Dentro de poco van a salir a decir que Videla (de un modo muy sutil) se volvió kirchnerista, y sus declaraciones están arregladas con el gobierno.
Al sinuoso Sirvén (el mismo que elogiaba en la dictadura la cobertura de los medios y el manejo de la información oficial cuando la guerra de Malvinas) lo único que le preocupa de las nuevas declaraciones del dictador, es que son "funcionales" al gobierno.
Se refiere a éstas declaraciones:
Y también, claro, a éstas otras:
En la guerra sin cuartel que han emprendido contra el gobierno, Videla molesta.
Al punto que les hace abandonar el lugar común de la corrección política -ése que los lleva, al menos de la boca para afuera, a reprobar a la dictadura y sus prácticas aberrantes- para exteriorizar su fastidio porque el genocida abre la boca, y sus palabras suenan conocidas para muchos: las leen a diario, en Clarín, en La Nación, en los foros y en los comentarios de los lectores habituales.
¿O acaso no és el mismo medio que publicó las necrológicas de Massera, o el que abogó por años -desde antes incluso del famoso ultimátum de Escribano a Kirchner- por la "pacificación nacional", por el "cese de la persecución a las fuerzas armadas"?
¿No es desde sus páginas desde las que se lanzan a diario anatemas contra el "setentismo" y se trazan burdas analogías entre la Cámpora y Montoneros?
Videla habla, y dice cosas molestas, porque algunas son ciertas: nadie puede afirmar a ciencia cierta que, si el resultado de las elecciones del año pasado hubiera sido distinto (por caso si ganaban Duhalde, Carrió o el radicalismo), los juicios por los crímenes de lesa humanidad hubieran continuado; o no hubiera existido otra amnistía u otro indulto a los condenados; entre ellos el supremo dictador.
Los dichos de unos en la campaña y los antecedentes de otros cuando fueron gobierno, hacían presumir que eso era bastante posible.
Porque además cuando desde estos mismos medios se convocaba a la unidad opositora para enfrentar al kirchnerismo y se deliraba con un "gobierno de unidad nacional" -aunque no se lo dijera- se apuntaba -entre otras cosas- a generar una masa crítica suficiente para impulsar esa marcha atrás en las políticas de memoria, verdad y justicia instauradas desde el 2003; con la convicción de que al grueso de la gente poco le iba a importar.
La "funcionalidad" de los dichos de Videla lo saca de quicio a Sirvén, porque cae como un piedrazo en el medio de un fárrago de notas, editoriales, titulares y encabezados en los que se nos quiere mostrar que el kirchnerismo viró definitivamente a la derecha, abandonó la impostura progresista, se viene el ajuste griego y las protestas sociales serán duramente reprimidas, mientras se consolida una dictadura que amordaza y censura a la prensa libre.
Pero -siempre la realidad pone un pero- resulta que aparece y habla el tipo que hizo (no que dijo que haría) justamente todo eso desde el gobierno, que encabezó una verdadera dictadura, erigida sobre la represión y la censura (no de estos medios que ahora se quejan del kirchnerismo, ellos obtuvieron del dictador favores enormes, como Papel Prensa, a cambio de su colaboracionismo) para implementar el más ambicioso plan de desmantelamiento de la Argentina post peronista (que luego complementaría Menem); y se pone en la vereda de enfrente del kirchnerismo, lo describe como la causa de todos los males que el país padece (al igual que La Nación y Clarín, con el mismo discurso, y las mismas propuestas de solución) y llama a derrocarlo.
Eso sí, aclaran (Videla y los diarios) para tranquilizarnos: no por medio de un golpe, porque no están los tiempos ni las fuerzas armadas (su estructura operativa, su voluntad) para eso; sino por "vía democrática".
Pero la tranquilidad dura poco, porque el mismo dictador (repitiendo lo que decían los editoriales de los medios inmediatamente antes y después del 23 de octubre) constata la inutilidad opositora y lo enfurece: les reclama la oportunidad que dejaron pasar para librar al país de la lacra kirchnerista.
Si a alguno le suena parecido a los foristas y comentaristas de Clarín y La Nación no es casualidad: no es parecido, son lo mismo.
Si hasta los discursos económicos que se escuchan en respuesta a la propuesta de modificar la Carta Orgánica del BCRA (caso Prat Gay por ejemplo), perfectamente podría suscribirlos Martínez de Hoz.
Y el parecido molesta, no porque no sea real, sino por en estos días es más conveniente que nunca ocultarlo.
Por eso Videla es "funcional·" al kirchnerismo: porque cuando aparece su rostro desnudo de asesino serial es difícil enmascarar el propósito de limar al gobierno de Cristina (soñando con delaruizarla a ella, y forzarla a irse de la Rosada en helicóptero) con apelaciones a la república y las instituciones; y cuando el genocida habla y las palabras que dice resultan familiares (de tanto escucharlas todos los días) se hace más complejo todavía creer -como el bizarrismo editorial de los grandes diarios trasunta por momentos- que la salida para el país es entregarle el gobierno a un triunvirato formado por Macri, Moyano y Altamira.
Y no hace falta mucho esfuerzo para advertir que hay en todos (en Videla, en los grandes medios, en muchos dirigentes opositores) un denominador común que acentúa las similitudes: un inmenso desprecio por la decisión electoral del 54 % de los argentinos.
1 comentario:
Compañeros, no estan equivocados! en el blog de Daniel (el aguante populista) ya aparecio un trosco a decir que "hay un arreglo entre videla y los k".
Son de terror!
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