Vimos en Diario Registrado la crónica sobre la represión sufrida por militantes de La Cámpora en San Isidro, provincia de Buenos Aires, donde gobierna Gustavo Posse.
Después de las experiencias vividas, y conociendo el paño, desde 2003 el Gobierno Nacional adoptó la política de no ordenar ningún tipo de represión, y tratar de disuadir el cese de cualquier manifestación ilegal.
Pero en la zona de los hechos, gobierna un intendente que tiene otros parámetros. No sabemos si la actividad cultural generada por La Cámpora, contaba o no con la autorización municipal. Pongamos que no. ¿Qué es lo malo que estaba ocurriendo? Le estaban pasando películas a los niños del barrio. ¿La falta administrativa es tan grave como para justificar un desalojo por la fuerza, provocando lesiones graves y angustias entre los pequeños?
El orden es un valor que se lo ha apropiado la derecha, atribuyéndose el garantismo de su establecimiento o restablecimiento, como si otros sectores ideológicos lo desdeñaran. Por supuesto que la convivencia, de cualquier naturaleza y magnitud, exige el cumplimiento de distintas pautas o normas que asegure el normal desarrollo de la vida comunitaria. Es una obviedad. Pero las autoridades, deben tener la templanza necesaria para saber discriminar cuáles son los valores comprometidos antes de actuar, y hacerlo en la medida, modo y con los medios adecuados.
El massismo en eso (como en muchas cosas) no se diferencia del macrismo. Las órdenes impartidas por el intendente Posse y ejecutadas, nos hacen acordar a la UCEP y al accionar de la Policía Metropolitana. Y a la hora de dar palos, no hay como el balistón de abollar ideologías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario