Sobre la ley que establece la creación de centros de estudiantes en las escuelas secundarias de la provincia (un proyecto del diputado Toniolli, del Movimiento Evita), leemos en Sin Mordaza a un joven (al menos eso parece) exponente de la nueva política: "Hoy por hoy, los estudiantes que desean organizarse, por propia voluntad en grupos estudiantiles, llámense o no centros de estudiantes, pueden hacerlo con absoluta libertad en las escuelas secundarias de Santa Fe y es por eso que nos preguntamos cual es la urgencia de inducir desde el Estado esos nucleamientos a través de una ley específica, cuando la gente pide a gritos que se mantengan los edificios destinados a la educación, donde los niños y jóvenes puedan formarse dignamente, la mejora de los planes de estudio y el renacimiento de la escuela técnica y las escuelas de oficios y la capacitación docente permanente, con salarios justos", indicó el legislador de Unión PRO Federal.
"En lugar de generar espacios de diálogo y convivencia, se alientan desde el Estado lugares de posibles confrontaciones y diferencias, politizando lugares de manera forzada e innecesaria y que sería más sano que se den si es que los propios estudiantes así lo desean", enfatizó el diputado del Bloque PRO.
"En vez de pensar en la urgencia de las escuelas de jornada completa, que contengan a los jóvenes mediante la práctica de deportes, enseñanzas vinculadas a la cultura o la introducción a los oficios y el mundo del trabajo, kirchneristas y socialistas se preocupan por instigar a la diferencia en lugar de apostar a la armonía, tergiversando de este modo lo que los santafesinos consideran como prioritario en un ámbito en donde todos estamos involucrados: la educación", finalizó Federico Angelini." (las negritas son nuestras)
Ojo: como todo argumento estúpido (y vaya si los del diputado del PRO lo son), esconden una trampa en su aparente sencillez: poner al hombre común ante la falsa dicotomía "escuelas arregladas versus centros de estudiantes", o "salarios docentes dignos versus elecciones estudiantiles"; como si una cosa tuviera que ver con la otra, o fueran excluyentes.
Es cierto que en un punto -que con toda certeza no es el del diputado Angelini- lo son: si hubo épocas en que los salarios docentes se degradaron, o las escuelas se vinieron abajo, fue porque faltó política e instancias de participación democrática; no porque abundaran.
Cuando los pibes se desinteresan de todo lo que no sea su propio ombligo, o están todo el día rascándose el higo, se los critica y estigmatiza: son vagos, irrresponsables y vaya uno a saber cuantas cosas más.
Pero resulta que se los trata de incentivar para que participen en política desde la más temprana edad posible (acorde su maduración), haciendo además un necesario aprendizaje de convivencia en democracia entre los que piensan distinto; y se estaría atentando contra una supuesta armonía que existiría en la escuela, pese a convivir a diario con edificios rotos y maestros mal pagos.
Cabe preguntarse si para Angelini los cooperadores que plantean deficiencias en las escuelas, o los maestros que reclaman por mejores salarios, están rompiendo también la armonía. O si lo propio hacían los pibes de la noche de los lápices, reclamando por el boleto estudiantil.
El tufillo procesista del razonamiento (que hoy encarna mediáticamente un Eduardo Feinmann, en su cruzada contra los estudiantes que toman escuelas) es -como mínimo- inquietante: asusta que un representante del pueblo, que ejerce su función en el órgano donde están representadas todas las tendencias políticas de la sociedad piense que participar de una instancia democrática, discutir, apasionarse en defensa de una idea, sea algo negativo.
Y si bien es cierto que los estudiantes y sus organizaciones como los centros no son responsables de remediar los males de la educación (cuestiones que deben resolver los adultos, y el Estado), cabe preguntarse entonces cuando se produciría -mágicamente- su desarrollo ciudadano y democrático para pasar a preocuparse (cuando ya no estén en la escuela, según la visión de Angelini) por lo que pasa más allá de su propio ombligo.
¿O acaso supone Angelini que la futura dirigencia democrática de un país nace de un repollo, o se compra en los supermercados?
Pensemos que en Santa Fe y para las elecciones provinciales, los jóvenes de 16 a 18 años no votan: imaginemos cuando se plantee la discusión la opinión al respecto del diputado Angelini.
Lo curioso es que después son estos mismos tipos (la "nueva derecha") los que ensalzan las bondades de la sociedad civil (el "tercer sector"), como el reservorio al cual debe recurrir la política para renovar sus caras.
Claro que no tan curioso si se repara en que, a la hora de armar las listas, terminan haciendo un cásting de famosos para el cual no necesitan -claro está- que los jóvenes aprendan a participar desde la propia escuela secundaria, en los centros de estudiantes.
2 comentarios:
Una cosa va de la mano de la otra
Por supuesto que la calidad de la educacion es lo principal y los centros de estudiantes haran posible que ello se cumpla
Ese tipo es demasiado joven, no tiene hijos en edad escolar. Si los tuviera, no solo no diría estupideces sobre "armonía" en las escuelas, la palabra ni siquiera se le ocurriría. No hay armonía en las escuelas, hay patoterismo, competencia violenta, bullying (perdón por la palabreja en inglés), pendejas arrancándose las mechas literalmente por un pendejo, droga de la peor, violencia. Y eso ocurre MÁS en las escuelas sin centros de estudiantes.
Los centros de estudiantes son escuela de convivencia; no son armónicos, ni lo podrían ser, pero educan a los estudiantes en la solución de los problemas comunes y también de los personales. Sin centros de estudiantes, los problemas se solucionan por la fuerza o por la plata.
De todos modos, el problema de este tipo es simple gataflorismo: si se hace algo, está en contra porque hay otra cosa que no se hizo. ¿Se acuerdan "El medio pelo" de Jauretche?
Marcelo, el gaucho
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