No se puede comprender el 17 de octubre de 1945 en su cabal y profundo sentido, sin el concepto de orfandad política: ese día, las masas trabajadoras emergían a nuestro historia reclamando ser representadas, por intermedio de quien las había sacado precisamente del olvido y la orfandad.
En una dialéctica inescindible, la orfandad política del pueblo había sido llenada por Perón, y cuando en esas horas decisivas Perón quedó sin sus apoyos en el Ejército, su orfandad fue llenada por la irrupción de las columnas de trabajadores que ganaron las calles reclamando su libertad; que era al mismo tiempo la propia. Ese es el vínculo profundo de lealtad mutua entre pueblo y liderazgo, que se escenificó en las calles aquel día que conmemoramos hoy.
Desde entonces y para siempre, el peronismo quedó condenado a representar la orfandad, para ser fiel -leal diríamos, justamente hoy- a sus orígenes, a su sentido profundo y a su misión histórica. Cada vez que desertó de ese compromiso -es decir, cada vez que fue desleal a él- fue otra cosa, aunque se siguiera llamando peronismo, o usufructuando sus símbolos. Y dejó a muchos huérfanos de representación.
La persecución y los tiempos de dificultad forjan las lealtades, y exhiben las traiciones, en todo tiempo; y en el peronismo también: la resistencia y la proscripción parieron las huelgas, los sabotajes y atentados caseros, pero también los colaboracionismos con el régimen de turno, y el "peronismo sin Perón" del vandorismo. Lo mismo sucedió cuando la dictadura desplegó en el país su plan de terror para poder saquearlo sin resistencia.
El menemato, el ensayo más profundo conocido hasta entonces (incluso que en las dictaduras militares) de hacer tabla rasa con la Argentina peronista, se perpetró en nombre del peronismo y con la colaboración de muchos que se asumían como parte de él; pero fue engendrando a su paso las resistencias, aunque no hubo muchos que estuvieran dispuestos -otra vez, como en el 45'- a cobijar a los huérfanos (de empleo, de salarios, de dignidad, de derechos) que el ensayo neoliberal dejaba a su paso.
La sensación de orfandad que sentimos entonces y por años, encontró su cauce con Néstor primero, y con Cristina después: el kirchnerismo fue así la respuesta -en nombre del peronismo, aunque no se agotara en él y sumara gente proveniente de otras tradiciones políticas como el peronismo original- a la orfandad política que generó la crisis del 2001.
Toda la década ganada no estuvo exenta -hoy que celebramos la lealtad- de deserciones, deslealtades y traiciones, muchas de ellas en nombre de una supuesta esencia peronista, afectada por el movimiento que irrumpiera en el 2003, precisamente para reencontrar al peronismo consigo mismo. Pero tal como pasó con Perón y con los que proponían -en vida del líder incluso- "mejorarlo", no hubo superación del kirchnerismo, ni dentro ni fuera del peronismo.
Otra vez, la orfandad política, y la necesidad de llenarla: por eso Perón fue Perón, y Cristina sigue siendo Cristina. Asumiendo en éste tiempo de tribulación la responsabilidad de reconstruir el peronismo, como columna vertebral de la reconstrucción del movimiento nacional.; para superar esa misma sensación de orfandad y vacío que sentimos antes del 2003 y que es la que sentimos hoy, en este presente de oprobio; cuando nos gobierna una derecha cada vez más brutal, que paradójicamente llegó al poder en parte - no menor- porque desde el peronismo no se supo articular una respuesta política a la orfandad de muchos sectores de la sociedad.
Esa brutalidad de la derecha que avanza con la motosierra sobre las grandes mayorías populares, sus derechos, sus destinos, su futuro y el del país, nos obliga a ser leales: a Perón, a nuestra historia, a su doctrina, a su modelo, a su misión, sentido y justificación histórica. Leales a nosotros mismos en definitiva, cobijando a los huérfanos del sistema, como aquel 17 de octubre de hace 79 años.
1 comentario:
79 años después, el peronismo sigue siendo la única alternativa ante los saqueadores, los cipayos y los termocéfalos.
La otra alternativa es el trabajo esclavo, comer cada dos días y ante un problema de salud no tener para comprar remedios.
El Colo.
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