Los indicadores de
la economía son calamitosos, y empeoran mes a mes: caen el empleo, el salario,
la producción, el nivel de actividad, a niveles similares a los de la crisis
del 2001, o aun peores. La inflación no
solo no baja, sino que no para de subir, y las decisiones que toma el gobierno
-como los tarifazos- no hacen más que alimentarla.
No hay perspectivas
de mejoras ni en el corto ni en el mediano plazo, y desde el gobierno ya ni
siquiera se promete que las cosas mejorarán. Por el contrario, y como se pudo comprobar en el increíble discurso de Macri ayer en el Congreso, la estrategia es, simplemente, negar la realidad.
No llegaron las
inversiones ni vendrán, hay dudas sobre el “boom exportador” o el aporte del
campo, el “veranito financiero” está atado con alambre y todos dan por sentado
que este año volverán a caer los salarios, las jubilaciones, el consumo y la
actividad
Además de todo lo que
está mal en la “macro”, en la ·micro”, en la vida cotidiana de la gente, la
crisis pega peor, y se siente más: el sueldo no alcanza, hay angustia y miedo a
perder el empleo, la inflación es mayor en los productos básicos de la canasta
familiar como los alimentos, no se pueden pagar los servicios.
El gobierno no solo
no toma medidas que permitan vislumbrar que se hace cargo de los problemas que
generó, sino que insiste en que el rumbo es el correcto, contra toda la
evidencia disponible, aun la aportada por ellos mismos. Y como se dijo antes, atraviesan la fase de la megación.
La magnitud de la
crisis económica y social desplazó la preocupación de la gente por los
presuntos casos de corrupción del gobierno anterior (que son casi el único tema
de campaña del oficialismo) al fondo de la lista de prioridades.
Las operaciones que
arman con la complicidad de los medios, los jueces y fiscales adictos y los
servicios de inteligencia para embarrar y encarcelar opositores y sacarlos de
la cancha se les vuelven en contra, y tienen que salir a dar explicaciones
inverosímiles, o hacerse bien los boludos.
Para un gobierno
cuyo discurso político está siempre anclado en las expectativas (porque no
puede ofrecer realidades), nunca estuvo tan devaluada la palabra oficial en
general, ni la del presidente en particular: habló en un Congreso con sus
alrededores militarizados y nadie lo registró, fue como si oyeran llover.
Hace rato que el
discurso oficial está anclado en la seducción del voto propio, el núcleo duro
formado por el tradicional tercio antiperonista de la sociedad argentina, han
perdido la capacidad de seducir a otros sectores, o de recuperar a sus propios
votantes desencantados con la gestión. Salvo para putearlo, claro está.
El liderazgo de
Macri ya no es indiscutido, ni siquiera dentro de la propia coalición
oficialista: los radicales se le paran de manos cuestionándole estrategias,
candidatos y hasta medidas de gobierno y lo desafían en las provincias, parte
del “círculo rojo” lo abandona y ya explora otros candidatos (Lavagna, incluso
algunos tienden puentes con Cristina), y en el mismo PRO se discute si es
conveniente que sea el candidato, y pelee por la reelección; más allá de las posibilidades reales de que esto suceda, porque como bien dijo alguna vez Pagni, el macrismo es ante todo un proyecto biológico. O el PRO una empresa con un accionista único: Macri.
El gobierno no puede plantear
ninguna discusión en el Congreso y debe mantenerlo cerrado, porque no tiene la
certeza de imponer su agenda, mientras la oposición “dialoguista” se vuelve dura y busca
rivalizar en la crítica al gobierno con los sectores que se le opusieron desde
el principio.
Con ese panorama -que no es más que la descripción
objetiva de la realidad-, ¿nos pueden explicar como es que hay quiénes
sostienen que Macri vuelve a ganar las elecciones? Tuits relacionados:
No sabemos ustedes, pero para esta cuenta "El futuro está en manos de cada uno de nosotros" sonó a "Arreglátelas sólo y no esperés que nosotros te ayudemos".— La Corriente K (@lacorrientek) 1 de marzo de 2019
No había dicho que si se ponía loco nos podía hacer mucho daño, en que quedamos?— La Corriente K (@lacorrientek) 1 de marzo de 2019
El discurso de hoy fue la versión Macri del puñetazo de De La Rúa en la mesa de Grondona— La Corriente K (@lacorrientek) 1 de marzo de 2019
"El presidente se mostró firme". Duro, más bien.— La Corriente K (@lacorrientek) 1 de marzo de 2019
Adentro del Congreso se enojan o se cagan de risa. Afuera lo ignoran, o ni saben que estaba hablando. Eso es Macri hoy.— La Corriente K (@lacorrientek) 1 de marzo de 2019
Pasó De La Rúa y dijo que lo vio ido al presidente, como si no tuviera plena conciencia de la situación— La Corriente K (@lacorrientek) 1 de marzo de 2019
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