LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

jueves, 30 de noviembre de 2017

EL MENSAJE Y LA RESPUESTA


Acaso tengamos que terminar agradeciéndole a la sinceridad brutal de Gabriela Michetti y Patricia Bullrich allanarnos bastante un camino demasiado complicado a veces por las complejizaciones teóricas que ensayan algunos para definir al macrismo, e ir dejando atrás por inútiles las discusiones sobre cuan “nueva” y “democrática” es la derecha que nos gobierna.

Tras dos años de gobierno de Macri, algunas cosas van quedando más que claras, a poco que se las quiera ver. Por ejemplo, no hay otro plan económico que rebajar salarios, recortar derechos en beneficio del capital y crear las condiciones necesarias para la valorización financiera y la fuga de capitales, ni lo habrá: nada de “desarrollismo” aggiornado, ni “plan de reconversión industrial” para convertirnos en Australia, ni cosa por el estilo.

Del mismo modo que no hay otro plan político que la cooptación (por la seducción o la apretada) de la oposición política y social “disponible”, y la criminalización y represión (por los carpetazos judiciales, las balas de goma o las de plomo) de la no asimilable.

Otro tanto vale para la discusión sobre si este gobierno es o no la dictadura: la única diferencia perceptible a la primera mirada es la legitimidad de origen, y la única consecuencia práctica del distingo serían los modos de ejercer la “resistencia a la opresión”; siendo que a su vez ese es un debate saldado en la democracia argentina hace tiempo; de allí que cuando algunos ensayaron el retorno a la lucha armada (por caso el levantamiento de La Tablada) cayeron en el más completo aislamiento social y político.

Aclaraciones que parecen obvias, pero que es preciso hacer en un contexto en el que el gobierno desempolva todo el arsenal teórico de la doctrina de la seguridad nacional, para diseñar un enemigo interno de trazos borrosos (hoy son los mapuches, mañana puede ser cualquiera), sobre el que poner el foco para distraer de su agenda real, y sobre el que descargar toda la furia descontrolada del aparato represivo del Estado.

Clarificado ese punto, la gravedad del retroceso democrático protagonizado desde el Estado a partir de la llegada de Macri a la Casa Rosada interpela a la reacción de la sociedad civil, para que respondiendo a nuestras mejores tradiciones, profundice las herramientas que la misma democracia brinda, para no dejarse ganar por el miedo paralizador, que es lo que busca el gobierno.

Que el ajuste no cierra sin represión no es solo una frase hecha para simplificar análisis de procesos complejos, sino una constatación histórica; desde  la cual el mensaje de Bullrich (y el de Macri, cuando habla de detenerse ante la voz de alto) fueron claros, y sus únicos destinatarios no fueron los mapuches, ni la RAM.

También les cabe a los sectores díscolos de la CGT, a las CTA, los movimientos sociales y  a cualquiera que pretenda organizarse y movilizar en defensa de sus derechos: les están diciendo ojo con lo que van a hacer, ojo con protestar y ojo con la forma y la intensidad de esas protestas.

Desde las elecciones para acá el gobierno viene sobreactuando su capacidad de imponer la agenda (lanzando una batería de reformas que sabe social y políticamente intragables, e indefendibles en condiciones de debate abierto) y las muestras de autoridad y control del proceso, en fase represiva. Se dirá que en principio son guiños tendientes a fidelizar su propio electorado, pero lo cierto es que erosionan severamente el piso democrático común.

Como se dijo, la gravedad del cuadro interpela a la dirigencia social y a la oposición política: saldada la etapa electoral, sería un error fatal de su parte interpretar el resultado en espejo con la lectura del gobierno (como lo hacen los gobernadores, el pichettismo del Senado y la conducción de la CGT); y rendirse ante la evidencia de que ciertas políticas por regresivas que parezcan, gozan de un apoyo social extendido, y por ende no se las puede resistir, ni confrontar con ellas.

Un error que solo alimentaría la pulsión autoritaria de un gobierno que da muestras diarias de una vocación irrefrenable por concentrar poder, y ejercerlo sin escrúpulos ni reparos de ninguna naturaleza; de lo que no se pueden derivar otras consecuencias que no sean el agravamiento de la tensión política y social, y el deterioro del sistema democrático.

El cuadro interpela también a “Corea del Medio”, porque el proceso político argentino asume contornos de una nitidez tal que no admite ambigüedades ni “sorpresas”, que a esta altura de los acontecimientos inevitablemente deben ser leídas como complicidad: los Tenenbaum y Caparrós de la vida tendrán que hacerse cargo que por muchísimo menos que lo que está pasando hoy en la Argentina, ellos pintaron al kirchnerismo como una dictadura en ciernes o en acto, contribuyendo a que llegáramos a éste punto.



Ellos también son culpables de esto, que no crean que podrán zafar expresando alguna disidencia puntual para despegarse, o apelando a las inexistentes “fuerzas democráticas de Cambiemos” para que contrapesen los desbordes autocráticos del gobierno.

Todos los que ocupan responsabilidades institucionales emanadas de la voluntad popular (desde el presidente a los legisladores, pasando por los gobernadores o intendentes) tienen el mismo nivel de legitimidad de origen, que los legitima para ensayar las soluciones institucionales que la Constitución establece para preservar el estado de derecho; herido de muerte hoy en el país

Por lo pronto y en lo que a la oposición respecta (votada precisamente para eso: para oponerse) debe practicar el bloqueo parlamentario a las iniciativas más nocivas que promueve el gobierno (en la práctica, casi todas), y si cuadra, apelar a otras herramientas como el rechazo de todos los DNU emitidos por Macri; ni hablemos del juicio político, simplemente porque los motivos sobran (desde Macri para abajo, para todo el gabinete), pero los votos faltan. Aunque más no sea plantear las cuestiones, para no convalidar la farsa.

No se trata de vehiculizar institucionalmente simples discrepancias políticas con un programa de gobierno, sino de actuar rápido y con decisión en defensa de la democracia; frente a un gobierno que avasalla instituciones, despliega un poder con pretensiones de omnímodo, mantiene presos políticos, reprime la protesta social y viola derechos fundamentales; desoyendo incluso los mandatos imperativos de los organismos internacionales de los que el país es parte.  

Un gobierno que erosiona día a día su propia legitimidad, comportándose por fuera del contrato democrático, al que debe enfrentárselo con firmeza y decisión, sin ambigüedades, con todos los resortes que esa misma democracia pone a nuestro alcance, en la calle, en el Congreso y en todos lados. 

El mensaje del gobierno fue claro y contundente; la respuesta del otro lado debe ser exactamente igual, o para ser más precisos: gozar de los mismos atributos. Como la marcha de ayer al Congreso, o como las condenas a los genocidas de la ESMA, por ejemplo.

Y vista desde ese lugar, la conducta de los senadores del FPV/PJ (elegidos para ser opositores) que acompañaron el saqueo a los bolsillos de los jubilados no puede ser peor, ni encuentra justificación posible (son parte de los que van en verde en el tablero).



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Anal Medina Reloaded jajajaaaa

Anónimo dijo...

Al traidor, ni olvido ni perdón.