Como vemos en la nota de Clarín, y como trascendió la semana pasada, el miércoles pasado, mientras Moyano organizaba su acto en la Plaza, sesionaba la Cámara de Diputados y -entre otras cuestiones- le daba media sanción a 6 proyectos presentados por Héctor Recalde modificando la Ley de Contrato de Trabajo en diferentes aspectos.
Clarín lo refleja hoy desde el costado que tradicionalmente elige para estas cuestiones: son "proyectos anti empresa", que generan preocupación en el empresariado y sus entidades, que nunca manifiestan abiertamente su oposición; y como no podía ser de otro modo, uno de los voceros opositores en el Congreso fue el diputado Obiglio del PRO, famoso por haber abogado por los intereses de Repsol en la discusión por la expropiación de YPF; y por haber andado haciendo papelones por España justo el 25 de mayo.
Todos sabemos que en rigor no son proyectos "anti empresa" sino iniciativas que amplían derechos y garantías a favor de los trabajadores; en aspectos que suelen pasar desapercibidos porque no están directamente vinculados a los salarios (como las discusiones por aumentos en las paritarias, o el asunto del mínimo no imponible de Ganancias), pero que son tan importantes como éstos; porque hacen a las condiciones de trabajo.
Pero además el asunto tiene un interés relevante desde el punto de vista político; porque la decisión del gobierno de habilitar el tratamiento de los proyectos impulsados por Recalde en Diputados revela muñeca política para empezar a salir de un conflicto (el planteado con Moyano y la dirigencia que le responde en la CGT) como debe ser: por arriba, yendo por más, planteando escenarios de mejora o reconquista de derechos para los trabajadores; que son objeto de disputa en cierto modo entre su representación política (expresada en el voto mayoritario a Cristina) y su representación sindical, terreno en el que se mueve Moyano, aun con aspiraciones políticas.
Del mismo modo que en su momento señalábamos como un error de Cristina en aquel discurso de la UIA el haber diferido la discusión del proyecto de participación en las ganancias de las empresas a las paritarias en lugar de consagrarlo por una ley del Congreso como debe ser, corresponde ahora anotar este acierto, máxime si se repara que la decisión fue tomada al calor de un conflicto en el que no escasearon las chicanas y agresiones personales; que enturbian muchas veces el juicio para tomar decisiones políticas.
El caso revela además un aspecto dejado deliberadamente de lado cuando se analizan los vínculos anudados todos estos años entre el kirchnerismo y Moyano; reducido generalmente a negocios habilitados desde el poder estatal al camionero y su organización, a cambio de la provisión eventual de fuerza de choque o despliegue organizativo en la calle, o contención de la discusión salarial en paritarias.
Y ese aspecto fue puntualizado por éste blog hace un tiempo en ésta entrada; cuando Moyano -lanzado ya a su embestida contra el liderazgo de Cristina- comparaba a la sintonía fina con la flexibilidad laboral: los trabajadores organizados, expresados en la CGT moyanista, y con la inspiración intelectual de Héctor Recalde, fueron recuperando desde el 2003 derechos conculcados en el neoliberalismo, porque contaron para eso con el decidido respaldo del Estado y el poder político; en la medida que el proceso de crecimiento económico y la consolidación de la relación de fuerzas para impulsar cambios, lo iban haciendo viable.
No descubrimos nada si decimos aquí que Héctor Recalde es una de las figuras más valiosas aportadas por el moyanismo al Frente Para La Victoria, y está de más hablar de sus condiciones personales, intelectuales y políticas; pero también sería un error deducir lo que pasó el miércoles pasado en Diputados a un intento de "cooptación" del diputado Recalde por parte de Cristina.
Lo cual sería además un absurdo conceptual: es oficialista, fue electo por las listas del Frente Para La Victoria, integra el bloque que responde al Ejecutivo y se asume como tal sin complejos; como debe ser, y como el propio Recalde lo ha reconocido.
El ejemplo que deja este caso es otro: además de lo ya apuntado de la decisión correcta del gobierno de dar luz verde a los proyectos de Recalde en Diputados aun en el contexto del conflicto con Moyano (no importa en que marco se toman las decisiones, si son las correctas: recordar si no el caso de la ley de medios, por citar sólo uno), expone claramente la maniobra de Clarín de utilizar a Moyano como un ariete más en su intento de erosionar al gobierno (y algo más también) para retardar la aplicación de la cláusula de desinversión de la ley de medios, conforme se acerca en el almanaque el 7 de diciembre.
Cuando Moyano plantea el reclamo por Ganancias y asignaciones familiares, plantea en forma abierta una paritaria con el gobierno, y una discusión en la que las empresas y sus organizaciones son ajenas; que además impacta en los intereses de un número muy reducido de trabajadores.
Cuando en cambio Recalde plantea modificaciones a la Ley de Contrato de Trabajo (los ya sancionados que detallábamos en la anterior entrada, los aprobados el miércoles, los que aun están pendientes de tratamiento con despacho de comisión) que tienen ingerencia directa hacia el interior de las relaciones laborales, alterando en beneficio de la enorme mayoría de los trabajadores la relación "natural" de fuerzas que ahí se desarrolla con la presencia regulatoria del Estado; el moyanismo de ocasión de Clarín es dejado de lado y se pone de inmediato (en tanto grupo empresario, y además poderoso y poco afecto a reconocer derechos a sus propios trabajadores) donde debe estar: enfrente, y alertando sobre los "riesgos" que esos avances implican.
Un ejemplo a reproducir por parte del gobierno, y a tener en cuenta cuando desde las mismas páginas de Clarín -a propósito del conflicto con Moyano o por la marcha general del contexto económico- nos hablan del giro a la derecha del gobierno, los ajustes griegos o cosas similares; intentando así poner al gobierno en contradicción con su propia base electoral fundamental, que son los trabajadores.
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