La cumbre del G 20 terminó dominada por las posturas frente al pedido de EEUU de intervenir militarmente en Siria; cosechando más rechazos que apoyos.
Incluso algunos de sus aliados (Francia y el Reino Unido) apoyan el pedido yanqui, contra la opinión mayoritaria de sus propios ciudadanos, y en el caso inglés, contra la del Parlamento.
La Argentina (a cuyo gobierno acá muchos acusan de pro-yanqui por el acuerdo YPF-Chevron) se opuso a la intervención, y reclamó (al igual que Rusia, Brasil y todos los BRIC'S) que la cuestion sea discutida en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que para eso está; aunque hoy esté devaluado como todo el sistema multilateral.
Paréntesis sobre Brasil: EEUU pide apoyo para su nueva aventura militar a un país al que le debe explicaciones por haber espiado a su propia presidenta.
Se da así la (aparente) paradoja de que un gobierno como el argentino, acusado en el plano doméstico de no respetar las instituciones y de llevarnos a "estar aislados del mundo", defiende en el plano internacional una mínima institucionalidad (jaqueada por las lógicas imperiales que la crearon), pensada para resolver situaciones complejas como la de Siria.
Cristina (con Lanata y las Seychelles a cuestas) pidió en el G 20 medidas más severas contra los paraísos fiscales y los fondos buitres, dos cuestiones íntimamente vinculadas entre sí, y con la ya prolongadísima crisis financiera internacional; cosechando tibios respaldos, sobre todo de EEUU.
Probablemente porque esos fondos aportan a la campaña electoral de los republicanos en USA, y hoy Obama está buscando su apoyo en el Congreso para la invasión a Siria.
Los tribunales de EEUU vienen fallando a favor de los fondos buitres en su pelea con la Argentina, con criterios que pondrían no sólo en peligro la reestructuración de nuestra deuda instrumentada en los canjes del 2005 y 2010, sino la confiabilidad de la plaza de Nueva York para efectuar pagos a los acreedores o tenedores de bonos de deuda soberana; razón por la cual muchos de ellos respaldan la postura argentina.
Una postura que es mirada con atención además por países que podrían tener que afrontar en un futuro no muy lejano drásticas reestructuraciones de su deuda (como España o Italia), y no habrán visto con agrado la reticencia yanqui a condenar a los fondos buitres; mientras ellos (a riesgo de acrecentar su ya alta impopularidad en sus respectivos países, como Rajoy) apoyaban la intervención militar en Siria.
Como lo hizo el presidente de Francia, el socialista Hollandé (a cuyo triunfo electoral asistió eufórico Binner), que sin embargo se constituyó como "amicus curiae" en la causa de los fondos buitres contra la Argentina en los EEUU, apoyando la postura de nuestro país. Los mismos buitres a los que Binner dijo (cuando el embargo de la fragata Libertad) que había que pagarles de contado.
Bien sabe Hollandé que, aunque la deuda pueda no ser un problema inmediato para Francia, lo será sin dudas para otros vecinos (a los citados España e Italia, sumemósle Portugal y Grecia); y a la larga el sacudón lo soportará toda la Unión Europea.
España -enfrentada a la Argentina por el reclamo de Repsol por la expropiación de YPF, hoy planteado en el CIADI- ofreció a nuestro país trabajar diplomáticamente en conjunto los reclamos por Gibraltar y Malvinas, por tratarse de dos situaciones coloniales con rasgos comunes.
Mientras acá siguen las protestas por las "claúsulas secretas" del convenio YPF-Chevron, el juez Griesa acaba de habilitar a los fondos buitres a buscar activos embargables de la petrolera estatal y de ENARSA, para afianzar sus reclamos; una de las razones por las que ciertas cláusulas del acuerdo petrolero permanecían confidenciales: para evitar embargos en las cuentas de YPF.
En el marco de la campaña electoral y de la discusión de la reapertura del canje en el Congreso, muchos sectores de la oposición vienen planteando que la Argentina vuelva a acceder a los mercados internacionales de crédito (como si solo fuera cuestión de proponérselo) y tome deuda sobre la base de que las tasas internacionales están bajas, según algunos para financiar obras de infraestructura (los radicales por ejemplo), según otros (Prat Gay por caso) para pagar la deuda vieja con la nueva; algo que ya se ensayó en el pasado, con los resultados conocidos.
Sin embargo en la misma cumbre del G 20 los BRIC'S (sobre todo Brasil, India y Sudáfrica) plantearon a EEUU la necesidad de coordinar con la Reserva Federal lo que denominan "el fin de los estímulos"; es decir el cambio de la política de tasas bajas e inyección de dólares a los mercados (emitiendo a lo pavote, ¿vieron?) para apuntalar los niveles de actividad y salir de la crisis.
Y el pedido obedece a una razón muy sencilla: están sufriendo en sus respectivos países una brusca aceleración de la salida de capitales que devalúa crecientemente sus monedas; dólares que se van a los EEUU en busca de mayores tasas de interés que fijaría la FED.
En ese contexto, volver a salir a los mercados a tomar deuda, sería altamente irresponsable y sólo empeoraría las cosas, sobre todo a futuro.
Como se ve a éste acá, y con las mínimas puntualizaciones del caso a nuestro cargo, un simple repaso de los hechos que rodearon a la cumbre del G 20, y del contexto en el que se dio la discusión allí.
Que demuestran como el mundo, las relaciones internacionales, aun las bilaterales entre los países, son bastante más complejas de como las cuentan por acá muchos, en el debate político local.
2 comentarios:
Con todo respeto, lo de Griessa fue desmentido.
¿que dirá ahora el traidorcillo entrerriano del "gobierno mas proyanqui de la historia?
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