La constante referencia a la necesidad de replicar en la Argentina acuerdos del tipo de los pactos de La Moncloa firmados en España es un lugar común instalado hace años, que ya adquiere categoría de zonceraal mejor estilo de Jauretche.
No porque los acuerdos políticos sean en sí mismo malos o inconvenientes, sino porque el concepto se termina transformando en un significante vacío, al cual cada uno le pone el contenido que quiere; de acuerdo con su propia idea de como debe funcionar el sistema democrático.
Sistema que supone -por definición- la pluralidad de ideas, y la posibilidad de que se debata cuáles de esas ideas deben organizar la sociedad; saldando el debate con la voluntad popular.
Tan vieja es la referencia a los pactos de La Moncloa, que por ejemplo José Natanson lo analizaba ya en 2009 en Página 12, en una columna en la que por cierto no se privaba de esto: "desde el punto de vista político se percibe el inconfundible aroma del fin de ciclo. (del kirchnerismo).". En fin, al mejor cazador se le escapa la liebre.
Mejor nos quedamos con otra parte de la columna de Natanson del 2009, cuando diferenciaba el contexto en el que se firmaron en España los Pactos de la Moncloa y el de la Argentina; y es cuando dice: "A ello hay que sumar el intento de juzgamiento de los militares, iniciado por Alfonsín y continuado por Kirchner, un esfuerzo que estuvo ausente en España, que tuvo que garantizar la impunidad de los crímenes franquistas como condición para el progreso (ominosa y poco publicitada omisión de los pactos de la Moncloa).".
Esta interpretación de los alcances de los pactos españoles (en uno de sus puntos más oscuros) es ciertamente compartida por muchos de los que plantean replicarlos acá; aunque no lo digan abiertamente.
Sin embargo, el sentido que le dan a los pactos de La Moncloa muchos de sus promotores, luce más claro en ésta columna de Fernando González en El Cronista de hoy, sobre todo cuando dice: "Es imprescindible que el Gobierno, los empresarios y los candidatos se reúnan para establecer los márgenes de una plataforma común que no perjudique los intereses que cada uno defiende en este tiempo de definición. Sería mucho más fácil si en la Argentina funcionara un acuerdo social al estilo de La Moncloa, pero esa sigue siendo la materia pendiente más importante que los dirigentes argentinos tienen por delante. Es el eslabón que nos falta para que la democracia esté a la altura del desafío del futuro.".
González está hablando del documento que difundieron ayer las 38 entidades nucleadas en el Foro de Convergencia Empresarial, que nosotros analizamos en éste post; de donde el significado concreto de la "moncloización" de la Argentina deviene más preciso: el "acuerdo social" consistiría en que el conjunto del sistema político excluya de la competencia electoral el núcleo de las demandas del poder corporativo; de modo tal que -gane quien gane las elecciones- deba aplicar el mismo programa económico.
Con lo cual es muy curioso que por ejemplo La Nación en su editorial de hoy califique el mega-pliego de Escribano conocido ayer como "un saludable aporte a la institucionalidad".
De donde tendríamos la curiosa conclusión de que el desafío pendiente de nuestra democracia consistiría en negar de antemano el debate político (uno de los pilares esenciales de cualquier democracia); o reducirlo a cuestiones puramente instrumentales, porque existiría -al menos en términos económicos- una sola hoja de ruta posible a seguir.
3 comentarios:
Si tuviéramos que hacer nuestro Pacto de la Moncloa, estaríamos generando un problema que hasta ahora no tuvimos: ¿QUE HACEMOS CON EL REY?
Lo único que se ve es una Reina. Para bien o para mal. Quien quiera oir que oiga.
Una reina argenta ??? No veo los poderes reales,si reales difamaciones de quienes se vieron perjudicados o de analfabetos egoistas politicos...
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