en sus cargos.
¿hasta cuando?
Van a liberar fuerzas que después se vuelven incontrolables.
El Colo.