Después de que -rápidamente- bajó la espuma del G20 y la cruda realidad lo golpeó en la cara a Macri (resultado de la final de la Libertadores incluido), daba la impresión de que, contra lo que indica la tradición, diciembre pintaba tranquilo: el paro de la CGT desactivado con el "bono", otro tanto pasó con las protestas de las organizaciones sociales (lo que alejaba el fantasma de los saqueos), y la renovación de las autoridades en el Congreso transcurrió en paz; tras el mal trago para el oficialismo del Consejo de la Magistratura, y los cuestionamiento de los socios del PRO en "Cambiemos".
Hasta el polémico (por decir poco) protocolo de Patricia Bullrich sobre el uso de armas de fuego por las fuerzas federales de seguridad que tantas críticas ha levantado, parecía haberle dado al gobierno un eje de acumulación política, tanto que difundían encuestas que marcaban que la mano dura cuenta con el apoyo de buena parte de la población.
Y sin embargo, esto es Argentina, y gobierna Macri, y pasaron cosas: la presión sindical se traslado de la CGT (donde nunca estuvo) a cada sindicato, y tras la paritaria de Aceiteros cerrando en un 75 %, el gobierno se vio forzado a volver a plantear "techos" para las negociaciones salariales del año que viene, en torno al 23 %. Que consiga imponerlo es otra cosa, pero donde tenía paz (relativa) volverá a tener conflicto; y la paz con la organizaciones sociales alcanza solo a pasar las fiestas en calma. Más allá, es difícil saber que ocurrirá.
En las sesiones extraordinarias del Congreso lo único seguro por ahora es que el proyecto sobre Papel Prensa marcha sobre ruedas, porque ahí no canta Macri sino otros gallos, con espolones más grandes: tanto la reforma a la ley de financiamiento de las campañas para permitir los aportes empresarios, como el promocionado (y marketinero) proyecto "anti barras" en el fútbol, están en duda; claro que el primero con mucha mayor densidad política que el segundo.
Pero desde el lunes para acá, y mientras Macri trataba de digerir el golpe de Madrid, los tribunales fueron pródigos en novedades: condena a los responsables civiles de violaciones a los derechos humanos en Ford durante la dictadura (causa emblemática si las hay), llamado a indagatoria de Bonadío para el padre y el hermano del presidente en otra derivación de la causa de las fotocopias de los cuadernos, fallo de la Corte Suprema rechazando el planteo de los radicales santacruceños contra la ley de lemas de la provincia, y excarcelación de Amado Boudou. Hasta el Tribunal Fiscal de la nación (que depende del Poder Ejecutivo) resolvió que existe una deuda impaga de los Macri con la AFIP por una empresa (Yacylec) de la que el presidente era accionista hasta varios meses después de asumir.
Por supuesto que sería demasiado conspiranoico establecer una coordinación perfecta entre todos esos jueces y tribunales para decidir al unísono en la forma que lo hicieron, en cada una de las causas, pero sí es cierto que el Poder Judicial (poder político si los hay) es especialista en olfatear climas, y obrar en consecuencia: tiene una mano amiga en las buenas, suelta la mano que porta el ataúd, apenas vislumbra la puerta del cementerio.
Y algo supone pensar que el macrismo está pasando por esa etapa, o al menos así se lo percibe: el fallo Ford apunta a los respaldos civiles de la dictadura (de los cuáles el clan Macri, hoy salpicado por escándalos judiciales, fue importante representante), pero al mismo tiempo se enlaza con otro fallo de la Corte, aquel en el que daba marcha atrás con su oprobiosa sentencia que extendía el beneficio del "2 x 1" a los genocidas: si bien se percibe cierto revival del discurso "pandista", los jueces huelen que no hay plafond social y político para retroceder en las políticas de memoria, verdad y justicia; aunque el Estado (en cabeza de Macri y el Ejecutivo) no las impulse, ni mucho menos.
La causa de las fotocopias de los cuadernos (como toda aquella que pase por las manos de Bonadío) es cuestión aparte: en el país Bonadío todo es posible, siempre que se trate de servir a los intereses superiores que representa, específicamente la embajada de los Estados Unidos: la citación a indagatoria de los Macri por supuestos pagos de coima para retener los peajes es simultáneo al desembarco de empresas yanquis para invertir allí vía los PPP (que esta misma semana pasaron al control pleno de Marcos Peña, o sea del propio Macri); y al recrudecimiento de las tensiones de la guerra comercial entre China y los EEUU tras la presunta "paz" sellada en Buenos Aires en el G20, que con su torpeza característica, Macri intentó aprovechar para sobreactuar los gestos de acercamiento a Beijing, así como al inicio de su gestión sobreactuó el alejamiento hasta que tuvo que pedir la escupidera del financamiento amarillo.
Acaso el mal trago judicial del patriarca familiar (que habrá que ver si declara) y el hermano blanqueador de la suya, sean un llamado de atención por ese acercamiento al principal rival -hoy por hoy- de USA en el tablero internacional. Por lo pronto, supone un intento de Bonadío por salvar la causa del descrédito social, porque el jurídico es ilevantable: si mete a los Macri (aunque no al presidente, como sería lo lógico atento a la real estructura de los negocios familiares) en el baile, nadie podría dudar de su "independencia" y "objetividad", y de la "seriedad" de su investigación, sería su razonamiento. Todo modo, la brasa de una prisión preventiva está aun lejana.
La excarcelación de Amado Boudou es, además de un hecho de estricta justicia, otra señal de que los jueces "perciben algo": ¿acaso el macrismo ha ingresado en la fase en la que despide un olor a nardo y a calas tan fuerte, que se huele desde Comodoro Py? Como sea, aun quedan presos políticos en el país y ayer mismo Casación rechazó una recusación de Cristina contra los jueces de la causa de "la ruta del dinero K"; pero algo es irrefutable: el avance de las causas judiciales contra los opositores ya no depende del impulso del gobierno, y del inmediato alineamiento de los jueces con los deseos de la Casa Rosada. Esos tiempos ya pasaron.
La Corte no solo rechazó de plano el planteo de Costa y la UCR santacruceña contra la ley de lemas, sino que lo hizo con fundamentos, en lugar de apelar al cómodo expediente del artículo 280 del Código Procesal Penal de la nación para sacárselo de encima en tres líneas, o la tradicional doctrina de no inmiscuirse en las cuestiones electorales provinciales.
Y lo hizo por unanimidad de sus miembros, incluyendo al presidente Rosenkrantz: acaso el hombre sintió que seguir en soledad dentro del tribunal, con el solo respaldo externo de un gobierno con acciones en baja no fuera conveniente, más allá de los reales apoyos con que cuenta, y lo llevaron al sillón. De cualquier modo, la Corte pasó a ser un terreno áspero para el gobierno: para el martes que viene se espera otro fallo en contra de sus deseos, sobre el reajuste de los haberes jubilatorios, que tendrá gran impacto político y económico.
Y por si hicieran falta más señales de que se percibe debilidad política en el oficialismo en general, y en Macri en particular (la descomposición de la autoridad presidencial es casi toda mérito suyo), Massa se muestra hiperactivo y no es para menos: en cuestión de días debe inventarse e instalarse como opositor a un régimen que pensó perdurable y da cada día más muestras de agotamiento político; y las fuerzas que realmente lo mueven (no muy distintas de las que manejan la pluma de Bonadío) necesitan una alternativa de recambio, que además le empioje el camino a Cristina.
Finalmente, así como cada día se habla con más firmeza de la posibilidad de un default o reestructuración de la deuda (para no generar más pánico en mercados sensibles se coloca el evento en el 2020, fuera del mandato de Macri, pero el rigor estadístico debería traerlo al año que viene, por el cúmulo de vencimiento y la escasez de divisas disponibles para atenderlos) y sigue subiendo en consecuencia el riesgo país (la causa real es ésa, no el posible retorno del populismo), desde el propio oficialismo y su núcleo duro, el PRO, se discute abiertamente sobre un posible desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires.
Que los voceros de Vidal digan que fijarán la elección bonaerense "en la fecha que le convenga al presidente" no es solo una guasada en términos "republicanos": es la más ramplona confesión de que para los candidatos del oficialismo Macri es -a esta altura de los acontecimientos- un collar de melones electoral, que hay que remontar con esfuerzo.
1 comentario:
Para que en Inodoro Py perciban el olor a nardo de Macri, el aroma debe ser muy fuerte.
El Colo.
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