NOSOTROS, QUE FUIMOS TAN SINCEROS, Y DESDE QUE NOS VIMOS, AMÁNDONOS ESTAMOS...

Termina una semana política santafesina que empezó lejísimos de la bota, más concretamente en Ushuaia; cuando Antonio Bonfatti fue uno de los dos gobernadores provinciales que acompañaron a Cristina por el acto del 2 de abril.

Su presencia allí disparó todo tipo de especulaciones; porque si bien se sabe de su vínculo -y del socialismo- con Fabiana Ríos y de su adhesión (personal y política) a la causa malvinera, lo cierto es que hizo acto de presencia en un contexto en el que faltaron los gobernadores oficialistas (muchos con actos conmemorativos en sus propias provincias), y el propio Bonfatti se ocupó de señalar a su regreso que Malvinas era una causa nacional, y todos los mandatarios provinciales deberían haber estado en Ushuaia, proyectando al exterior una imagen de unidad.

En ésta misma semana, y también allende los límites provinciales, Nilda Garré volvió a disparar durísimo contra Hermes Binner en su condición de referente del FAP, pidiéndole que meta en cintura a sus aliados de Barrios de Pie que jaquearon a los porteños con piquetes; con la previsible respuesta del ex gobernador diciendo lo mismo de siempre, o sea recitando el catecismo constitucional.

Se señala el hecho porque -con apenas uno o dos días de diferencia con el entuerto entre los ex socios en el Frepaso- Bonfatti instó a su ministro de Seguridad para que concierte una reunión con la misma Garré (ya concretada) para articular acciones con la Nación en materia de seguridad en Rosario y alrededores; donde el gobierno provincial acaba de descabezar a la cúpula policial, hechos ambos sobre los que sobrevuela la sombra del narcotráfico como el origen de los graves problemas de inseguridad de la ciudad del sur.

El descabezamiento de los mandos de la UR II marcó otro fuerte contraste entre Binner y Bonfatti: fue nada menos que Agustín Rossi quien se encargó de marcarlo en público, señalando como auspicioso que Bonfatti diera muestras de estar decidido a poner fin a la idea del autogobierno policial, que presidió toda la gestión de Binner en seguridad; con los resultados conocidos.    

En la misma semana, Binner se hizo eco de una tapa de Clarín (que anunciaba que el gobierno nacional estudia comprar acciones de YPF con fondos de la ANSES), para reclamar porque parte de esos fondos son de las provincias; y de cien tapas del diario de Ernestina, al reclamar que la presidenta se expida sobre el caso Boudou.

Lo primero le valió la réplica de Rossi, y lo segundo la de Omar Perotti (quien quebró lanzas en favor del vice, algo sorprendente viniendo de alguien no habituado a jugar fuerte en los medios, ¿busca pista en la Rosada y zonas aledañas dando pruebas de fe kirchnerista?); pero lo sorprendente del caso es que en ninguna de las dos estocadas, Binner tuvo la compañía de Bonfatti.

Al fin y al cabo, si se reclama en defensa de intereses de la provincia (aunque le erre como a las peras el hombre, como se dijo acá), lo lógico hubiera sido que el gobernador (y hombre de su propio partido) lo acompañara; al fin y al cabo el propio Bonfatti ratificó hace poco los juicios contra la Nación iniciados en su momento por Binner.

Pero nada de eso pasó, y sobre el filo de la semana se sumó otro hecho que marca una distancia en los gestos públicos de los dos referentes del socialismo: la ocupación de dos planes de viviendas inconclusos en Santa Fe por miembros de la Corriente Clasista y Combativa (también aliados del socialismo en el FAP) motivó por parte del gobierno provincial una invitación a dialogar primero para resolver la cuestión, y luego una paulatina toma de distancia con la protesta, diciendo que no entregarían viviendas de los planes bajo la presión de las tomas.

Claro que en eso pudo haber influído la rápida toma de distancia de la administración municipal radical de la ciudad, porque corrió la especie de que les permitirían a los ocupantes instalarse en terrenos de su propiedad; con la promesa del gobierno provincial de entregarles materiales para construir viviendas.  

Más allá de los hechos concretos, el dato central de la semana fue entonces la ostensible toma de distancia entre Binner y Bonfatti en gestos y tomas de posición, que algo marcan aunque lo dos (sobre todo Binner) se esmeren en decir que no.

Antes de sacar cualquier conclusión apresurada al respecto (sobre todo filas adentro del socialismo y del FAP, dónde la cosa ya es objeto de análisis) hay que pensar que el gobierno de Bonfatti pusó en compás de espera el envío a la Legislatura de la reforma tributaria, que hasta hace días parecía inminente.

Y eso obedece en parte a que en el palacio de las leyes hallaron cabida los reclamos de los intendentes y presidentes comunales del PJ, y por ende el futuro de la reforma pensada desde la Casa Gris -en acuerdo con algunos senadores peronistas- había ingresado en terreno escabroso; y el hombre (Bonfatti) no quiere repetir los fracasos de Binner en el mismo tema.

Y en parte (no poco importante) a que Bonfatti estaría tanteando líneas con la Rosada para que desde allí parta alguna orden que alinee al disperso peronismo santafesino, y tenga un interlocutor único con el cual charlar los temas (como la meneada reforma tributaria) en los que se juega buena parte del futuro de una gestión que hasta aquí sigue atrapada en los mismos inconvenientes del primer día.

Por eso es prematuro aun para saber si la historia entre el actual gobernador y su antecesor termina como en el bolero: "debemos separarnos, no me preguntes más, no es falta de cariño, te quiero con el alma...".