Cuando se lanzó hace un tiempo (menos de tres meses) el globo sonda de la candidatura de Lavagna, dijimos acá: "La presunta potencialidad electoral de Roberto Lavagna debe ser la superstición más arraigada de la política argentina: con infaltable precisión, aparece cada cuatro años, en tiempos de elecciones presidenciales, como el "candidato tapado" que puede ser la sorpresa. Una primera lectura rápida de su reinstalación actual podría ser que viene a suplir la ostensible carencia de un candidato taquillero del "peronismo alternativo" que no termina de despegar, pero Lavagna es bastante más que eso: representa una opción política que ve con agrado buena parte del establishment (leáse grupos de poder económico) del país, en especial el que está desencantado con los resultados del gobierno de Macri: grandes empresas de bienes transables nucleadas en la UIA o la AEA como Arcor o el grupo Techint, por ejemplo.
Recordemos que Lavagna (al igual que Duhalde) cimentó su prestigio de "piloto de tormentas" luego del derrumbe de la convertibilidad, cuando gran parte del "trabajo sucio" de abandonar el esquema montado por Cavallo estaba hecho, con una mega devaluación que pulverizó los salarios; en el marco de un pacto político entre sectores del peronismo y de la UCR (él mismo había sido funcionarios de gobiernos de las dos fuerzas políticas), para zanjar al mismo tiempo la crisis económica y social, y el vacío institucional que dejaba el gobierno de De La Rúa.
No se trata de negarle sus méritos -que los tiene-, sino de precisar el contexto en el que el hombre se movió, y que algunos creen posible repetir hoy, o ven igual a entonces: salir del fracaso de otro gobierno expresión de las clases medias anti peronistas (como el de De La Rúa) con la misma receta del 2002: una mega devaluación que licúe salarios, y una apuesta al sector de bienes transables sobre el modelo de valorización financiera que despliega Macri. No es casual que reaparezca Lavagna en escena cuando la estrategia económica del gobierno es utilizar el ancla cambiaria para contener la inflación, aun al precio de revivir el "carry trade", es decir, la bicicleta financiera.
El asunto con Lavagna es que, aunque pueda expresar otro pensamiento económico, su visión de la política no difiere demasiado de la de Cavallo: para ambos, es un estorbo molesto con abundancia de chapuceros, que interfieren en la correcta ejecución técnica de un programa económico; a menos que reconozcan sus limitaciones y acepten darles plenos poderes a los intelectos superiores (los de ellos, los economistas), para que resuelvan los problemas, sin interferir."
Mucho no nos equivocamos, por lo visto: salvo algún movimiento de último momento, todo indica que Lavagna va derechito a declinar su candidatura, porque los planetas no se alinearon como él quiere; es decir, no lo proclaman presidente directo, sin pasar por el molesto trámite de las elecciones. El no quiere ir a internas, y en Alternativa Federal nadie quiere bajarse para proclamarlo, y lo bien que hacen: si de comparar números de encuestas se trata, son todos japoneses, más o menos de la misma talla (mínima).
Pero en realidad el empujón a su candidatura se lo dio hace un par de días Betnaza, el gerente de Techint implicado en la causa de las fotocopias de los cuadernos; cuando dijo que el asunto es entre Cristina o Macri, y no hay espacio para un tercero. Como diría Inodoro Pereyra, ahí está el huevo y no lo pise: el hombre no mide, no da la talla, tan sencillo como eso. Y si fallan los sponsors, el auto se queda en los boxes, y no corre.
El hombre de Techint dio en el clavo, porque, como se dijo acá, la idea de su candidatura era que succionara votos opositores, no solo de los desencantados con Macri, sino (sobre todo) de Cristina y el polo opositor nucleado en torno a ella: tras el fracaso estrepitoso del experimento de uno de los suyos instalado en la Rosada por el voto, el sueño húmedo del "círculo rojo" era un balotaje entre dos candidatos "propios", al estilo mexicano: un sistema, dos derechas. Y la cosa no anduvo: si algunos votos capturaba Lavagna, eran de Macri, aumentando las chances de un triunfo de Cristina en primera vuelta, y no es cuestión de seguir corriendo riesgos. Una pena, porque el ensayo ayudaba al logro de ese objetivo, de ese modo particular.
El experimento Lavagna podía fallar, y falló, más allá de lo que él mismo decida hacer respecto a su candidatura: al "desplante" del peronismo "alternativo" (que él contaba se pondría a sus pies, a succionarle las medias), se suma que no logró el objetivo de encolumnar detrás suyo a buena parte de la UCR, haciendo abandono de "Cambiemos". Así las cosas, lo que queda a Lavagna es la sumatoria de los quioscos progresistas irrelevantes en términos nacionales (como el socialismo santafesino), la mayoría de ellos emprendimientos unipersonales como Margarita Stolbizer; y con eso no alcanza ni para el vermouth. Tuit premonitorio:
Pero en realidad el empujón a su candidatura se lo dio hace un par de días Betnaza, el gerente de Techint implicado en la causa de las fotocopias de los cuadernos; cuando dijo que el asunto es entre Cristina o Macri, y no hay espacio para un tercero. Como diría Inodoro Pereyra, ahí está el huevo y no lo pise: el hombre no mide, no da la talla, tan sencillo como eso. Y si fallan los sponsors, el auto se queda en los boxes, y no corre.
El hombre de Techint dio en el clavo, porque, como se dijo acá, la idea de su candidatura era que succionara votos opositores, no solo de los desencantados con Macri, sino (sobre todo) de Cristina y el polo opositor nucleado en torno a ella: tras el fracaso estrepitoso del experimento de uno de los suyos instalado en la Rosada por el voto, el sueño húmedo del "círculo rojo" era un balotaje entre dos candidatos "propios", al estilo mexicano: un sistema, dos derechas. Y la cosa no anduvo: si algunos votos capturaba Lavagna, eran de Macri, aumentando las chances de un triunfo de Cristina en primera vuelta, y no es cuestión de seguir corriendo riesgos. Una pena, porque el ensayo ayudaba al logro de ese objetivo, de ese modo particular.
El experimento Lavagna podía fallar, y falló, más allá de lo que él mismo decida hacer respecto a su candidatura: al "desplante" del peronismo "alternativo" (que él contaba se pondría a sus pies, a succionarle las medias), se suma que no logró el objetivo de encolumnar detrás suyo a buena parte de la UCR, haciendo abandono de "Cambiemos". Así las cosas, lo que queda a Lavagna es la sumatoria de los quioscos progresistas irrelevantes en términos nacionales (como el socialismo santafesino), la mayoría de ellos emprendimientos unipersonales como Margarita Stolbizer; y con eso no alcanza ni para el vermouth. Tuit premonitorio:
´El Procurador, a quien horrorizaban los tumultos, pidió algunos días para hacer consultas. En el fondo mahorí de su carácter, el tiempo no existía y dialogó calmosamente con los viejos campanudos de las Academias como si gozara del sol en el archipiélago polinésico´. J.A.Ramos— Manfred Pichota (@manfred_pichota) 18 de marzo de 2019
Tuits relacionados:
Amagando bajarse, Lavagna quiso provocar su propio 17 de octubre. Solo acudieron al llamado Lifschitz, Ricardito Alfonsín, Stolbizer y unos cuantos tuiteros pelotudos de la "Cualquiera Menos Cristina".— La Corriente K (@lacorrientek) 10 de abril de 2019
Dice Lavagna que si insisten con esa idea trasnochada de que al presidente lo elijamos en elecciones, él se baja de la candidatura.— La Corriente K (@lacorrientek) 10 de abril de 2019
1 comentario:
Igualmente es un tipo que hizo mucho daño en muy poco tiempo. Y en la peor coyuntura, por si fuera poco.
Esperanzo al Círculo Rojo, desbalanceo a los pseudo Federales, les saco juanetes a Massa y Urtubey, quemó a Uñac y le trastorno el sistema métrico a Sola y demás aspirantes, con o sin uñas de guitarrero.
Como si no hubiera muletos en exceso, su deambular a los tumbos hizo brotar conspiradores de debajo de las baldosas hiriendo severamente a las PASO al instalar las dudas sobre su efectiva realización.
Como bien se dice aquí, este individuo desprecia las elecciones democraticas y se cree un talento superior. Al igual que su mentor, Dualde, un picapedrero entrenado en demoliciones que se imagina constructor de pirámides.
Sólo un trasnochado que no entienda ni jota de política (menos todavía de responsabilidad historica y de sincronicidades) no evalua la volatilidad del escenario nacional y regional y se lanza a entrevistas sectoriales que solo generan expectativas difusas. En momentos en los que hay que clarificar y definir conceptos, este estúpido sale a vender nubes originando previsibles chaparrones y tormentas. Y su hijo no es ningún santito, bien que estaba jugando al doblete.
No importa si sólo lo sigue el invisible perro Balcarce. Su sola imagen instalada en los medios ya produjo runrún en las cabezas de los confundidos de siempre.
Como dice esa frase célebre (no recuerdo la cita textual, me disculparan) "no hay que atribuir a la maldad lo que es atribuible a la estupidez".
Su funcionalidad a la confusión general probablemente no sea un mefistofelico y preconcebido esfuerzo extranjero sino el delirio conjunto de capitostes diversos y un burocrata acomplejado por falta de personalidad soporte.
Pero que jodió de forma irresponsable, jodió. Saludos.
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