LA FRASE

"POR AHORA NO ESTÁ PREVISTO EL ENVÍO DE AYUDA A ENTRE RÍOS POR LAS INUNDACIONES, NOS INFORMAN QUE LA COLECTIVIDAD JUDÍA EN BASAVILBASO ESTÁ BIEN PORQUE EL AGUA AÚN NO HA LLEGADO ALLÍ." (KARINA MILEI)

miércoles, 16 de diciembre de 2020

COMO SEGUIMOS

 


Tal como era de preverse al habilitarse más actividades y aumentar la circulación, vuelven a subir los casos de COVID en el AMBA, y en el resto del país vienen bajando lentamente, siempre dentro de cifras altas. Si nos atenemos a lo sucedido en meses anteriores, también deberían empezar a subir en el interior.

El último DNU puso a todo el territorio nacional (salvo Bariloche y Puerto Deseado) en DISPO, lo que supone en la práctica legalizar la eliminación de restricciones a la circulación, de modo que la cantinela de la "cuarentena eterna" ya no resiste el cotejo con la realidad. Y las consecuencias están a la vista. Habrá que ver que ocurre éste domingo o el lunes, cuando deban renovarse las normas en la inminencia de las fiestas de fin de año.

Si bien han trascendido conversaciones del gobierno nacional con las autoridades de la CABA y la provincia de Buenos Aires, nada hace suponer que se esté pensando en imponer mayores restricciones, por una razón muy sencilla: hace rato ya que el Estado en general (la nación, las provincias, los municipios) y con prescindencia de colores políticos de los gobiernos, ha perdido legitimidad y voluntad política para hacerlas cumplir, frente a la resistencia social.

Se han naturalizado las cifras de contagios (que superaron largamente el millón y medio de casos) y las muertes, que son más de 40.000. Eso dice mucho de nuestra respuesta como sociedad frente a la pandemia: si bien se han acallado las marchas anticuarentena, hay un notorio relajamiento social en el cumplimiento de los cuidados y prevenciones exigibles: las marchas desaparecieron también en parte porque ya no tienen razón de ser.

Frente a eso, la eficacia -por probarse- de las vacunas por venir se ve resentida, y es muy probable que una nueva ola del virus nos encuentre mal parados: ya se está viendo como golpea en Europa, incluso en países donde la baja de los contagios fue más drástica que acá.

En el "primer mundo" que muchos acá ponen como ejemplo o se aumentan las restricciones (como en Alemania, Italia, el Reino Unido o la ciudad de Nueva York), o la situación adquiere características límites, como en Suecia. Y no hay razones para suponer que esa ola, más tarde o más temprano, no llegue acá. 

Hablábamos antes de vacunas: es una variable que el gobierno argentino no controla, y éste aspecto en particular parece no haber sido debidamente tomado en cuenta en la comunicación oficial, donde hubo idas y vueltas, dichos y desmentidas, todo a pura pérdida para la imagen presidencial y -lo que es peor- para la legitimidad del Estado para marcar las reglas de conducta que debe seguir la sociedad, en una circunstancia como ésta.

Se puede entender la necesidad de intentar transmitir tranquilidad o un horizonte de mínima previsibilidad en medio de tanta incertidumbre. Es incomprensible exponer al presidente (que elige exponerse) todo el tiempo con anuncios que son relativizados o desmentidos en días, y a veces en horas. Hoy nadie sabe a ciencia cierta -y no solo acá- cual será la eficacia comprobada de las vacunas, la capacidad de producción de ellas, si se contará o no con la logística necesaria para administrarlas a la mayor parte de la población mundial en un tiempo razonable; todo eso mientras el contexto indica que el virus está lejos de irse o desaparecer.

Y después están las consecuencias económicas y sociales de la prolongación de la pandemia, acá y en todos lados: si las expectativas de salida de la crisis están puestas en las vacunas, quedarán atadas a la suerte de éstas, en un año electoral.

Lo que nos lleva al interrogante central: como salva el gobierno la encerrona entre un factor sanitario que sigue en tensión, una solución más o menos estable al problema que no termina de delinearse y ponerse en marcha, una sociedad decidida a ignorar las restricciones o no tomárselas tan en serio, y una situación epidemiológica que, todo indica, justificaría ampliamente imponer nuevas y mayores de esas restricciones, que el grueso de la población no está dispuesta a acatar.      

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