El miércoles pasado lo atendimos al coso éste, y de paso cañazo aprovechamos para explicar en detalle que dispone el Decreto 1277 que Cristina firmó el viernes de la semana pasada; y que elimina las normas de la desregulación del mercado de hidrocarburos y combustibles que venían desde los tiempos del menemismo.
Decreto que (dicho sea de paso, atento a los disparates que se escuchan estos días) no son más que la reglamentación del primer capítulo de la Ley 26.741 (la de la expropiación de YPF); por el que se declaraba de interés público (y por ende, sujeto a regulación por parte del Estado) todo lo que tiene que ver con la exploración, producción, transporte, industrialización y comercialización de hidrocarburos, tanto petróleo como gas.
En la semana el tal Pereyra tildó al decreto de inconstitucional por avanzar sobre los recursos naturales que son propiedad de las provincias, y aconsejó a los gobernadores de las que son productoras de petróleo que lo impugnaran en la justicia.
Incluso anduvo por allí diciendo que lo que el gobierno nacional pretende con el decreto es quedarse con las regalías que les corresponden a las provincias, un auténtico disparate.
Esta amenaza de paro de Pereyra (representante de los trabajadores petroleros en el directorio de YPF, y secretario adjunto en la CGT de Moyano) está directamente vinculada a las operetas informativas de Clarín con la presunta renuncia de Galluccio a YPF; y todos los temas están conectados al bolsillo de las petroleras, que es el que va a sufrir si el decreto se implementa a fondo y en serio (siempre una mayor y más inteligente regulación recorta ganancias empresarias), y de donde sale el fondo de reptiles para mover lenguas y lapiceras.
Y como Pereyra no logró alinear detrás suyo a ninguno de los gobernadores de las provincias petroleras -lo que demuestra el acierto de Cristina al incluir el pacto de sindicación de acciones en la expropiación de YPF-, ahora dice que las medidas pueden provocar la pérdida de fuentes de trabajo; lo que revela, como dijimos ante, la compleja realidad de un mundo sindical cuyos intereses están demasiado imbricados con los de los empresarios de su actividad (cuando no son ellos mismos empresarios), como para distinguir los unos de los otros.
La actividad petrolera (como todas las favorecidas en sus negocios con las políticas de apertura y desregulación de los 90') acumuló por años fenomenales tasas de ganancias (incluso altas en términos internacionales), que les permitieron pagar a sus trabajadores salarios muy por encima de la media de un mercado laboral fragmentado, precarizado y pauperizado; con lo que no es casual que a ese conjunto de empresas "ganadoras" del menemismo (las petroleras, los bancos, las privatizadas prestatarias de los servicios públicos) correspondan en muchos casos las fracciones del sindicalismo que expresan lo que algunos llaman (por su posición relativa en la pirámide de la fuerza laboral) la "aristocracia obrera".
Y esa situación determinó que a esas empresas (en éste caso a las petroleras) no les resulte difícil alinear a los sindicalistas como fuerza de choque en defensa de sus propios intereses, cuando perciben que éstos están amenazados.
Lo sepa o no Pereyra, lo quiera o no, un paro de los petroleros en éste momento (si no responde además a causas objetivas, como despidos o demandas salariales) atentaría directamente contra un objetivo estratégico que el país se ha trazado como es lograr el autoabastecimiento petrolero y de combustibles para disminuir el peso de las importaciones en la balanza de pagos, y contribuir a sostener el crecimiento económico.
Y si ese paro tiene como disparador medidas del gobierno que van en la dirección correcta como el Decreto 1277 (retomando herramientas regulatorias que nunca debieron abandonarse), el daño es aun mayor porque el perjudicado será el país y los propios trabajadores a los que Pereyra representa; aunque objetivamente terminará fungiendo como un defensor de los intereses de las petroleras, todo lo demás es puro verso.
Y a propósito de todo ésto, seguimo esperando las declaraciones de Pino Solanas (que estuvo en el palco del acto de Moyano, junto a Pereyra), expresando su apoyo al decreto de Cristina; que adopta medidas que el mismo reclamó por años, y nuevamente cuando se discutió en el Congreso la expropiación de YPF.
1 comentario:
Parece que el empresariado y sus funcionales no se rinden sin pelear . No toleran regulación alguna por parte del estado...
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