Hoy los argentinos vamos a las urnas en una PASO que funcionarán -como ha sido desde su instauración en el 2009- como una virtual primera vuelta, que prefigura los resultados de la elección general. Y así serán leídas, más allá de su función específica de seleccionar los candidatos de cada fuerza política, en los casos de aquellas que tienen competencia interna.
Acá no hemos seguido ni publicado encuestas, fieles a lo que hacemos en cada elección. Y en éste caso en particular, tampoco nos hemos expresado por uno u otro candidato dentro de los que compiten por "Unión por la Patria", porque creemos que lo importante es que sea cual sea el que se elija, los votos queden en ese espacio; que con todas sus contradicciones, ambigüedades y defecciones, es el único que está en condiciones reales de darle pelea en las generales a la derecha explícita.
Respetamos absolutamente todas las opiniones, incluso las de aquellos que hoy decidan no ir a votar o lo hagan en blanco, cosa que en absoluto nos sorprendería porque varios veces hemos dicho acá que aquello de la "insatisfacción democrática" de la que hablaba Cristina es una realidad tangible. Que por otro lado se viene reflejando como constante en las elecciones provinciales habidas hasta hoy.
Menos aun nos podría sorprender que los que opten por expresarse de ese modo sean ex votantes del "Frente de Todos" en el 2019, porque somos los primeros en reconocer que el gobierno que militamos y votamos no estuvo a la altura de las expectativas, y por esa razón es que perdimos más de 4 millones de votos en las legislativas del 2021.
Esta campaña electoral -tan parecida en muchas cosas a la del 2015- transcurrió bajo el eje de "votemos para que no vuelva la derecha", y la perspectiva (o amenaza) de que eso suceda es real, y concreta. Y por si alguno no sabe lo que eso significa, ellos mismos se ocupan de recordárnoslo a a diario, corriendo las fronteras de su horriblidad.
Tanto que ni siquiera -y en ésto ésta campaña sí se diferencia de la del 2015- intentan ya disfrazar lo que haría en el caso de volver al gobierno, y lo dicen con todas las letras de un modo brutal: reprimir la protesta social, recortar derechos, volver a endeudarnos con el FMI, ajustar. De modo que a ésta altura del partido nadie que los vote -poco importa si elige a Larreta, Bullrich o Milei- puede alegar haber sido engañado en su buena fe: si lo hace es porque acuerda con ese modelo de país, aunque se lo lleve puesto.
Dicho todo esto, lo cierto es que el peligro cierto de que vuelva la derecha se ha convertido en la principal -si no la única- razón para votar por "Unión por la Patria" hoy, y en las generales de octubre. No es poco, y una de las justificaciones históricas del peronismo y sus distintas construcciones frentistas ha sido siempre cerrarle el paso a la instauración de la Argentina gorila. Sin embargo, queda la sensación de que con eso solo no alcanza, y que si nos limitamos solo a esto, estamos conduciéndolo -al peronismo, al movimiento nacional y popular en su conjunto- hacia su definitiva esterilización histórica.
Algún día -no necesariamente hoy, pero más temprano que tarde- tendremos que reflexionar en forma colectiva como es que nos hemos colocado en ésta trampa, de la que parecemos no poder salir desde aquel 9 de diciembre de 2015 en que Cristina se convirtió en calabaza: constreñidos siempre a votar más por temor que por convicción, o por el mal menor para evitar uno mayor, más que con la esperanza real de transformar esta realidad injusta.
Se podrán argüir múltiples argumentos desde el "lawfare" hasta las "correlaciones de fuerzas", pero lo cierto es que hace casi una década que venimos haciendo concesiones y retrocesos (en programas, en metas, en candidatos, en alianzas), y perdiendo en el camino la audacia de intentar algo distinto, sin conseguir por eso dejar de ser perseguidos, estigmatizados y violentados, en todo sentido. Tanto que incluso quisieron matar a Cristina en vivo y directo, por televisión nacional.
Nadie está pidiendo imposibles, ni el asalto del Palacio de Invierno, ni revoluciones inimaginables en la Argentina de hoy. Simplemente llamamos a la reflexión sobre un fenómeno que no puede llegar para quedarse, porque los resultados serán los que estamos teniendo. Incluso una derrota a manos de esa derecha que ya nos venció una vez, y lo volvió a hacer en las legislativas del 2021.
Aunque esa reflexión no cambie en lo inmediato el sentido del voto por "Unión por la Patria" hoy y en las generales de octubre, porque sea un voto en defensa propia, frente al regreso de lo peor de la política argentina. Pero sin ella no habrá futuro, incluso ganando, y cerrándoles el paso. Tuit relacionado:
Esto bien lo podría haber escrito Natanson. Ahora se entiende bastante el por qué de nuestra deriva conceptual y política, si éste coso conduce la campaña: https://t.co/7hiIfiAK53
— La Corriente K (@lacorrientek) August 11, 2023
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