LA FRASE

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jueves, 6 de diciembre de 2018

TRIBUNAL QUE HACE DE CUENTAS COMO QUE CONTROLA



Hace poco contaba acá Gustavo Castro en Diario Santa Fe como el Tribunal de Cuentas observó el decreto de Lifschitz que adjudicaba a la firma Lodiser S.A. la impresión de los afiches de la Caja de Asistencia Social (Lotería de Santa Fe); licitación muy sospechosa de la que nosotros nos ocupamos en ésta entrada, a la que nos remitimos para más información sobre el tema.

Si bien el eje de la observación legal era que la empresa no contemplaba en su objeto social dedicarse a tareas de impresión, el gobierno se fue por las ramas en su intento de responder los cuestionamientos del órgano de control, y terminó apelando a una cuestión formal: la observación había llegado fuera del plazo de que dispone el Tribunal de Cuentas de acuerdo con la Ley 12.510 luego de haber recibido los antecedentes; y en consecuencia el gobernador no debía dictar un decreto de insistencia, porque el acto no quedaba suspendido en su ejecución.

Ahora vemos en el decreto al que corresponde la imagen de apertura que pasó exactamente lo mismo, en el caso de una licitación privada promovida por el Ministerio de Seguridad de la provincia, para hacer obras en unos almacenes de su área en Rosario.

El tema es que en este aso el decreto se limita a señalar que la observación legal fue interpuesta fuera de término por el Tribunal de Cuentas, pero sin contarnos absolutamente nada acerca de sus fundamentos, es decir, que fue lo que encontró mal en el Decreto 2255 de éste año por el cual Lifschitz adjudicó la licitación; con lo cual no nos quedó mas remedio que ir a verlo para entender de que se trataba: 


A simple vista, surge claro que la cartera que conduce Pullaro llamó a licitación privada para hacer una obra que por su monto ($2.729.776,14) debía hacerse por licitación pública, ya que casi duplica el monto máximo establecido por la ley de presupuesto (1,3 millones de pesos, tratándose de obras públicas) para que así sea. Al no tener la resolución de Pullaro que instrumentó el llamado, no se puede saber si -por ejemplo- apeló a la Ley 13.297 de emergencia en seguridad, vencida ya en el 2013, como hicieron en las obras del Plan Abre, para no llamar a licitación.

Y hablando del Plan Abre: para peor, en el primer momento la más “barata” de las dos ofertas presentadas fue de EDECA S.A., una de las empresas favoritas del socialismo y principales beneficiarias del reparto de las obras de ese plan en Rosario (ver acá); y estaba un 43,34 % por encima del presupuesto oficial, y la otra (de otra conocida de la obra pública provincial), lo sobrepasaba en un 54,47 %.

Por eso llamaron a una “mejora de ofertas”, previo “retocar” el presupuesto oficial llevándolo a $ 3.106.485,25 (un 13,80 % más que el original), “mejora2 en la que EDECA S.A. le hizo al Estado una rebaja del 5 %; quedando aun así un 19,65 % por encima del presupuesto oficial “retocado”: una diferencia que el decreto considera “dentro de los márgenes tolerables “ y “conveniente a los intereses del Estado Provincial”, según consta en sus fundamentos.

Como resultado, Lifschitz termina adjudicando por licitación privada una obra que supera en un 138,96 % el importe fijado por ley, a partir del cual es obligatorio hacer licitación pública. Quizás algo de todo esto haya sido parte de los fundamentos del Tribunal de Cuentas al observar el decreto de adjudicación pero nunca lo sabremos, porque el gobierno se sacó el lazo de encima con el argumento de que la observación fue fuera de término.

Y el Tribunal se sacó de encima su rol de controlar en tiempo y forma los decisorios del gobierno que afectan la hacienda pública, suspendiendo su ejecución, una vez más, en lo que ya parece ser un modus operandi para hacer de cuentas como que controlan.

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