Un año atrás empezaba todo el proceso que nos llevó hasta el punto en el que estamos, a semanas de una elección crucial a la que llegamos habiendo salido terceros en unas PASO disputadas contra Drácula y el Hombre Lobo, más o menos.
En realidad, eso podría leerse -con justicia- como una simplificación, porque la cosa comenzó mucho antes, quizás desde el momento en el que decidieron por nosotros que no había que aplicar el programa electoral votado por amplia mayoría en el 2019, y reemplazarlo por excusas, aun antes de los condicionantes que impusieron la pandemia, la deuda, la sequía o la guerra.
Pero hace exactamente un año le gatillaban dos veces en la cabeza a Cristina frente a una multitud en la puerta de su casa y salvaba su vida de milagro, en un hecho que marcaba hasta donde habían escalado los discursos de odio, y su concienzuda construcción de un enemigo demonizado, cuya supresión física era no solo admisible, sino justificable.
Se ha dicho bastante -y es cierto- que ese hecho dramático marcó claramente el nivel de la fisura en el pacto democrático que sostenemos los argentinos con esfuerzo hace 40 años, tanto que aun hoy seguimos esperando que lo repudien algunos sectores de la política (que no casualmente compiten con nosotros en las próximas elecciones, con chance); y -sobre todo- que si algo pasó con el intento de magnicidio durante este año, es que ha reinado la más absoluta impunidad.
La justicia que éste gobierno que votamos pensó que podía "autodepurarse" se dedicó con esmero a borrar pruebas, clausurar pistas y hacer como que investiga sin investigar nada; en especial a los autores intelectuales del atentado, sus financistas y sus terminales políticas, que están a la luz del día y conocidos por todos.
Frente a esto, la reacción de las fuerzas de lo que en su momento se armó como "Frente de Todos" para sacar al macrismo del poder, y la nuestra propia, fue decepcionante: la tocaron a Cristina, le quisieron volar la cabeza y la volvieron a vejar negándole justicia, como se la negaron en todas las causas que le armaron por años, para sacarla de la cancha; y no se armó quilombo, ni hicimos nada, al menos nada sostenido en el tiempo con convicción, con la entidad necesaria como para cambiar las cosas.
Y en el sentido estrictamente político, el intento de Sabag Montiel tuvo pleno éxito, además de impunidad: es inevitable pensar que la decisión de Cristina de no ser candidata a nada en las elecciones de éste año terminó de madurar en el mismo momento en el que tomó conciencia de lo que había estado a punto de sucederle, y de nuestra tibia reacción posterior. La nuestra y la de toda la dirigencia política en su conjunto, incluida la del FDT, sobre todo ella.
Desde ese lugar, el atentado también dejó en claro que un peronismo desflecado, sin conducción -corrida Cristina del centro de la escena, queda en claro lo que siempre se supo: reina el más absoluto vacío, y casi nadie está a la altura de las circunstancias- ni proyecto, simplemente reducido a agitar -sin demasiada convicción- el fantasma del retorno de la derecha explícita como principal -si no única- estrategia y discurso electoral.
Nos vieron fáciles entonces, y por eso decidieron borrar del mapa a Cristina, y nos ven desorientados y huérfanos de representación hoy, y por eso se animan a proponer lo que parecía improponible (destruir la educación y la salud públicas, desmantelar la red de protección social, eliminar los derechos de los trabajadores), y mal no les va, en términos electorales.
En cierto sentido, es como si nos hubieran puesto una pistola en la cabeza a todos y no solo a Cristina, para quebrarnos la voluntad y poder someternos más fácilmente, y que nos resignemos. Pero no fue solo Sabag Montiel el culpable, ni del atentado contra ella, ni de el estado de postración en el que estamos nosotros: eso sería confundir las consecuencias, con las causas del fenómeno.
4 comentarios:
La militancia quiso reaccionar pero se les bajo linea q no. Creo q esa decision estuvo acertada. El propio gobierno no la cuido ni empujo el esclarecimiento del hecho, la justicia es manejada por los que promovieron el atentado, las fuerzas de seguridad no le responden al gobierno y finalmente el aparato mediatico/propagandistico tambien es controlado por los q promovieron el intento de asesinato. Ninguna reaccion hubiera llegado a nada y con costos lamentables. La encerrona es muy grande.
Lindísimo el video de La Cámpora.
Pero ¿no se les ocurre alguna otra actividad contra los responsables del intento de asesinato?
¿O hay que esperar la repetición y que no fallen?
El Colo.
Fijense como todos se la agarran con La Campora. La juventud que milita, participa y se preocupa por el futuro del pais es estigmatizada, vilipendiada y el proximo objetivo del Poder. La oposicion y tambien muchos sectores del peronismo los quieren eliminar. Y buscan que reaccionen, quieren tener una excusa aunque sea nimia para reprimir y perseguir a los jovenes.
Lo que le ha hecho el progresismo a esta gente es de terror
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