Los variopintos e inverosímiles apoyos cosechados por Moyano para su paro y movilización de mañana, y las reacciones que despertaron en el ámbito político y los funcionarios del gobierno motivaron este comunicado de la CGT tratando de despegarse de apoyos dudosos, y de la asimilación entre la protesta hegemonizada por camioneros, y el golpe de Estado que sufrió Lugo en el Paraguay.
Se pueden analizar los términos del comunicado y hasta compartirlos en abstracto: más allá de las valoraciones personales que cada uno haga de Moyano y su estrategia, no se puede equiparar una protesta sindical con una asonada golpista contra un gobierno constitucional legítimamente electo.
Pero remarcamos: en abstracto, porque eso sería si lo de mañana fuera sólo y estrictamente un reclamo sindical, algo que hace rato dejó de ser, o de estar vinculado a reclamos puntuales como el aumento del mínimo no imponible de Ganancias o la generalización del pago de las asignaciones familiares.
Y esa es la lectura unívoca que todos hacen: los que acompañarán la protesta de mañana y los que (aun compartiendo los reclamos puntuales) están tomando distancia.
Si a la convocatoria de Moyano se suman (además de los profesionales de aportar número a cuanto quilombo social ande suelto) Macri, De Narváez, Melconián, López Murphy, Patricia Bullrich, Cecilia Pando, Luis Barrionuevo, Buzzi, el "Momo" Venegas y siguen firmas, hay algo raro dando vueltas.
El texto del comunicado de la CGT va en línea con la discusión que anoche sostuvieron en C5N Hugo Yasky y Julio Piumatto, en la que el líder de la CTA le hacía notar precisamente ese detalle al Secretario de Derechos Humanos de la CGT, y éste contestaba con la metáfora de los bichos pegados al radiador del camión: cuando vos salís con un camión a la ruta (decía Piumatto) tu prioridad es llevar la carga a destino, y no podés detenerte a cada rato porque se te van pegando bichos en el radiador.
En la metáfora del twittero Piumato la carga que lleva el camión de Moyano son los trabajadores, y los bichos que se pegan al radiador, los oportunistas destituyentes variados que apoyan al líder de la CGT, para golpear al gobierno de Cristina.
Aun ingeniosa, encubre dos errores u omisiones: Moyano no está tratando de llevar a destino a todos los trabajadores (el reclamo de Ganancias atiende a los intereses de una ínfima parte de la masa laboral, y existen otras cuestiones sectoriales mucho más apremiantes, como el empleo en negro o las distintas formas de precarización), y tampoco puede decirse sin matices que -a diferencia del conductor del camión- Moyano no haya hecho nada absolutamente de su parte para que esos "bichos" oportunistas se hayan subido a su reclamo.
Desde que el conflicto político con Cristina y el gobierno (porque es claro que es un conflicto político, y lo que Moyano pretende en definitivas es disputar poder) quedó abierto y expuesto, fue el propio Moyano quien no ahorró palabras y gestos simbólicos (y reales) de acercamiento con cuanto opositor al gobierno nacional (o eventual aspirante a suceder a Cristina, como Scioli) anduviera dando vueltas: charlas en universidades privadas, denuestos y ninguneo a todos los funcionarios del gabinete, reuniones con el FAP, la UCR, la cúpula del episcopado y el propio Bergolio, guiños a Buzzi, partido de fútbol con Scioli.
Ninguna de esas acciones acumulaba para el objetivo de subir el piso de Ganancias o generalizar las asignaciones, y Moyano lo sabe: buscaban provocar un exabrupto de Cristina para subirse al ring con ella, y adquirir de ese modo la estatura política de principal opositor al gobierno.
No pintaríamos un panorama completo si no añadiéramos las declaraciones de los hijos de Moyano (en especial Pablo) y los dirigentes de la CGT (la hiperactividad de Piumatto chicaneando desde su cuenta en Twitter, por ejemplo): fue el propio Moyano el que asumió sobre sus espaldas la responsabilidad de todo lo que ellos dijeron en el marco de la escalada del conflicto, y si no lo hubiera hecho, la lectura hubiese sido la misma, atribuyéndole la responsabilidad política por esos desbordes.
Pero además ni Moyano ni sus hijos (sobre todo Pablo, el otro eligió correr al gobierno por izquierda con citas de Cooke y Jauretche) ahorraron ninguno de los lugares comunes que constituyen el discurso político de los medios hegemónicos que replican los caceroleros porteños: la corrupción del gobierno (con la mención de figuras emblemáticas como Jaime), los ataques a Boudou y el pedido de que se aparte de sus funciones (y de la línea sucesoria), la defensa de la "prensa libre" atacada por el gobierno (recordar su defensa de Ernestina Herrera de Noble en los propios estudios de TN por la causa de la identidad de sus hijos), la actitud de los Kirchner en la dictadura; no dejaron cabo suelto.
Y hasta el propio Moyano protagonizó un papelón histórico lanzando un paro nacional desde los estudios de TN y junto a Bonelli, hoy convertido en poco menos que su agente de prensa: nadie lo obligó a eso, esos bichos se los pegó el sólo en el radiador, y nada hizo para sacárselos de encima.
Y justamente en esta triste noche de columnista free lance de "A dos voces" Moyano expuso un argumento que lo conecta de pleno con los que acuñan un sueño destituyente, y que hace además que se acorten las distancias con lo que está pasando en el Paraguay: fue cuando dijo (más o menos estas fueron sus palabras) "esta señora cree que porque ganó con el 54 % puede hacer lo que quiera, y tiene que aprender que no es así".
Justamente lo mismo que dicen los caceroleros que reclaman poder comprar dólares, o los agrogarcas que reclaman no pagar impuestos, o los partidos opositores que quieren que el gobierno impulse las leyes que la ciudadanía repudió con su voto.
No se puede decir que ganar una elección con contundencia como lo hizo Cristina autorice a hacer cualquier cosa, pero en realidad el lugar común acuñado por los que dicen "representamos el otro 46 %" (un subproducto del equívoco concepto de "oposición") encubre un sub texto, que es que el gobierno tiene que hacer lo que ellos quieren; y en eso Moyano coincide plenamente con cacerolos, agrogacras y opositores: por eso se puede decir que fue con el camión directo a donde estaban los bichos, y no se puede sorprender ahora que se le hayan pegado al radiador.
De lo contrario no se entiende como viró de reclamar públicamente en forma contundente la reelección de Cristina por haber protagonizado (junto a Néstor Kirchner) el gobierno que más hizo por los trabajadores -después de Perón-, a su postura actual de impugnar globalmente las políticas del gobierno, y la figura de la propia Cristina; acusándolos de traicionar su mandato y haber perdido el rumbo.
Y si en ese núcleo opositor al que ahora Moyano no sólo tributa, sino conduce por su capacidad de movilización y daño, predomina el discurso destituyente que parte de la premisa de desconocer y ningunear el contundente respaldo popular obtenido por Cristina en las elecciones; el líder de la CGT tiene que hacerse cargo de coincidir con quienes está coincidiendo, lo haya querido o no: si algo sucede en la Argentina desde el 2003 para acá, es que ya nadie puede hacerse el distraído o el desentendido del mundo en el que vive, y de sus propias palabras, acciones, silencios y omisiones; y del efecto que provocan.
Y si no, para muestra basta un botón.
Hace unos días nosotros decíamos acá: "supongamos que Cristina baja del avión y firma el decreto aumentando el mínimo no imponible: ¿cuanto van a tardar en decir que es igual a Isabelita, Moyano es el nuevo Lorenzo Miguel (él mismo lo debe creer en su fuero íntimo) y estamos a las puertas de un nuevo "rodrigazo"?
Bueno, no tardaron tanto como ven:
Claro que hay diferencias históricas: entonces el "rodrigazo" se había producido y el sindicalismo reaccionó contra sus efectos por el salario de los trabajadores, llevándose puesto al ministro y al "Brujo" López Rega, pero objetivamente debilitando aun más a un gobierno ya débil, que sería destituído a los pocos meses.
Y allí está el propósito (en éste caso de La Nación) que se busca al traer a colación el precedente histórico: reforzar la idea de que, aunque a una presidenta la hayan votado el 54 % de los argentinos (también Lugo tuvo su respaldo ciudadano para llegar a la presidencia), si parte de su propia fuerza de sustentación la embiste (acá y en el ejemplo histórico, el sindicalismo peronista) puede perder sustentación y caer.
A eso lo están animando y empujando a Moyano y por eso se le pegan los bichos en el radiador del camión: saben bien a donde quieren llegar.
Más allá de la anécdota del paro y movilización de mañana (donde no es indiferente que la CGT y Moyano demuestren una cualidad bien peronista: conducir lo diverso y el desorden, como decía Perón, para evitar incidentes), este es el desafío que Moyano tiene por delante, para decidir por donde seguirá en lo sucesivo su rumbo: por la vereda de enfrente del gobierno tienen mucho más que perder, él y los trabajadores que aspira a representar.
2 comentarios:
Qué olor a goma quemada!!! Hugo tuvo que frenar de golpe y cada vez tienen menos vida útil esas ruedas.
Hace rato que viene amagando (desde "quiero un presidente trabajador"), y desde hace rato que vengo diciendo que hay que dejarlo a que remonte el barrilete todo lo que pueda. Cuando no pueda sostener más la apuesta, cae como breva madura. Probablemente ésta sea su bala de plata y a partir de ahí sólo le queda el barranco. Solito y de un puntín en el orto se va a ir, el "Lula Argentino".
Basta de "porongas" y matones en la nueva Argentina. Néstor, con su mísero 22% no estaba en condiciones de hecerle frente a nadie. Con el 54%, los socios se eligen, no se imponen.
Todo llega. Y a este cabeza de termo le llegó la hora.
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