La verdad no se lo extrañaba mucho al gorila blanco, pero volvió como siempre: con pronósticos apocalípticos, como para que no extrañemos a Lilita.
Si se repasan los titulares de los diarios desde que empezó el asunto de la sequía, las pérdidas iban a ser de 20.000 millones de dólares, después de 10.000, ahora estamos en 6.000: si seguimos así, en un par de semanas, la sequía les va a terminar dando ganancias.
Por no mencionar que empuja los precios para arriba, y parte de lo que pierden por menores rindes, lo compensan con precios.
Pero los agrogarcas dejan en claro que lo que les preocupa no es la sequía sino -como siempre- las retenciones, el único y exclusivo tema que les preocupa.
Ah. no, nos olvidábamos: y "la falta de una auténtica política de Estado para el campo", claro.
Que involucra -básicamente- eliminar las retenciones.
Lo mismo de siempre, repetido una y otra vez, como concurrir al Congreso a darle instrucciones y directivas a los diputados opositores que tienen alquilados.
Como desde hace cuatro años.
¿Qué cambió entonces?
La tragedia de Once, la redoblada ofensiva de los medios contra el gobierno de Cristina y lo que ellos creen es un clima social más permeable a sus demandas.
Este tipo de movidas van camino a convertirse en algo parecido a los festivales folklóricos del verano parece; tanto que ya ni los mismos medios los toman demasiado en cuenta: hoy en el prime time televisivo te rinde más una mamá de Lucas que un Biolcatti, o un poblador de Tinogasta o Famatina, que un De Angeli; ponéle.
Lo que no quita que los muchachos lo sigan intentando, total, tiempo es lo que les sobra.
¿Qué van a hacer, quedarse sentados tomando vermuth en el bar del pueblo?
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