LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

jueves, 13 de mayo de 2021

"GOBERNAR ES CREAR TRABAJO"

 


Perón decía que gobernar era crear trabajo, pero también plasmó en la Verdad Nº 10 esto: "Los dos brazos del peronismo son la justicia social y la ayuda social. Con ellos, damos al pueblo un abrazo de justicia y amor.". Por eso además de desplegar una política económica destinada a eso -crear trabajo y robustecer el salario, que es el principal modo de crear trabajo- incrementó la ayuda social para los que aun con un país creciendo, quedaban afuera del circuito.

Eva, la de la Fundación de Ayuda Social que llevaba su nombre y dedicó su vida a los "descamisados" más humildes, dijo que "donde hay una necesidad, existe un derecho", uniendo los dos extremos del arco político que planteó el peronismo: las necesidades de las que partía, y los derechos que quería consagrar, para darles respuesta.

Mucho tiempo después Néstor Kirchner -en esto como en tantas otras cosas, discípulo aventajado de Perón- dijo que la mejor política social, era la política económica. Sin embargo, el propio kirchnerismo entendió quizás por las malas -la derrota en las elecciones legislativas del 2009- que solo con impulsar el consumo, el salario y el empleo formales no alcanzaba, y así llegó la AUH; en forma de derecho reconocido por el Estado, sin mediaciones clientelares. Antes, había sostenido y profundizado distintos programas sociales, y dado cabida a los movimientos surgidos al calor de la crisis comenzando por lo básico: en un país destrozado, no reprimir la protesta social

Para el peronismo original, de una sociedad con centralidad del trabajo, las "organizaciones libres del pueblo" eran por definición los sindicatos, aunque no se excluyera a otras como las cooperativas y las mutuales, en muchos casos también de origen gremial. En un país que incluía y otorgaba derechos, hubo una masiva transfusión de nuevas afiliaciones de trabajadores incorporados al mercado laboral, al mismo tiempo que a la dinámica sindical, y al goce de los derechos.

Lejos se estaba entonces de pensar en lo que vendría después, cuando la Argentina gorila se dedicó sin pausa desde 1955 a intentar borrar del mapa el país peronista, tarea en la que alcanzaron los mayores éxitos la última dictadura militar y el menemato, prolongado en la agonía inviable de la Alianza hasta el estallido del 2001. Fue en ese contexto que surgieron la mayoría de los "movimientos sociales", como intentos de juntar los pedazos de una sociedad fragmentada en piezas cada vez más desiguales, y organizar lo elemental (como el acceso a la comida), en condiciones desiguales.

Con el tiempo y así como al sindicalismo lo acechó siempre la tentación de la burocratización (en especial cuando la dictadura de Onganía les legalizó el acceso a las obras sociales como prestadores de servicios de salud), a los movimientos sociales les sucede que a veces no pueden escapar al rol de gerenciadores de la pobreza; aunque algunos planteen desde lo discursivo formas superiores de organización popular, como toda la discusión sobre la "economía popular", y los intentos en esa línea.  

La constante histórica en la Argentina cuando la derecha gobierna (en dictadura o en democracia) es que la caída -en términos sociales y económicos- es cada vez más grande, y la recuperación cada vez más lenta. De allí que, al menos desde una mirada peronista, no hay ni puede haber dilema entre generar trabajo y asistir socialmente a los excluidos, porque está claro que hay que hacer las dos cosas, de modo simultáneo y en forma prioritaria, por encima de toda otra consideración o prioridad de gobierno.

El único anuncio concreto de políticas sociales posterior a la foto de la unidad en Ensenada fue la ampliación de los beneficiarios de la tarjeta alimentaria, lo que supone una inversión de mayores recursos del Estado con esos fines. A menos que se considere política social el aumento trimestral de las jubilaciones por debajo de la inflación, como consecuencia de la decisión de bajar los aportes patronales a determinados sectores.

Y así como el proyecto que el gobierno envió al Congreso para otorgarle facultades al presidente para hacer lo que ya viene haciendo en la administración de la pandemia (una torpeza difícil de explicar) suscitó de pálpito las críticas opositoras, el incremento de los beneficiarios de la tarjeta generó ruidos al interior del oficialismo, por los cuestionamientos que partieron precisamente desde los "movimientos sociales", incluyendo de algunos funcionarios del mismo gobierno que -como Pérsico- parecen haber olvidado que invisten ese rol, y exponen las diferencias en público como si no fueran parte.

La Argentina pasó de ser un país que en el 2015 estaba a la vuelta de la esquina del "hambre cero" (en palabras de Juan Carr, no de Máximo Kirchner), a uno en el que es necesario destinar cada vez más recursos del Estado para garantizar a vastos sectores de la población el acceso a los alimentos básicos, y eso no es consecuencia de las políticas sociales, sino de las políticas económicas. 

Lo que supone que la discusión entonces no debería ser tanto sobre aquéllas, como sobre éstas; pues en el contexto en el que el Estado aumenta sus planes de asistencia alimentaria, es muy posible que buena parte del esfuerzo que hace se lo terminen llevando los que el presidente calificó (sin mayores consecuencias concretas) como "los vivos de siempre", que especulan con el precio de los alimentos.

Hoy por hoy y en la línea de lo que en su momento dijera Néstor (que la mejor política social es la política económica), la principal política social del gobierno debería ser contener la inflación, en especial la de los alimentos; y recomponer los ingresos de los sectores populares, algo que ciertamente no se logrará con paritarias y aumentos jubilatorios por debajo de la inflación, con un aumento en dosis homeopáticas del salario mínimo, o planteando la discusión por el aumento de las tarifas.

Y esa política económica (condición de posibilidad de cualquier mejoramiento de los indicadores sociales) debe ser la expresión de los intereses de la coalición social que tuvo expresión política en el "Frente de Todos", y de la que salieron sus apoyos electorales. Desde allí discutamos otras cosas, como que la tarjeta alimentaria no puede ser la única política social, del mismo modo que las políticas sociales en general no pueden ser exclusivamente mediadas por las "orgas" de los movimientos sociales, en una disputa por la caja que en el contexto, resulta particularmente irritativa.

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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que los mercenarios de la pobreza quieran hacer caja no invalida que tengan razón, el dinero se podría usar para generar trabajo.

Hay que generar empleo. Y a medida que se genere empleo, ir desactivando la ayuda social. No se puede seguir aumentando el gasto en ayuda social indefinidamente mientras el entramado productivo se deteriora.

Estamos al borde de un colapso peor que 2001. Porque en ese momento teníamos que salir de la convertibilidad nomás. Hoy no queda nada. Si se dispara la corrida vamos a terminar sacando ceros y cambiando el nombre de la moneda de nuevo.

Nadie quiere pesos. La inflación en alimentos está sobre el 50% anual. Eso es hiperinflación en cualquier universidad del mundo.

Claro que también podemos achicar el gasto público $17 millones mensuales con bajarle $50.000 nomás el sueldo al congreso.

Sin retenciones, al menos hoy, no se puede contener la canasta básica y por tanto, no se puede frenar la inflación.

Incluso con retenciones y control de costos no la van a bajar de 3 puntos mensuales si no regulan también energía y combustible.

Y la carne va subir otra vez...

Recuerden que Cristina no es más fuerte que el hambre. O sale y se planta o las bases se van a plantar contra ella. Ya están avisando.
Está empezando la balcanizacion del FDT, si no movemos..nos vamos a acordar cuando esté gobernando el Massismo sin internas

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Si lo que vos decís sucede, el menor de los problemas va a ser quien gobierne. Es más, es posible que en ese escenario Massa se vaya a vivir a Miami o Nueva York. Y en general, el post no dice que los movimientos sociales no tengan razón, lo que dice es que no es una cosa o la otra. Y para crear trabajo (he ahí el problema) no basta con las ganas de hacerlo, sino que es necesario tomar las decisiones correctas de política económica. Y ahí entramos en el terreno de los problemas, porque no se están tomando.Como ves, no pensamos tan distinto.A veces es cuestión de leer sin enojarse nomás.

profemarcos dijo...

la principal política social del gobierno debería ser contener la inflación, en especial la de los alimentos

Nota, aumentan los combustibles (y los fletes)

Marcelo, el gaucho dijo...

Buenísimo, bajémosle $50.000 el sueldo a los diputados y senadores. 17 millones de pesos para 8 millones y medio de jubilados: 2 pesos por jubilado y por mes, un caramelo Sugus para cada uno. No, si cuando ahorramos en lo que importa, la plata aparece.

Anónimo dijo...

Son $2100 por jubilado, y ya es más que lo que le dió el gobierno.

Con cuadros como vos estamos salvados.
Y la idea no es bajarle el sueldo para darle a los jubilados. La idea es bajar el déficit fiscal por dónde no le duela al pueblo.

Anónimo dijo...

Ya le había respondido al otario de Marcelo gaucho...
Se habrá perdido el paquete de datos