Unos días antes de la muerte de Maradona, Los Pumas les ganaban por primera vez a los All Blacks, y en el Congreso un diputado de "Juntos por el Cambio" se subía a la ola y los ponía como el ejemplo a seguir: "lo que nos va a sacar adelante es la Argentina de Los Pumas, la Argentina de bien", dijo en la discusión del impuesto a las grandes fortunas, que por supuesto votó en contra.
Después pasó lo que pasó y todos sabemos: murió Diego, se multiplicaron los homenajes a lo largo y a lo ancho del mundo entero incluyendo a los All Blacks en la previa de la revancha con Los Pumas, que solo atinaron -decidieron- ponerse cinta aisladora negra en el brazo derecho, y de ahí en más todo bochorno: las disculpas forzadas, los tuits racistas, homofóbicos, misóginos y discriminadores de Matera y otros jugadores, su separación del plantel por la UAR tratando -infructuosamente- de contener daños.
Hasta allí la anécdota, lo que no es nuevo es esto de pretender instalar al rugby y la cultura que lo rodea como un "modelo" a seguir para toda la sociedad, porque supuestamente expresa y transmite ciertos valores: como lo dice la tapa de "Noticias" de hace unos años, el respeto por la autoridad, las reglas de juego inquebrantables, la competencia dura y leal.
A poco que se lo analice, se verá que lo que se plantea como una originalidad distintiva del rugby no difiere mucho de los principios del barón Pierre De Coubertin para todos los deportes, de modo que a otro perro con ese hueso: cuando se pone al rugby como el modelo o el ejemplo a seguir, se está hablando de otra cosa; que excede largamente al deporte.
En el deporte, como en todas las manifestaciones sociales y culturales, existen los sesgos de clase: cosas de las que se apropian las grandes masas -les guste o no a los que las crearon-, y cosas que permanecen reservadas para las élites, incluso como un signo de pertenencia a ellas.
Y ese sesgo de clase en el rugby es muy marcado, más allá del origen social de los que lo practican: se enfatiza el "mundo rugby" con un sentido de pertenencia que coloca a quien es parte de él como integrante de una élite social que destaca del conjunto, porque -en teoría-cultiva valores excelsos, ostenta superioridad moral y mira a los demás por encima del hombro.
Lo cual por supuesto es falso, y en realidad, de lo que se trata es de proponer no solo un modelo de sociedad, sino de quien debe conducirla: los más aptos, la élite, que expresa ciertos "valores", como si solo ellos pudieran expresarlos. En síntesis, por más empeño que pongan en presentarlo como algo nuevo, es bastante viejo: de hecho, es el núcleo central de las ideas políticas del viejo país oligárquico que los argentinos dejamos atrás con la ley Sáenz Peña, y más decisivamente, con el peronismo después.
Cuando decidimos que todos teníamos derecho a votar y decidir quien y como nos gobierne, sin "modelos" impuestos por una élite que se eligió a sí misma como predestinada para conducirnos. Cuando resolvimos que las universidades fueran gratis y para todos, y no solo para los que pudieran pagarlas, y para que en ellas se eduque la futura élite dirigente, según el modelo inglés.
Cuando establecimos que creemos en la movilidad social ascendente, en un país en el que así como nadie está destinado desde la cuna a mandar a los otros, todos podemos progresar si ponemos esfuerzo, y la sociedad y el Estado acompañan, para compensar diferencias e igualar posibilidades.
Cuando entendimos que no hay un solo "modelo" sino "modelos" en pugna, y de lo que se trata es de expresar al que represente y contenga a la mayor parte de los argentinos y sus intereses, sabiendo que no se puede contener e integrar a todos; porque siempre habrá algunos que crean que solo debe haber lugar para ellos; y que los demás solo podemos ocupar los lugares que ellos dispongan, para hacer las cosas que necesiten, o que ellos no quieren hacer.
Una sociedad jerárquica, estamentada, de castas. Una especie de colmena con reinas o reyes, obreros, soldados y zánganos, donde cada uno tiene un rol asignado desde que nace, y todos lo aceptan sin protestar. Y por lo menos a nosotros acá, gustos por el rugby u opinión sobre Los Pumas aparte, ése sería un país en el que no nos gustaría vivir.
1 comentario:
Con perdón de la expresión, el Matera ese es un mataco. No es precisamente blanco, como para hablar de negros. Salvando, claro, que el racismo no es exclusivo del hombre blanco capitalista.
Al margen, un análisis sociologico de la marginación y sus causas. Ya que el racismo es solo otra forma de marginar.
La sociedad que se describe al final es una típicamente "sovietica", un verdadero estado comunista.
En Argentina, con todo lo que está mal, con un Néstor en el poder, el que quiere y se esfuerza, crece.
No es la India esto, dónde real y literalmente hay castas.
Acá, como yo soy peronista, ni siquiera acepto que haya clases. Acá hay una sola clase de hombres; los que trabajan.
Racistas habrán siempre. Despotaa habrán siempre. Enemigos habrán siempre.
Pero me preocupa más el aumento del 5% a jubilados o el ajuste en discapacidad.
Muchachos.. si esto no es macrismo que es?
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