LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

domingo, 20 de abril de 2014

10 TIPS PARA DEBATIR SOBRE INSEGURIDAD (2º PARTE)


Retomamos lo empezado acá, donde lo dejamos:

* Hay que escaparle a la antinomia "seguridad versus inclusión", o evitar caer en un vicio típico de los "progresismos": eludir el debate específico sobre la inseguridad, diciendo que se resuelve con políticas de inclusión. 

Las políticas de inclusión hay que apoyarlas y exigirlas siempre, haya o no inseguridad ; y sobre todo tener en cuenta que son una apuesta al futuro, mientras la inseguridad es un problema del presente. También lo son, ciertamente, la pobreza, el empleo en negro o la calidad educativa; pero las políticas de inclusión social tienen por objeto (entre otros) captar al que puede caer en delito y aun no lo ha hecho, o está haciendo sus primeras armas en él; pero aun tiene oportunidad de reencauzar su vida.

Aunque suene pesimista, hay muchos que ya están jugados en una carrera delictiva, a los que el delito les proporciona medios de vida a los que de otro modo no podrían aspirar, o no tienen interés en buscar caminos alternativos; y una mirada realista exige tomar nota de que son "la mano de obra" de la inseguridad, en sus diferentes escalas. Lo que no quita que -por ejemplo- parte importante de las políticas inclusivas supongan un intento serio de resocialización de las personas privadas de su libertad, por haber delinquido.

* Vinculado a lo anterior, tener en cuenta que no solo la derecha cae en la asociación inescindible entre pobreza y delincuencia: cuando se plantea como la única solución a la inseguridad profundizar las políticas de inclusión (sin un abordaje específico del problema del delito), se está haciendo exactamente lo mismo. Por no mencionar que está fehacientemente comprobado que los sectores más pobres son los que con más frecuencia son víctimas de la inseguridad. 

Por otro lado el Estado, cualquier gobierno, no pueden elegir entre hacer una cosa (combatir la desigualdad, la pobreza y demás con políticas de inclusión) u otra (garantizar la seguridad); porque tienen la obligación de por lo menos tratar de hacer las dos, del mejor modo posible.

* Tomar en cuenta que la opinión de "lagente" suele oscilar entre pedir que a la policía "no le aten las manos para combatir a los delincuentes", a quejarse por el gatillo fácil o la corrupción policial, y su complicidad con el delito.

Lo que supone que -en materia de inseguridad- la policía es hoy parte ( muy importante) del problema, pero necesariamente debe ser parte de la solución: no existe ningún Estado del mundo, cualquiera sea su régimen político, que prescinda de tener un cuerpo armado con autorización legal para usar de la fuerza -si es necesario- para combatir el delito.

Es tan atinado plantear reformas a la policía (fundamentalmente para controlarla, porque está comprobado que cuando "se le desatan las manos" el delito crece, no baja); como utópico desentenderse del tema y dejarla que se maneje sola, como si el Estado y la sociedad no tuvieran nada que hacer al respecto.

Pero ojo: los ciudadanos no la pueden reemplazar en sus funciones, cuestión que muchas veces se pretende introducir subrepticiamente cuando se plantean ideas como las alarmas comunitarias, los consejos vecinales de seguridad, etc. Y los primeros en alentar muchas veces esas soluciones (que no vamos a juzgar acá) son los propios policías, para sacarse el chivo del lazo.

* No tenerle miedo a discutir sobre la inseguridad, ni escaparle por la tangente: es un vicio común en quienes tienen ideas que se suelen denominar "progres" regalarle el tema a la derecha; como si le perteneciera en exclusividad, y fuese la única que puede aportar soluciones al respecto.

Y discutir sobre la inseguridad .-remarcando lo dicho antes- supone tener respuestas específicas para el problema; sin perder de vista el contexto general en el que se inserta. De lo contrario se corre el riesgo de validar disparates por no refutarlos, o de no parece sanateros. 

* Pero así como se debe discutir de todo, no necesariamente se debe debatir con todos: una elemental economía de esfuerzos exige concentrarse en aquéllos con los que vale la perna, aun teniendo miradas diferentes.

Con alguien que avala los linchamientos o la mal llamada "justicia por mano propia", o que sostiene que la única solución posible a la inseguridad es que vuelvan los militares, no vale la pena ni perder el tiempo.

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