Conforme pasan los días desde la destitución de Lugo, al golpe paraguayo se le empiezan a ver las patas a la sota, como surge claro de las declaraciones de Franco a partir de las decisiones adoptadas ayer por la Unasur y Mercosur de suspender al Paraguay como miembro de ambos organismos de integración regional.
La actitud conciliadora de Franco de las horas posteriores al golpe (buscando evitar la condena regional y el asilamiento internacional de su gobierno) fue dando paso paulatinamente a una escalada verbal, conforme el apoyo de los diferentes sectores de poder interno del país vecino (la Unión Industrial en las declaraciones del caso, antes las patronales del campo) se hizo explícito.
Y tal como puede verse, lo que irrita y molesta a los que detentan el poder verdadero en el Paraguay no es tanto la suspensión temporánea del país del Mercosur (más bien opinan lo contrario: les resulta conveniente), como la admisión de Venezuela como miembro pleno del bloque; algo a lo que el Congreso paraguayo (en especial el mismo Senado que terminó destituyendo a Lugo) se oponía sistemáticamente desde hace años.
Lo que deja a las claras que, sobre todo a partir de los nuevos gobiernos llegados al poder en América Latina en la primera década de este siglo, el proceso de integración regional tuvo un tinte cada vez más marcadamente político, por encima de los acuerdos económicos o los regímenes aduaneros comunes.
Y es en ese contexto que los restantes países miembros del Mercosur sellaron ayer la incorporación de la Venezuela de Chávez al Mercosur, en un fortísimo gesto político al establishment paraguayo, complementario del desconocimiento del gobierno de Franco: Argentina, Brasil y Uruguay están diciéndole claramente a los golpistas paraguayos que decidieron hacer por su cuenta lo que ellos le impidieron hacer al gobierno de Lugo.
A propósito una necesaria disgresión: ¿qué dirán los medios hegemónicos argentinos sobre el hecho de que dos países puestos constantemente como ejemplo de seriedad -como Brasil y Uruguay- hayan tomado de consuno con la Argentina la decisión de abrirle las puertas del Mercosur a la Venezuela de Chávez?; un hecho que demuestra que las relaciones internacionales son un poco más complejas que las simplificaciones pavotas del "periodismo independiente".
Por acá y al menos a nosotros no nos quedan dudas que el proceso de destitución de Lugo fue, lisa y llanamente, un golpe de Estado; pero por si faltaran evidencias para así concluir, téngase presente que el Congreso paraguayo (que terminó expulsando al presidente electo por el pueblo) demoró tanto la aprobación del ingreso de Venezuela al Mercosur, como la ratificación del Protocolo de Usuhaia II; justamente el que se ha activado en estos días con la deposición del ex obispo: estaban por un lado resistiendo el intento de Lugo de sumar un nuevo aliado regional para ampliar su base de sustentación política, y por el otro, preparando el terreno para dar el zarpazo institucional y salir impunes.
Pero hay más: la decisión de destituir a Lugo se aceleró poco días después de que justamente el bloque del Mercosur decidiera elevar el arancel externo común para el ingreso de productos extra zona, como medida defensiva para evitar un impacto mayor aun de la crisis financiera internacional en la región, por el canal comercial, a través de la invasión de productos provenientes de aquéllas economías (como la de EEUU) que aun no logran dejar atrás la recesión, y generan excedentes en busca de mercados para ser colocados.
Adviértase que los industriales paraguayos (una criatura que hasta aquí muchos creían mítica, pero al parecer existe en realidad) y el propio presidente golpista Franco celebran la exclusión temporaria de Paraguay del Mercosur en tanto abre la posibilidad de que el país celebre acuerdos de libre comercio con los EEUU y China.
Si uno considera que con éste último país era el propio bloque del Mercosur el que estaba en tratativas para suscribir un acuerdo de cooperación comercial, como asimismo que los sojeros paraguayos y brasiguayos vienen exportando el poroto verde en grandes cantidades a China sin necesidad de acuerdo de libre comercio alguno, se advertirá que la verdadera intención es el acuerdo de libre comercio con los yanquis: una forma de reeditar la puja política del ALCA, al que los países de la región le cerraron la puerta en la histórica cumbre de Mar del Plata del 2005.
Y el gobierno de los EEUU alienta el sueño de construir en Paraguay una nueva Colombia, con la base de los marines del Comando Sur que ya funciona en Estigarribia, y con el siempre presente pretexto del narcotráfico y el terrorismo en la Triple Frontera; base que además tendría la ventaja de no implantarse (como en Colombia) en el medio de un país desangrado por una eterna guerra civil.
Esa intención es también percibida por los demás países del Mercosur, y allí apunta precisamente la decisión de incorporar nada menos que a la Venezuela de Chávez al bloque regional como miembro pleno; en espejo con los motivos que tuvo el Senado paraguayo para cajonear el trámite por años, mientras por caso validaba la instalación de la base yanqui en el país.
Días pasados el presidente golpista Franco agitaba el fantasma de la tristemente célebre Guerra de la Triple Alianza que desangró al Paraguay entre 1865 y 1870, para exaltar el sentimiento nacionalista de los paraguayos contra las presuntas agresiones de argentinos, brasileños y uruguayos.
Pero lo paradójico del caso es que en aquella guerra inicua los vecinos del Paraguay (recordar el discurso de Mitre arengando a las tropas argentinas que marchaban al frente) fueron instrumentos de la penetración imperialista de la manufactura y los capitales británicos en el país de Solano López; que hasta allí había permanecido inexpugnable a la seducción "civilizadora" de los europeos.
Es decir exactamente lo contrario de lo que sucede hoy, cuando la estrategia de los golpistas paraguayos, que conduce a su aislamiento político regional, tiene por objeto convertir al país hermano en un enclave neocolonial y base de operaciones de los EEUU en el subcontinente; en el corazón del acuífero Guaraní y con un acceso más cercano a la cuenca del Amazonas del que le podrían proporcionar a los yanquis sus propias bases en Colombia.
Ese es el tablero completo en el que se desenvuelve el drama paraguayo, que supera con creces la discusión bizantina de los opinólogos sobre si el derrocamiento de Lugo fue o no un golpe de Estado; que por lo demás está perfectamente claro que fue una maniobra premeditada y largamente planificada de antemano.
1 comentario:
Los industriales paraguayos son como los perros verdes. Difíciles de encontrar.
El Colo
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