(*)
Mauricio Macri dice que
pasó gran parte de su vida luchando contra los prejuicios que los demás tenían
sobre él. (Sí, le decían vago, burro e inútil, y luchó hasta que unos 15
minutos después se cansó, porque no terminaba de entender para que luchaba) Ahora,
sobre la mitad de su primer mandato como Presidente, (Ahora el burro sos
vos, Majul, ya pasó la mitad del mandato) todo parece indicar que tendrá
que seguir peleando contra "ese fantasma", por lo menos, hasta que le
entregue la banda a su sucesor o sucesora. (Decíle que no le dé bola y pelee
contra otras cosas más tangibles, como la inflación, ponéle. Y por la banda que
se la quede nomás: los Caputo, Quintana, Calcaterra y Aranguren se llevan mejor
con él que con nadie. A menos que esté pensando en acogerse a la ley del
arrepentido para zafar) Cuando está muy relajado (O sea, todo el tiempo)
y tiene ganas de hablar (Y te llama) o cuando mira para atrás (¿Por
si le van pegar un huevazo o algo?) y
piensa hasta donde llegó, Macri suele confesar que "siempre lo
subestimaron". No es difícil hacerse una composición de tiempo y de lugar.
No es imposible imaginar el contexto y las circunstancias. (Seguro: un hogar
pobre, una infancia llena de privaciones, la apremiante necesidad de salir a
trabajar desde la más tierna infancia para poder llevar algo de comida a la
casa) La pesada, potente y enorme sombra de su
padre Franco pudo haber sido su primer gran escollo. (Raro, porque por lo
general las sombras no tienen peso ni densidad, pero a lo mejor no todo lo que
se decía sobre las condiciones del joven Mauricio eran prejuicios) Su
apellido italiano de nuevo rico en un colegio irlandés tampoco le debería haber
jugado a favor. (Cierto, en el Cardenal Newman le hacían bullying llamándolo
“el tanito hijo del albañil”) La manera en que Franco lo incorporó al Grupo
Socma, (Porque no le quedaba más remedio, y quería saber si servía para
algo, o había sido un polvo al pedo. Después le encontró el puesto: director de
empresas fantasma) la forma en que lo maltrató frente a otros ejecutivos y
lo desautorizó una y mil veces también lo podría haber desanimado de manera
definitiva. (No tanto como para no querer cobrarse vengan luego, haciendo un
juicio para declararlo insano y quedarse con las empresas, digamos todo. Y
menos como para no aceptar figurar como director de unas 20 off shores en
paraísos fiscales)
Sin
embargo, según quienes lo conocen bien, lo usó como argumento para irse bien
lejos de todo aquello (No tan lejos, Luis, siguió siendo director de las
empresas de la familia hasta por lo menos el 2009) y aterrizar en uno de
los dos clubes más populares de la Argentina, donde, ni bien cruzó la puerta,
también fue subestimado y descalificado. (Es que ya tenían muchos
delincuentes, como el Abuelo) Se entiende: en un ambiente en el que hablar
"con la papa en la boca" equivale a transformarse en sapo de otro
pozo, (Pero claro, más cuando estás rodeado de académicos de la lengua como
Angelicci, los jugadores de fútbol o el “Rafa” Di Zeo) ser aceptado,
querido y respetado, (Aceptado porque no les quedaba más remedio: en 15 años
Boca había ganado un solo campeonato. Lo demás lo vemos) habría resultado prima
facie, algo bastante extraño. Pero en Boca, sostienen los hombres del
Presidente, hizo su más difícil y desafiante cursus honorum. (Seguro,
no vas a comparar con ser presidente de Villa Dálmine) Allí se acostumbró,
en forma temprana, a ser maltratado y descalificado por buena parte de la
prensa deportiva. (Diez minutos, hasta que abrió la chequera y los compró a
todos, y lo puso a Fantino a lamerle el bigote, entre otras cosas) Allí
lidió con estrellas rutilantes y egos enormes como los de Diego Maradona,
Carlos Bianchi y Juan Román Riquelme. (Justo nombraste todos los que no lo
pueden ni ver, y lo sacaron cagando. No sería el mejor ejemplo de liderazgo,
Luis) En Boca, sostienen, aprendió a maximizar de manera exponencial sus
cálculos de ingeniero. (Y a estrenarlos, más que nada, porque hasta entonces
no se conoce que los haya usado nunca. Después, tampoco) Salvo el hecho de
que una pelota pegue en el palo y entre o salga desviada, lo determinante para
ser considerado el peor o el mejor, parece que Macri tuvo que esforzarse en
controlar todas las demás variables ajenas a la suerte. (Y salvo todos los
campeonatos que Boca ganó con Bianchi por definición por penales, digamos todo) Es decir: elegir el mejor director técnico, consensuar con él el
mejor jugador para cada puesto, (O sea, comprar el que le pedía el tipo
porque si no se le piantaba, y a la mierda el líder de la autosuperación
personal: los hinchas lo colgaban de un palco de la Bombonera) armar un
presupuesto acorde sin fundir al club (Y un fondo de inversión paralelo en
un paraíso fiscal para manejar la guita de las transferencias manejado por
Arribas, que algo ayudó, si no al club, a ellos dos) y, por supuesto,
presentar cada logro como si fuera único y esconder a los fracasos y los
problemas (Cualquier parecido con su presidencia, sería pura casualidad) con
un grito de gol o una compra muy ruidosa. (Como ahora, digamos, nomás que en
lugar de comprar jugadores compra senadores, diputados, jueces, periodistas y
sindicalistas. Y si no se venden, los carpetea y listo) Quienes lo
idolatran mencionan que fue el Presidente de Boca más ganador, con 17 títulos,
11 de ellos internacionales. Pero sus adversarios sostienen que no dejó al club
tan saneado (Jodéme que lo endeudó. Imposible, tratándose de algo manejado
por un Macri) y prolijo y que además, no combatió a la barra brava. (¿Vos
decís que no combatió la mafia de la 12? Dolor Ocaña)
¿Fue su
secuestro y posterior liberación, durante 1991, lo que le cambió
definitivamente la cabeza? (Ah, se supo entonces cuando se la vaciaron) ¿Fue
todo eso pero también Juliana Awada, su actual esposa, la que le modificó el humor y le dio
mayor templanza? (¿Celos, Luis? Es que lidiar con bolivianos atados a una máquina de coser
las 24 horas templa los espíritus mejor que nada. Los de los bolivianos, sobre todo)
Macri piensa que "ciertamente" algo maduró, pero de tanto en
tanto se "le suelta el indio". (Que no se entere Pato Bullrich,
que le manda la Gendarmería para que lo caguen a tiros) Es cuando empieza a
despotricar contra quienes, según él, como mínimo, le bajan el precio a sus
acciones (Es lógico, a nadie le gusta que lo caguen en los negocios) y,
como máximo, lo estigmatizan. Por supuesto: entiende que será muy difícil,
cuando no imposible, evitar que un 25 por ciento de los argentinos lo siga
viendo como un Presidente que es un hombre muy rico sin sensibilidad social, un
empresario que tomó el poder para seguir haciendo más y mejores negocios con
sus amigos, un sujeto frívolo y superficial, y alguien que extraña la dictadura
y promueve el gatillo fácil. (¿Solamente el 25 % de los argentinos lo ve
así? Ha visto, y estos chetos del orto eliminaron el programa que había lanzado
Cristina para hacerle los lentes gratis a la gente. Así estamos)
Mientras
se prepara para llegar a los 60 años, al jefe de Estado le cuesta
comprender por qué -después de lo que hizo en Boca y lo que sostiene que logró
en el gobierno de la Ciudad- todavía el círculo rojo y más de la mitad
de los argentinos no termina de confiar en que "sacará la Argentina
adelante". (Es posible que sea porque un país y un club de fútbol no
sean lo mismo, Luis, es una posibilidad que deberías manejar. Igual, manejar
uno de los dos clubes más grandes y el distrito más chico y rico del país y con
la mayor recaudación per cápita de todos no serían exactamente los mejores
ejemplos de situaciones adversas remontadas, como para que le tengan confianza.
Tampoco ayuda que sus 26 meses de gobierno hayan sido una completa cagada,
seamos justos) No termina de asimilar la enorme diferencia de percepción de
los principales líderes del mundo sobre lo que hizo desde que asumió en
diciembre de 2015 y la expectativa y la aceptación del "establishment nacional".
(La macana es que la terapia para que lo asimile estaría saliendo carísima,
y la pagamos todos) Bill Clinton le diría "es la economía,
estúpido". (Sonamos, tanto esfuerzo de superación para que lo vuelvan a
insultar, pobre Mau, así no hay autoestima que aguante) Y sus amigos más
reflexivos agregarían que en la Argentina, para ser un presidente exitoso con
un gobierno bien considerado, no basta con crecer todos los años un poquito y
bajar la inflación de manera gradual. Se necesita no agitar el fantasma del
dólar, el consumo en continuo ascenso y al mismo tiempo bajar la pobreza;
aumentar el trabajo formal y terminar con la inseguridad. (Los amigos
reflexivos son muy de decir obviedades, por lo visto. Como serán los que no
reflexionan) Macri está en el exacto momento en que un alto porcentaje de
la opinión pública duda de que pueda lograrlo tal y cómo lo prometió en las
campañas. (O sea, está al borde de irse a la mierda todo, y que terminen
teniendo razón los que lo subestimaban de chico. Años de terapia al pedo al
final, y con qué costo)
(*) Las
negritas son nuestras, el original, acá.
1 comentario:
Ustedes son crueles con luisito y su ofrenda de amor mal escrita, pobre, hace lo que puede, que es poquito, pero bueno, por lo que se sabe, cobra en pesos y es una injusticia elemental, todos los demás sirvientes amarillos cobran en dólares, euros; lo dicho, pobre luisito, él enamorado y lo discriminan...
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