Tenemos que dejar de hablar de Milei, por lo menos por 60 días, que son más o menos los que faltan para la elección general. No tiene mucho sentido devanarse los sesos tratando de interpretar por qué lo votan, cuando parece bastante claro que, si un tipo al que hace menos de dos años no lo conocía nadie, junta 7 millones de votos a lo largo y a lo ancho del país, es porque todos esos votos están expresando que nada de lo que había en la góndola de las ofertas electorales -incluyendo "Juntos por el Cambio"- los expresaba, o todas las ofertas les parecían iguales de horribles.
Si el tipo quiere creer (como deslizó en su discurso del domingo a la noche) que lo votaron porque de golpe se volvieron todos devotos discípulos de Milton Friedman, es un problema de él. No hay que confundirlo a él y sus delirios o los disparates que dice con sus votantes, y las razones por las que lo terminaron votando. Mucho menos putearlos: no hay un solo caso conocido de alguien al que diciéndole que es un boludo que vota en contra de sus propios intereses, se lo haya convencido de cambiar su voto.
Y hablando de él y sus votantes todo el tiempo, lo único que conseguimos es hacerle la campaña, gratis: nada más productivo para el discurso berreta de "vamos contra la casta y sus privilegios" que ponerlo en el lugar de la víctima, o de la amenaza. Encima dejamos que nos robara la bandera de la rebeldía, porque no tuvimos el coraje -siendo gobierno- de arremeter contra ninguno de los privilegios reales que existen en la Argentina, que no son precisamente los que señala Milei.
Más productivo sería, en cambio, hablar de nosotros, y por qué no nos votan o dejaron de votarnos millones de personas, sea a quien sea que terminen votando, o hayan elegido votar en blanco, o directamente no ir a votar. Tampoco es que tengamos al día de hoy mucha autoridad moral para juzgar a nadie por votar en contra de sus propios intereses, cuando venimos consintiendo de modo bastante pasivo que desde 2019 para acá se gobierne en contra de lo que votamos cuando nos dijeron que íbamos a "volver mejores". La caridad bien entendida empieza por casa, y antes de señalar la paja en el ojo ajeno, veamos la viga en el propio.
Nos pasamos haciendo campaña alertando sobre los riesgos que entraña el retorno de la derecha al gobierno, mientras ejecutamos objetivamente desde el gobierno políticas de derecha, o como las que ejecutaría la derecha: ajuste del gasto público en términos reales, devaluación, suba de tasas, aumentos de tarifas. Antes y después de las elecciones, y no sabés cual de las dos cosas fue peor: si haberlo hecho antes, o hacerlo el día inmediato posterior a la paliza en las urnas.
Los derechos que hay que defender empiezan -por ejemplo- por el acceso a la comida o los medicamentos, y la defensa tiene que empezar hoy, porque da la casualidad que hoy están amenazados, y nosotros somos el gobierno, no la oposición que aspira a serlo. La inacción del gobierno, o peor aun, su acción desacertada, son la mejor campaña de Milei; tanto que si seguimos así, ni necesidad va a tener el tipo de hacer campaña para ganar. Si gobernáramos conforme al programa que votaron millones de argentinos hace cuatro años la vuelta de la derecha no sólo se haría imposible, sino fundamentalmente indeseable.
En cambio, planteamos la discusión en términos ideológicos, frente a una buena parte de la sociedad que no piensa en esos términos, y se autopercibe más allá de cualquier coordenada ideológica, y simplemente se preocupa por llegar a fin de mes. Por eso no debe sorprender que Milei proponga más ajuste aun que el que exige el FMI y lo voten, mientras nosotros -cumpliendo el acuerdo con el Fondo- ajustamos más, y nos dejan de votar: los que eligieron votarlo a él -y en ésto hay que reconocer que el discurso del orate tuvo eficacia- creen en el fondo que el ajustado será el otro.
En una sociedad en la que palabras como "peronismo" tienen cada día un significado más vacío y remoto, no tenemos -parafraseando a la marcha- "realidad efectiva que debamos a Perón" que exhibir, cuando ir al supermercado duele. Y sobre eso cabalga Milei, aunque en caso de llegar al gobierno los cague de hambre a todos, incluso peor.
Para terminar, los invitamos a repasar el contraste brutal entre la apelación épica a la militancia para encarar el tramo final de la campaña del domingo a la noche, con las medidas económicas que se conocieron el lunes por la mañana. Quizás sería bueno blanquear cual es el objetivo de acá en adelante, para no gastar épica al pedo: remontar las PASO y ganar las elecciones, o simplemente llegar al fin del mandato.
Porque devaluando post PASO y festejando llegar no estaremos haciendo más que macrismo con perspectiva de género. Y ojo con decir que el objetivo real es llegar, porque para eso dependemos -también en buen medida por culpa nuestra- de los que no van a vacilar un segundo en sacarnos el banquito, sin que nadie derrame una lagrima.
2 comentarios:
Duele coincidir con lo escrito, compañeros. Pero es justo y necesario
"...los invitamos a repasar el contraste brutal entre la apelación épica a la militancia para encarar el tramo final de la campaña del domingo a la noche, con las medidas económicas que se conocieron el lunes por la mañana."
Fueron 4 años de esto. Y ahora nos piden 4 años más?
La realidad es que no hay otra cosa para hacer que ajustar.
Pero bueno, hace 2 años que lo sabemos.
Publicar un comentario