LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

lunes, 11 de agosto de 2014

HAY COSAS QUE NO CIERRAN


Desde bastante tiempo a esta parte (podríamos decir que desde el inicio del segundo mandato de Cristina) la línea discursiva de los medios hegemónicos (que son la verdadera oposición, y que editorializan, vertebran e intentan organizar a la que tiene ese rol institucional) viene girando casi obsesivamente sobre la discordancia entre los indicadores de la realidad económica y social del país, y el "relato" del kirchnerismo.

Decíamos nosotros hace un tiempo que carecía de sentido enzarzarse en la disputa sobre si la década kirchnerista fue ganada o perdida; porque esa disputa estaba saldada claramente -en términos electorales, que son los que en definitiva valen en democracia- por el pueblo argentino en el 2007 y en el 2011, en términos que no debieran dejar lugar a dudas.

En ese contexto (que no es más que la reiteración del argumento de la "impostura" kirchnerista") los medios lo corren al gobierno por izquierda, haciendo hincapié en dificultades reales existentes, ciertamente manipuladas o magnificadas en algunos casos; mientras ponen todo su poder de fuego al servicio de visibilizar ofertas electorales disponibles -u orquestar otras- que implicarían claramente una salida por derecha al kirchnerismo. Hasta la difusión de las protestas de la izquierda (como el caso Lear) es claramente funcional a ese objetivo.

Si no que alguien explique como la principal actividad de los candidatos presidenciales presuntamente preocupados por "los problemas de la gente" es, desde hace un tiempo a esta parte (ver al respecto acá) concurrir a cuanto encuentro o evento empresarial exista, para rendir examen de confiabilidad y decir lo que allí se espera escuchar.

La Nación nos pone hoy en tapa esta nota que habla de la pobreza, y de como se fue deteriorando en estos años la clase media en el país (poco importa si los "indicadores" que lo demostrarían son serios o consistentes), o Clarín hace acá un breve repaso de la supuesta preocupación de seis presidenciables (incluyendo a Scioli) por el deterioro de los indicadores laborales; mientras en el mundo de la política "real", donde juegan los factores que inciden y determinan las políticas públicas, su contenido, su dirección, o su bloqueo,  los sectores más recalcitrantes de la UIA (con la protección de esos mismos medios, supuestamente preocupados por el incremento de la pobreza) muestran sus dientes; y Méndez pide abiertamente una nueva devaluación que ponga al dólar en torno a los 10 u 11 pesos, para favorecer a los sectores exportadores.

Sin que acierten a explicarnos inconsistencias notorias, como que se protesta por la inflación mientras se reclama una nueva devaluación que no haría más que acelerarla (como sucedió en enero); y en ese caso por supuesto todos los que la reclamaban (medios, economistas, empresarios), saldrían rápidamente a despegarse de sus consecuencias sociales y económicas.

O se señala en tono crítico el aumento del déficit fiscal, mientras se reclama la baja de impuestos: eliminación de retenciones, suba del mínimo no imponible, ajuste por inflación de los balances de las empresas para pagar menos Ganancias; y así podríamos seguir; por ejemplo con la incoherencia de señalar por años las distorsiones del sistema de subsidios a las tarifas, para acto seguido poner en tapa los reclamos por los aumentos en las tarifas del gas; el primer paso dado por el gobierno para otorgar los subsidios a quienes verdaderamente lo necesitan.  

Y para terminar con los ejemplos de estos (aparentes) contrasentidos), se aúna la queja por el excesivo gasto público, con la sensibilidad por lo poco que ganan los jubilados; cuando el sistema de seguridad social se lleva el 39 % del total del gasto del Estado nacional: ¿por dónde comenzar el recorte que reclaman, si por allí no se puede ni se debe, y por los subsidios -como hasta ayer se pedía- pareciera que tampoco? 

Un "recorte" que se anunció con grandes titulares por dos años como mínimo, hasta que se tuvo la certeza de que el gobierno no lo haría: entonces lo señalado como calamidad por venir, pasó a ser reclamo, formulado de un modo indirecto y ambiguo: ¿o acaso no se trata de eso en definitiva -de reclamar un ajuste tradicional- cuando se responde a las objeciones sobre como se financiaría el Estado si cobrara menos impuestos, como se le exige?   

Sin embargo, estas y otras contradicciones discursivas que se podrían señalar lo son tan solo en apariencia: en la nota de Infobae que da cuenta del pliego de demandas de la UIA al gobierno (o por lo menos de ciertos sectores de la central empresaria), con su habitual sinceridad (?) De Mendiguren se remite al paraíso perdido del 2008, con "tipo de cambio competitivo, superávit fiscal y superávit comercial"; y propone recrearlo, mágicamente.

Ese momento (no casualmente coincidente con el conflicto con las patronales agrarias) marca el punto de inflexión del proceso kirchnerista para los sectores más concentrados del empresariado argentino; aun cuando antes y después de él siguieron ganando plata, y mucha: marca el cruce del límite invisible (para el común, no para ellos) de lo que estuvieron y están dispuestos a tolerar en materia de redistribución del ingreso, o intento de disciplinamiento del mercado por la regulación estatal.

Hasta entonces el kirchnerismo fue visto como una anomalía (en tanto intentó ganar márgenes de autonomía para la política, en lugar de hacer seguidismo acrítico de la hoja de ruta corporativa), pero un mal necesario: la profundidad de la crisis de la convertibilidad amenazaba hundir al país en niveles de conflicto social cuya escalada y salida probables eran imprevisibles.

A partir de entonces la cosa "se les fue de las manos", y les salió la criada respondona: sin ser un gobierno o un proyecto político anti-capitalista o anti-empresarial ni mucho menos; no les brindó nunca la certeza o la garantía de hacer siempre lo que ellos quisieran, y se les nota.

De allí que de un tiempo a esta parte están abocados (con la invalorable complicidad de los medios dominantes) a instalar la idea de que el país está en una crisis profunda, pero autoinflingida por los errores del gobierno (que nadie discute que no se hayan cometido, pero el punto es otro); de la que sin embargo nos resultaría muy sencillo salir: bastaría con que el gobierno dejara de lado su tosudez, se dejara "aconsejar" y replicara en sus políticas el pliego de demandas de los sectores más concentrados de la economía (incluyendo como no, pagarles a los buitres lo que reclaman), para que volvamos a ser felices; como por arte de magia.

No hay conflictos reales, no hay intereses contrapuestos, no hay costos sociales si se toma uno u otro rumbo: hay simplemente (al menos eso pretenden que creamos) una única racionalidad posible -la que lleva a satisfacer puntualmente cada uno de sus reclamos-; y sólo obcecación de Cristina y su gobierno, se niegan a admitirla.

Es como que uno siente que hay cosas que no cierran, o intuye que nos están queriendo tomar por estúpidos.  

4 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
qwert dijo...

un buen recorte para comenzar podria ser que dejaran de afanar, por ejemplo en los sobreprecios en obra publica, otro podria ser dejar de emplear ñoquis en todos los estamentos gubernamentales

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Qwert, burro: el gasto en "Personal" de todo el Estado nacional es el 11 % del total, incluyendo los sueldos de los empleados que para vos trabajan y no son ñoquis. La obra pública en su conjunto, el 15 %. ¿Vos creeés en serio que con eso (aunque todo fueran ñoquis y corrupción) solucionan algo? Levanten la puntería con los argumentos, abran la mente a algo que no sea replicar el lanatismo

El anónimo dijo...

A qwert le vendría bien leer esto http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-33088-2012-03-27.html