Este tema de hacer política exclusivamente desde los medios -y en muchos casos, siguiendo la agenda y la lógica de los medios- genera un personaje curioso y abundante: el legislador o funcionario "comentarista" de la realidad.
El tipo tiene una responsabilidad política concreta (legislar o gestionar en un cargo ejecutivo) para lo cual lo votaron o designaron y le pagan, pero en lugar de eso se dedica a actuar como columnista free lance de los diarios, radios y canales de televisión. una especialidad en la que descollara Hermes Binner, sin ir más lejos; y que en el Frente Progresista es moneda corriente.
Para el político "comentarista" lo que importa no es lo que él hace o deja de hacer, sino sus opiniones -diarias, semanales, depende de la envergadura del personaje o sus dotes mediáticas- sobre lo que dicen o hacen los políticos de verdad, los que tienen responsabilidades de gestión y las asumen (no como Macri), con aciertos y errores, porque el que no hace nada, seguro que nunca se va a equivocar.
Y en la visión "gobiernocéntrica" de la realidad que se promueve desde los medios (donde todo lo que pasa o deja de pasar en el país o en el mundo se explica por lo que hace o deja de hacer el kirchnerismo), y más aun después del 54 %, el blanco principal de los "comentaristas" es Cristina: que si habla, que si no habla, que por qué no habla, que por qué no se calla, que cuanto habla, que lo que dice, que por qué toca tal tema o por qué omite tal otro.
Acá tenemos un ejemplo concreto de eso con éste muchacho Riestra, un amigo de este blog que hace poco le pedía a la presidenta que hablara del "tema de la minería y la represión de la protesta social" (antes, de la camioneta encontrada con merca y logotipos de Desarrollo Social de la Nación); y ahora parece que tampoco le conformó el discurso de Cristina en el Congreso: que si sólo habló de las cosas que le interesan a los porteños y bonaerenses, que si eligió a Macri como adversario (¿Riestra lo hubiera elegido como aliado?), que describió una realidad que acá en Santa Fe no se ve, etc.
Cuando lo atendimos al coso éste por sus declaraciones sobre el tema de la minería y demases, decíamos que parecía que acá en Santa Fe no había nada para preocuparse porque el hombre tenía tiempo para fugarse mentalmente a Catamarca.
Es comprensible que no haya opinado sobre otros asuntos abordados por Cristina en su discurso, como las críticas a los docentes por los paros: lógico, el hombre viene del palo y mucho no le deben haber agradado las palabas de la presidenta, pero como al mismo tiempo le tiró un centro a Bonfatti elogiando su ofrecimiento salarial a los gremios docentes santafesinos, Riestra pasó por alto esa parte del mensaje presidencial.
Tuvo que tragarse el sapito porque si esta gente tiene en claro una regla, es que donde se come, no se manicurea.
No tiene sentido detenerse en algunas cuestiones puntuales que dice el diputado para refutarlas, como que la única obra de cloacas que se está haciendo en la ciudad de Santa Fe la paga la nación a través del PROMEBA, o que el único acueducto c onstruido y habilitado en los últimos años en la provincia, lo hizo la Nación mientras el gobierno del que él forma parte no hizo un pomo al respecto.
Tampoco tiene mucho sentido (o en todo caso sí) recordar los silencios de Riestra (tan preocupado él por los dichos y omisiones de Cristina en su discurso): hasta acá, no se sabe que haya dicho nada de la botoneada de Corral a los movimientos sociales que protestaban en su casa, o del papelón protagonizado por Ciancio y su ballet en la Legislatura cuando se discutió la situación de la EPE.
Este tema de la dirigencia comentarista de la realidad genera una especie de comunicación horizontal trucha, donde cualquier pescado se pone (mediáticamente) de tú a tú con Cristina y la interpela, como el zoquete del PRO que -a dúo con Binner- habló dias pasados sobre el acto de la bandera en Rosario.
Estos personajes deben sentir que -de ese modo- se suben a un imaginario ring con la presidenta votada por doce millones de argentinos, y "son alguien" porque "salen arriba del diario", como diría Niní Marshall.
O quizás deben pensar que marcan tendencia o influyen sobre la opinión pública, como si a alguien les importara lo que dicen, o estuviera esperando su palabra esclarecedora.
El problema es que si nadie se ocupa de lo que dicen, no habría tampoco nada de que ocuparse en relación a ellos, porque hacer -lo que se dice hacer- poco, tirando a nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario