El desafío del Indec: ir de la "normalidad" oficial a ser una institución ejemplar https://t.co/5wHzkvIM5G— LA NACION (@LANACION) 2 de abril de 2018
Renunció el director técnico del Indec por problemas de saludhttps://t.co/CzgjSZUCcp— TN - Todo Noticias (@todonoticias) 2 de abril de 2018
Los dos tuits de apertura son -como se ve- de ayer: uno corresponde al editorial de La Nación sobre el INDEC, y el otro al anuncio de la renuncia "por problemas de salud" de su director técnico, días después de que se difundiera el último indicador sobre los niveles de pobreza en el país; en el que ni los propios votantes de Macri creen.
El renunciante había reemplazado a Graciela Bevacqua, una de las "víctimas" de la intervención kirchnerista que el macrismo vino a rescatar del ostracismo, para luego despedirla al mes de contratada, para decretar la "emergencia estadística"; nombre de fantasía que reemplazó el apagón de datos por seis meses, para luego ir reconstruyendo cada indicador (pobreza, IPC, desempleo, nivel de actividad) sin empalmar con las series anteriores, de modo de poder comparar.
Bevacaqua aterrizó (no bien despedida de su cargo por el actual gobierno) acá en Santa Fe con un contrato para asesorar al IPEC (Instituto Provincial de Estadística y Censos) en la confección del IPC provincial, que por convenio con el INDEC se hace con la misma metodología que el nacional; es decir tomando la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de 2004-2005, en lugar de la más actualizada de 2013-2014.
Como sabemos, tal como hiciera Martínez De Hoz durante la dictadura al presentar un IPC "descarnado" excluyendo de la medición el precio de la carne para favorecer los aumentos de precios de su clase (la nucleada en la Sociedad Rural), al proceder de ese modo se subestima el peso de los servicios públicos en los gastos de los hogares; justo cuando el gobierno eliminó los subsidios y descargó los tarifazos.
El resultado no es neutro: la inflación oficial da más baja, y por ese índice se ajustan las jubilaciones, pensiones y la AUH, y a esa cifra pretende sujetar el gobierno la negociación salarial en las paritarias.
También impacta en menos valores del CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia), por el cual se ajusta la UVA (Unidad de Valor de Aquisición), la "idea estrella" del macrismo aplicada a los préstamos hipotecarios, que ya está empezando a dar dolores de cabeza a sus tomadores.
O sea: da la casualidad que el nuevo IPC le sirve al gobierno para lograr los propósitos políticos de ajustar el gasto público, hacer retroceder los salarios reales, y cuidar a parte de su clientela electoral; mientras sigue fomentando un negocio para los bancos. Deben ser casualidades.
Un IPC construido de ese modo (con baja indicencia de los servicios públicos en la estructura de gastos de los hoagres) también es grato a los intereses del socialismo acá en la provincia, donde vienen descerrajando sin parar desde el 2007 aumentos todos los años en todos los servicios públicos que prestan o regulan, y de los que fijan las tarifas: luz, agua, peajes en la autopista y las rutas provinciales, y transporte de pasajeros interurbano.
Debe ser por eso que no se han oído críticas de la otrora cáustica Bevacqua al nuevo IPC, para el cual ahora colabora, desde la bota santafesina. O acaso estemos en presencia de otra casualidad.
Tampoco se le oyeron cuestionamientos al nuevo índice de pobreza, ni a los intentos oficiales del gobierno de Macri por disolver, desguazar o vaciar de contenido el INDEC, según cual de los tres proyectos que andan en danza en las oficinas del Poder Ejecutivo nacional termine prosperando.
Menos aun se oyeron críticas en ese sentido de Cynthia Pok, la experta en medir la pobreza despedida del INDEC en diciembre pasado, justo antes de que se dieran a conocer las nuevas mediciones de ese indicador. Ninguna de las dos salió a los medios a dar su versión de los hechos sobre su salida del organismo, tampoco en su momento.
No hay gente sensible preocupada por la destrucción de las estadísticas públicas al estilo Gustavo Noriega (con tres contratos en el Estado, está en la misma situación que Bevacqua: donde se come no se manicurea) o Claudio Lozano; ni se sabe de convocatorias públicas a abrazar el INDEC para defenderlo, o cosas por el estilo.
Todo lo cual nos indica -en una aproximación preliminar al tema, sin tener datos definitivos como para arribar a una conclusión contundente- que la preocupación por la credibilidad de las estadísticas públicas sería otro mito urbano; y en todo caso se trataba de una herramienta para socavar a los gobiernos kirchneristas, a cuya eficacia nosotros contribuimos poniendo nuestra parte por cierto, digamos todo.
O dicho en idioma técnico: la confiabilidad de las estadísticas públicas a la mayoría de la gente y a los otrora opositores y hoy gobierno (y a buena parte de sus votantes) les chupa bien un huevo.
1 comentario:
xatamente
Publicar un comentario