LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

miércoles, 29 de agosto de 2018

VALORACIÓN DE CRISTINA


Docentes que vieron saldadas sus deudas salariales de años, o resuelta a falta de pago del incentivo, que comenzaron a tener regularmente paritarias nacionales, y a trabajar en escuelas nuevas, a las que llegaban las netbooks para superar la brecha digital y ayudar a igualar oportunidades.

Universidades públicas y sus docentes que vieron superadas décadas de restricciones presupuestarias y salarios de miseria que se encontraron con paritarias, fondos para equipamiento o investigación, ampliación de la infraestructura y nuevas carreras y universidades, Científicos repatriados, dignificados en su rol y en su condición e integrados a un proyecto de país que pensaba en el largo plazo.

Trabajadores de gremios industriales y de servicios que vieron recompuestos sus salarios, tanto que pasaron a pagar Ganancias, y otros que accedieron a la dignidad de un empleo en blanco por primera vez. Gremios que expandieron su cantidad de afiliados, mientras sus dirigentes reclamaban por mayor participación en el dispositivo político del oficialismo, o por cuestiones tales como la generalización de las asignaciones familiares, o la supresión de Ganancias.

Jubilados “viejos” que, sin pasar a ganar salarios europeos ni mucho menos, comprobaron como por primera vez en la historia el Estado se comprometía por ley a reajustarles los haberes, por lo menos dos veces al año, para que no perdieran poder adquisitivo. Jubilados (y jubiladas, sobre todo) “nuevos” de las moratorias que accedieron a un ingreso regular y a la cobertura del PAMI, cuando pensaron que nunca lo conseguirían.

Citamos así solo al pasar algunos de los colectivos sociales más beneficiados por las políticas del kirchnerismo en los gobiernos de Néstor y Cristina, en los que con toda certeza existen muchos votantes de Macri en el 2015, y de las listas de “Cambiemos” el año pasado. Un repaso rápido, sin contar a los sectores populares que están por fuera del circuito laboral formal, pero fueron alcanzados por las políticas de protección social (AUH, régimen del personal de casas de familia, Progresar, Qnita, Remediar): aunque también allí hubo quienes votaron por Macri, uno quiere suponer que fueron los menos, y que también metabolizaron más rápidamente las consecuencias, porque les llegaron más rápido y más dramáticamente.

No se trata de desplazar las culpas -como hace el macrismo- de nuestros propios errores políticos para colocarlas en la sociedad “que no nos comprendió”, sino de entender como la magnitud del ajuste y el retroceso en el reconocimiento de derechos (el que ya vimos, y sobre todo, el que se avecina, y ya nadie niega) genera una dinámica de aceleración del proceso por el cual las “demandas de tercera generación” o reclamos (legítimos) más “sofisticados” (dejar de pagar Ganancias, acceder al ahorro en dólares o a la vivienda propia, mejoras en los servicios públicos), dan paso a una pelea por las condiciones mínimas de subsistencia digna; porque el neoliberalismo arrasa sobre los “pisos” que se creían asegurados. Y agregamos: que nosotros mismos en un error voluntarista definimos como “irreversibles”.

Hoy día la sociedad (o al menos la mayoría de ella) está preocupada por mantener el empleo, conservar el poder adquisitivo de sus salarios devorado por la inflación, poder pagar las facturas de los servicios básicos, y si hemos de darle crédito a los propios documentos oficiales que están trascendiendo, por mantener beneficios elementales como una jubilación, las pensiones sociales o la Asignación Universal por Hijo; todo lo cual supone un desafío para la praxis política de los opositores a éste gobierno, para expresar esas demandas, y darle un cauce de salida a esas preocupaciones; al mismo tiempo que una invitación a la reflexión de los afectados sobre sus opciones políticas futuras, que no descartamos que muchos ya están haciendo.

No se trata de que el kirchnerismo haya hecho todo bien, ni tampoco de apelar a aquella famosa frase de Perón cuando decía que no haría nada para volver al poder, porque todo lo harían sus enemigos. Tampoco de que baste con decir que vamos a volver, e incluso con lograrlo, y volver iguales, porque como dice siempre Máximo Kirchner, tenemos que volver para ser mejores.

Sin desconocer las dificultades para volver por lo menos “iguales” (es decir, restableciendo ciertos derechos y situaciones existentes hasta diciembre del 2015 como “piso”), y sin desconocer tampoco que en todos los sectores que hemos mencionado al principio, tanto como en otros de la sociedad, hay quienes son irreductibles a votarnos, porque están sumidos en una espiral de odio que los cierra a toda capacidad de comprensión de la dinámica del proceso.

Pero lo cierto es que Macri ha hecho mucho para que muchos argentinos revaloricen de otro modo la experiencia kirchnerista, y dentro de ella el rol y las condiciones y capacidades de Cristina. Incluso aquellos que pudieron tener entonces legítimos motivos de enojo o crítica, o los que se distrajeron en cuestiones secundarias, perdiendo de vista lo central.  La historia, tarde o temprano, termina poniendo a cada uno en su lugar; está en nosotros aprovechar ese fenómeno, y traducirlo en votos.

Explicar, cuantas veces sea necesario y con toda la paciencia que haga falta, no tanto que se cumplieron los pronósticos de la “campaña del miedo”, como que si algo demuestra Macri en el gobierno, y sus políticas, es que en la política siempre hay conflicto; lo que supone que siempre hay algunos que ganan, y otros que pierden, con las decisiones que se toman desde la conducción del Estado.

Menos “Te lo dije” o “Yo te avisé”, y más inteligencia para transmitir que, dadas esas simples y contundentes verdades como datos de la realidad de los que no se puede escapar, el asunto es elegir al que pueda acomodar mejor las cargas, haciéndolas más parejas; no al que profundiza las desigualdades haciendo que la taba caiga siempre para el mismo lado: el de los que más tienen.

Porque es ahí donde se agiganta Cristina no ya en la perspectiva del pasado, sino en la proyección del futuro: porque ha sido la única que (gobernando, teniendo la responsabilidad de administrar) nunca eligió que los platos rotos los pagaran los que menos tienen, ni se la pasó convocando a sacrificios que ella no estuviera dispuesta a hacer y que además no son parejos para todos, como es la costumbre de Macri.

Y no es que le hayan faltado presiones para tomar atajos, e ir por el otro rumbo, por el que siguieron tradicionalmente todos los gobiernos hasta el 2003: el de los “ajustes dolorosos pero imprescindibles para tener un futuro mejor”, que nunca llega. Por eso Cristina es lo que es, y los demás (sobre todo los que la cuestionan desde la oposición) no le llegan ni a los talones, porque si les hubieran tirado a cualquiera de ellos con una porción mínima de la munición que descargaron (y descargan) sobre ella), ya no estarían en pie;y porque ninguno da garantías de que, llegado el caso, no haría más o menos lo mismo que está haciendo Macri "porque no quedaba otro camino". Tuit relacionado:

2 comentarios:

ram dijo...

A lo que yo le desconfío es al proceso previo a valorar a Cristina, por parte de aquellos que apostaron a esta porquería, si bien la realidad de los bolsillo flacos es indiscutible, es complicado que asuman que los tomaron - y efectivamente lo fueron y muchos aún son - de boludos... hay en el votante amarillo una autoestima chueca, no tan fácil de modificar...

oti dijo...

Muy buen post. Saludos.