LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

martes, 2 de febrero de 2021

LO INTOLERABLE

 


Desde la izquierda se le cuestionó siempre al peronismo su condición de movimiento burgués "conciliador", negándosele carácter e intención revolucionaria real. En "Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina", José Pablo Feinmann trae a colación la opinión al respecto de Milcíades Peña cuando sintetizaba el período 1945-1955 diciendo lo siguiente: "Sindicalización masiva e integral del proletariado fabril y de los trabajadores asalariados en general. Democratización de las relaciones obrero-patronales en los sitios de trabajo y en las tratativas ante el Estado. Treinta y tres por ciento de aumento en la participación de los asalariados en el ingreso nacional. A eso se redujo la "revolución peronista"."

Como bien señala Feinmann,  hoy, eso sería más que la toma del Palacio de Invierno, para agregar luego esta conclusión: " "No obstante, sea lo que haya sido Perón (cuesta, por otra parte, encontrar políticos intachables) siempre quedará eso a su favor. Dos cosas fundamentales: fue el que más irritó, incomodó, metió su más duro y grueso dedo en el trasero de la oligarquía. Y fue el que más le dio a los pobres. Que por eso lo recuerdan como a su querido "general". Y al que no le guste, que haga algo mejor. Se agradecerá.

Es decir, allí donde la izquierda vio un simple movimiento reformista que conciliaba clases en beneficio de la burguesía sin transformar nada a fondo, la oligarquía argentina vio una amenaza intolerable a sus privilegios, hacia la cual guardaría odio eterno, hasta hoy. Eso que Peña consideraba "poco" le costó al peronismo el bombardeo de la Plaza de Mayo, la revolución del 55', los fusilamientos del 56', la proscripción y el exilio de Perón, el secuestro del cadáver de Evita y al país 18 años de mentira política, con gobiernos inviables por estar proscripta la mayoría electoral y su líder en el exilio, sin que lo dejaran volver al país. 

Y después del 76', ya con Perón muerto, el peronismo fracturado y un con un fracaso en el gobierno que brindó la excusa perfecta para un nuevo golpe, un baño de sangre aleccionador, para que a nadie se le ocurriera repetir la experiencia. Ni siquiera en los momentos más álgidos de la guerra fría el temor al comunismo o la izquierda, fueron superiores para la oligarquía argentina que su odio visceral al peronismo.

Por una razón muy sencilla: el peronismo "podía ser" una amenaza real, en la medida en que imperaran mínimas condiciones de legalidad democrática, y -sobre todo- en la medida que persistieran las condiciones de injusticia que le dieron origen, y que esa misma oligarquía jamás estuvo dispuesta a modificar, resignando privilegios: nunca pasó por el imaginario de nuestras clases dominantes "ceder algo, para no perderlo todo".

Lo que sí hicieron -con agudeza- con el peronismo luego del 83', fue intentar "asimilarlo" o "integrarlo" al sistema que usufructuan, para que dejara de ser una amenazas potencial. Su mayor logro en ese sentido fue el menemismo, y de ese marasmo conceptual y político vinieron Néstor primero, y Cristina después, a rescatar al peronismo para volver a colocarlo en la ruta de sus mejores tradiciones históricas.

De allí que, como señalamos en los tuits de apertura, de la lectura que se haga de la experiencia kirchnerista (dentro y fuera del "Frente de Todos", pero sobre todo dentro) dependerá el curso de acción política que se tome, y de cual de los "peronismos" que conviven en el FDT prevalezca, dependerá el rumbo del gobierno de Alberto Fernández, y el futuro electoral en 2023. 

He aquí otra constante histórica: la condición del peronismo (y en un sentido más amplio, del movimiento nacional y popular) como territorio en disputa, entre las tendencias hacia la profundización de las transformaciones producidas y el acometimiento de las pendientes, y la tentación de no solo "dejar todo como está" para no poner en riesgo la "gobernabilidad" (léase las posiciones institucionales conquistadas), o lisa y llanamente la adopción del programa del enemigo, para no "profundizar la grieta".

Hablando de grieta: es curioso que, siendo como es que se habla todo el tiempo de la famosa "correlación de fuerzas" que impediría avanzar en ciertos sentidos, nunca se haga mención al carácter intrínsecamente intolerante -y hasta asesino, como lo demuestra nuestra experiencia histórica- de nuestra derecha oligárquica como el telón de fondo que "disciplina" a las fuerzas políticas, marcándoles lo que se puede hacer, o lo que no se debe ni siquiera plantear porque le resulta intolerable, y hará lo que sea para impedirlo.

La única -como siempre- que lo dice con todas las letras es Cristina, cuando dice que ése es precisamente el propósito final del "lawfare", la versión moderna de la persecución que padeció el primer peronismo. Y no es casual que sea el kirchnerismo (empezando por la personal de la propia Cristina, pero prolongándose a todo el que haya asumido determinadas posiciones en los gobiernos kirchneristas) su blanco predilecto, en los medios y en los tribunales.

Es -en palabras de Cooke adaptadas ala época- el nuevo "·hecho maldito del país burgués", o sea, lo más "revolucionario/transformador/progresista/reformador" (ponga cada uno el adjetivo que le parezca que corresponde) que en la Argentina se puede "ser" (no teorizar), y que esa misma oligarquía cerril, reaccionaria y asesina, no está dispuesta a tolerar. 

Y es llamativo también que esa misma condición intrínseca a nuestra derecha se use (sin nombrarla) como excusa para no avanzar en transformaciones, y nunca al revés: como una constatación que justifique impulsarlas, porque nunca la conformaremos, y siempre reclamará más; a menos que reduzcamos sus privilegios. Hasta en eso debería servir la experiencia histórica del peronismo: lo combatieron por sus avances, aunque lo hayan derrocado aprovechando sus errores. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El peronismo y la izquierda.

La izquierda, entendida como el marxismo, siempre ha estado en oposición al peronismo. Siempre ha Sido un enemigo (aliado de la oligarquía).

Y no puede ser de otra forma ya que su lucha de clases no encuentra terreno fértil en la cosmovisión peronista dónde todos los hombres dispuestos a trabajar son iguales.

El peronismo no incluyo nunca los principios marxistas de clases, ateísmo, materialismo, etc.

Por algo Perón dijo que el peronismo es lo que las 20 verdades dicen que es, ni más ni menos.
No entiendo porque cuesta aceptar eso.

Por otro lado, Perón dijo que si no resistió el golpe del '55 fue para evitar derramamiento de sangre, pero que en retrospectiva se había equivocado, y que debería haberlo enfrentado.

Así que no hay más que debatir.
Ni yankis ni marxistas. Contra el capital internacional y a favor del pueblo.

Los que votamos a Cristina como titiritera de Alberto confiamos en su capacidad para evitar el desbande del massismo. Para contener las fuerzas cipayas dentro de la alianza. Si no lo consigue, entonces se equivocó ella, o nosotros.

profemarcos dijo...

" se habla todo el tiempo de la famosa "correlación de fuerzas" Sí, Aníbal Fernandez anoche en C5N expñicando que "por eso no se avanza en nuevas medidas".