El paso del tiempo deja cada vez más claro que la actitud de la mayoría de la oposición al acompañar -al menos en general- la expropiación de YPF fue la excepción que confirma la regla: prefieren seguir a pie juntillas la misma estrategia política que los llevó al desastre del 23 de octubre.
Los medios (sobre todo Clarín) instalan un tema en agenda, o un enfoque sobre un tema que está en la discusión pública (como pasa en éste caso al que corresponden las imágenes con el plan de viviendas y la reforma a los Códigos Civil y de Comercio), y toda la oposición (acá sí sin fisuras) se alinea de inmediato atrás, con el discurso que desde allí le bajan.
Sin reparar en que esa estrategia, como se dijo, los llevo a los resultados conocidos, y en que es irracional esperar -aplicando el mismo método- que las cosas cambien.
Incluso al riesgo de aparecer enfrentando políticas del gobierno que -hoy por hoy- gozan de un altísimo grado de consenso, como lo muestran por ejemplo la gran expectativa que ha despertado el programa Procrear.
O acompañando mistificaciones del multimedios, como es el caso de la reforma de los Códigos: nadie en su sano juicio puede creer que una discusión de esa envergadura pueda cerrarse en el Congreso en un par de meses, aunque el gobierno así lo quisiera; y tampoco pueden pasar por alto que Cristina ha propuesto no más de una docena de cambios, respecto a los 2671 contenidos en el proyecto elaborado por la comisión de juristas, que por cierto aporta su conocimiento científico, pero no tiene responsabilidad política en lo que pase con él; tarea reservada en exclusiva a los poderes políticos elegidos por la voluntad popular.
Lo que marca que también sucede que una errónea lógica de construcción política (hacer seguidismo permanente y sistemático de la agenda mediática) termina llevándolos a sostener planteos que en el fondo son equivocados: por ejemplo en el caso del reclamo del uso "de la plata de los jubilados" para financiar el programa Procrear, repiten el discurso, los argumentos y la estrategia que los llevó al veto de Cristina al 82 % móvil; y a que ni siquiera pudieran capitalizar electoralmente esa "bala de plata" a la que apelaron cuando se les terminaba el predominio en las dos Cámaras del Congreso, y no conseguían ninguno de los objetivos que se plantearon al tomar por asalto las comisiones y cargos del Poder Legislativo.
Las elecciones del 2013 están lejos pero se juegan todos los días, y siendo legislativas, tienden a promover más la fragmentación que la polarización de las opciones electorales, y de poco les servirá a los opositores haber dejado de lado el amontonamiento del "Grupo A", o hasta revisar su política de alianzas si no revisan ésta otra premisa fundamental de construcción política: la de evitar ser llevados a remolque por Clarín.
A menos que quieran acompañarlo al declive cuando llegue el 7 de diciembre y tenga que desinvertir forzadamente.
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