Después de la Academia Nacional de Derecha que pide diálogo y consenso para reformar los Códigos Civil y Comercial aparecen éstos otros, que parecen que serían algo así como el Rácing Club del periodismo; y decidieron premiarlo a Fontevecchia.
Incluso destacando el hecho de que es la primera vez que premian a un empresario; cosa que -aun para los estándarse filibusteriles del empresariado argento- está por verse si es este muchacho Fontevecchia; pero de todos modos habla de la amplitud de los miembros de la Academia: estarían considerando incluso la posibilidad, en un futuro no muy lejano, de designar a algún periodista entre ellos.
Lo raro es que en el acto (al menos la crónica de Clarín no lo dice) no hayan mencionado los editoriales de favor a la dictadura negando las violaciones a los derechos humanos (toda una muestra de compromiso periodístico con la verdad), o los múltiples emprendimientos periodísticos iniciados y abandonados a su suerte por el homenajeado, dejando en el camino sin trabajo (y sin indemnizaciones) a trabajadores del periodismo.
A lo mejor los laburantes comunes de la prensa no califican para ser académicos, o están preparando el terreno para que el próximo sillón de la Academia (en realidad tendrían que ser dos) lo ocupe Lanata; que tiene un pedigree interesante en ese rubro.
Tampoco podemos saber si lo que lo hizo a Fontevecchia merecedor del reconocimiento fue su incursión en el género del peronismo cloacal con "Libre" y otros célebres envíos de su editorial, que enaltecieron a la noble profesión de informar.
El ámbito (la Biblioteca Nacional) le fue propicio al homenajeado para insistir en la línea que viene expresando en los últimos tiempos en "Perfil": ofrecerse como garante de la unidad nacional y la síntesis superadora (hegeliana, la definió con sus habituales aires de intelectual) de la disputa entre las trincheras del periodismo "militante" y el periodismo "independiente", que sería el "profesional".
Profesional de qué está por verse, pero profesional al fin; aunque en la grafía de la nota de Clarín no queda claro (ver círculos rojos) si lo que cuestiona Fontevecchia es que se critique al periodismo independiente, o que el periodismo independiente critique.
En fin, complejidades del mundo de la academia inaccesibles para el común de los mortales; reservadas a mentes superiores como Majul, Edi Zunino (que discutían si a Víctor Hugo debe dejárselo sin trabajar en los medios, o simplemente deportárselo del país por colaboracionista con la dictadura uruguaya) y -sobre todo- Darío Gallo, hombre con autoridad moral para evaluar trayectorias, si los hay.
Concluido el acto y retirados del lugar sus protagonistas, el anfitrión (Horacio González, director de la Biblioteca Nacional) habría dispuesto la inmediata desinfección y desratización del mismo, para evitar la propagación de pestes varias entre sus habituales concurrentes: no es cuestión de que, por ir a buscar un libro, uno termine convertido en académico del periodismo.
Desde acá mocionamos para que el Ministerio de Educación de la Nación prohíba que, en lo sucesivo, cualquier establecimiento oficial dedicado a la educación, la ciencia o la cultura, sea denominado "Academia": no hay que dar la idea que desde el Estado se prohíjan antros que tienen miembros como éstos (¡oia, Badeni también está en ésta!):
Un verdadero canto al pluralismo, como se puede ver.
Y no te digo nada de las sucursales del interior:
Y del exterior:
2 comentarios:
Asco absoluto.
No se olviden de Roberto Guareschi, ex director de Clarinete en la dècada del noventa!
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