La idea económica matriz con la que
“Cambiemos” llegó al gobierno era que por el simple hecho del cambio de color
político de la administración del país lloverían las inversiones, porque el
advenimiento de un gobierno “market friendly” suscitaría la necesaria confianza
en los mercados para que apuesten al país.
Desde los primeros
días de gestión, con el levantamiento del “cepo” cambiario (en rigor, la
eliminación de toda regulación al flujo de capitales) y el acuerdo con los
fondos buitres para salir del default de la pequeña porción de deuda no
ingresada a los canjes, se dio por sentado que se creaban las condiciones para
que la economía despegara, basada en las inversiones extranjeras y el boom
exportador que seguiría a la devaluación.
Tres años y muchas
promesas fallidas después, está claro que no fue así: no hay un solo indicador
económico que haya mejorado respecto a los heredados del kirchnerismo (por el
contrario, empeoraron todos), ni siquiera aquellos a los cuáles el modelo de
valorización financiera del neoliberalismo les asigna particular relevancia,
como el riesgo país; que sigue firme unos 300 puntos por encima del que era
considerado alto en tiempos del chavismo kirchnerista.
El festival de
endeudamiento público y privado al que asistimos desde el 2015 no financió
-como era previsible y se advirtió- el crecimiento y el desarrollo del país,
sino la fuga de capitales, y hoy son cada día más las voces que advierten sobre
el riesgo inminente de default de los pagos de la deuda pública, mientras ya hay
empresas que emitieron deuda privada, con serios problemas para renegociarla o
cancelarla en término.
Y ante otro
estruendoso fracaso de su modelo (como cada vez que se lo ha ensayado) el
neoliberalismo hace lo que siempre: desplazar las culpas en otro, en éste casoel populismo, y el posible retorno de Cristina. Es decir, ese mismo populismo
que imposibilitaba la venida de las inversiones cuando gobernaba, y que estaba
destinados irremediablemente a la extinción cuando Macri ganó las elecciones
(en teoría, por eso nos prestaban plata generosamente), es el que ahora puede
regresar, y por eso se nos cerraron los mercados de deuda, crece el riesgo país
y podríamos defoltear.
Todo el
razonamiento es -por supuesto- falso de falsedad absoluta y lo saben, pero
jamás lo admitirán en público: el modelo de valorización financiera es
insustentable bajo sus propios términos, y nunca tuvo el propósito real de
modificar la estructura productiva del país en el sentido de promover su
desarrollo o una distribución más justa del ingreso. Lo contrario sería pedirle
peras al olmo.
Solo tiene como
premisa la extracción del excedente social vía los pagos de la deuda creciente,
y la fuga de capitales, y cuando el grado de insustentabilidad es tal que hasta
eso está en riesgo, agitan los fantasmas: si Cristina puede volver es
–precisamente- porque aplicando el manual que recomiendan para toda ocasión y
contexto destrozaron todo, empezando por el salario, como acaba de reconocer el
propio Macri ante un grupo de banqueros.
Y si un eventual
gobierno suyo toma medidas mínimas, elementales y que cualquier análisis
objetivo de la situación aconsejaría (como reponer los controles de capitales y
divisas, o reestructurar la deuda) no es porque tenga una visión “chavista” o
algo por el estilo, sino porque en caso contrario no podría -sencillamente-
gobernar.
Que decir del
absurdo de la idea del “riesgo político”: ¿puede pensarse que haya algún
inversor medianamente sensato que suponga que el contexto político en el que
toma sus decisiones de inversión jamás cambiará, en el marco de la democracia?.
El razonamiento es tan pueril que el que lo siga se merece fundirse, por nabo;
cosa que por supuesto no sucederá porque lamentablemente se trata de gente con
espaldas para aguantar.
Lo que está
ocurriendo con el “riesgo país”, el precio de los bonos y las acciones de las
empresas argentinas es ni más ni menos que ese capitalismo que tanto pregonan
supone: se invierte con una dosis de riesgo, y algo puede salir mal, y hay que
absorber pérdidas. Si además se invierte en un modelo económico comprobadamente
insustentable cada vez que fue ensayado, ¿qué culpa tienen Cristina, la
incertidumbre propia de la democracia y el populismo.
Así que por quejas, señores inversores, dirigirse a
donde corresponde: su broker de confianza, a pedirle las explicaciones del
caso. Tuit relacionado:
Conmovedor el esfuerzo de los brokers de la City que le hicieron invertir a sus clientes en bonos basura para echarle la culpa a Cristina de un posible default— La Corriente K (@lacorrientek) 12 de diciembre de 2018
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