LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

viernes, 18 de octubre de 2024

ATRASADOS

 

Hay una tentación a pensar que las insensateces que dicen a diario Milei y sus funcionarios responden a un plan deliberado de provocación, para tenernos todo el tiempo discutiéndolas y distraer la atención de los problemas reales. En realidad y aunque algo de eso pueda haber, todo indica que los tipos realmente creen en lo que dicen, aunque lo digan sean puras estupideces sin sentido, la mayoría de las veces.

Lo que cierto es que éste experimento con seres vivos que fue votado por el 56 % de los argentinos el año pasado está provocando daños que costará mucho revertir, no solo en el plano material del país y de las condiciones objetivas de vida de sus habitantes, sino en el plano cultural y hasta de salud mental de la sociedad.

Pensemos si no que, en estos diez meses, en lugar de estar discutiendo como abordar los problemas reales serios que tenemos como país (la pobreza, la desigualdad, la generación de empleo, como mejorar la salud y la educación, el sistema previsional, un modelo de desarrollo productivo) nos tienen todo el tiempo discutiendo si el agua moja, o si la Tierra gira alrededor del sol. 

A las pruebas nos remitimos: discutimos si el 12 de octubre fue o no el inicio de un genocidio, si funcionaba o no un sistema electoral con que el que ganaron y perdieron todas las fuerzas políticas, si deben existir los sindicatos y el derecho de huelga, si existe o no el cambio climático, si las mujeres son o no discriminadas, si hay o no brecha de género en los salarios y condiciones de trabajo, si las personas tienen derecho a jubilarse cuando llegan a viejas y si el Estado debe asegurar ese derecho, si se puede o no criminalizar la protesta social, si tienen que existir universidades (y en general educación) públicas y gratuitas y quiénes pueden acceder a ellas, si es necesario para el país tener científicos e investigadores, construir satélites o reactores nucleares y así ad nauseam. 

Es como si estuviéramos todo el tiempo teniendo que explicar lo obvio, una y otra vez. Con frecuencia sentimos que nos quieren retrotraer todo el tiempo a épocas pasadas y superadas, en la Argentina y en el mundo: cuando terminamos de asimilar que buscan volver al país al instante anterior al peronismo, nos tenemos que acostumbrar a que en realidad lo que les molesta son los cambios introducidos por la Revolución Francesa, o añoran lo tiempos de las cavernas. 

Aunque no lo planteen de ese modo, claro: el neoliberalismo es siempre una promesa de modernidad y futuro, que envuelve un presente de penurias, y el despliegue del pasado, en todas sus posibles dimensiones: económica, social, política y cultural. Lo "nuevo" que nos vendieron algunos politólogos y estudiosos de opinión pública y climas sociales de época apesta a viejo, atrasa y más precisamente, retrasa.

Retrasa en términos de como entienden la sociedad, el mundo, el Estado y la vida en general, y nos retrasa como país, como sociedad. De hecho, nos están haciendo quedar en los distintos foros mundiales como un país detenido en el tiempo o peor aun, que ingresó a la cápsula del tiempo para aparecer en el Medioevo o más lejos aun, gobernado por una secta de talibanes e inadaptados sociales, que cuestionan lo que nadie cuestiona en ningún lado, como la ciencia, los semáforos, la obra pública o los cinturones de seguridad en los autos.

Y con ese compendio de idioteces andan por la vida, metidos no solo a gobernar (lo cual ya es bastante peligroso), sino a reformadores sociales; para convertir lo que alguna vez fue un país modelo en América Latina por su integración y cohesión social y por su movilidad social ascendente, en una republiqueta bananera con economía de plantación, gobernada por un aspirante a dictador con brotes psicopáticos.

En éste contexto, el desafío es elegir que peleas dar, para no renunciar a ninguna de las importantes, ni perder energías ni desperdiciar esfuerzos en las que no conducen a nada. Y discernir cuando detrás de la idiotez (como sucede con las universidades o antes con los jubilados) que se presenta disfrazada de argumento, está la intención real de llevarse puesto algún derecho, alguna conquista, el patrimonio común de los argentinos, o su futuro.

Porque de eso se trata en definitivas: las locuras (aparentes, reales o discursivas, lo mismo da) de la pandilla de orates que nos gobiernan, sus exabruptos, sus sandeces, sus argumentos ridículos e inverosímiles, carecerían en absoluto de toda importancia más que la anecdótica en términos políticos y sociales, si no fueran el decorado en el que transcurre la obra de un nuevo despojo al país y a la mayoría de sus habitantes. 

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