Hace más o menos un año atrás y aun en medio
del espeso blindaje mediático que existe en la provincia y en la ciudad para
proteger a los respectivos gobiernos, los santafesinos asistían a dos
escándalos políticos, vinculados con hechos de corrupción: la investigación
judicial por irregularidades en los servicios de las llamadas “horas OSPE” de
la policía (servicios de policía adicional), y el sistema de financiamiento de
la estructura punteril en los barrios de Corral y la UCR local, a través de
cooperativas truchas; denunciado por la investigación periodística que se dio
en llamar “Corral paper’s”, causa por la que se allanó la municipalidad de
Santa Fe por primera vez en su historia.
Un año después,
ambas causas duermen el sueño de los justos en los tribunales santafesinos (por
la de las horas OSPE hay algunos perejiles policiales imputados), y los
fiscales que las instruían fueron separados de sus cargos, sumariados por el
Ministerio Público de la Acusación y enfrentan una causa judicial promovida por
el ministro de Seguridad Pullaro con el patrocinio de uno de los funcionarios
de su cartera.
Los fiscales
Apullán y Martín habían solicitado y obtenido autorización judicial para
intervenir teléfonos de jefes policiales implicados en la causa OSPE, y así pudieron
acceder a conversaciones de uno de ellos con Pullaro, donde el ministro admitía
abiertamente digitar los concursos para los ascensos en la policía; concursos que estaban ordenados por una ley aprobada en 2006 durante el gobierno de Jorge Obeid, pero que los gobiernos del Frente Progresista demoraron -por presión de la propia policía- hasta el 2013.
También
pidieron los mismos fiscales allanar la municipalidad en la causa de las cooperativas y
secuestraron documentación, a la que nunca tuvieron acceso ni pudieron revisar,
para corroborar si había o no delitos cometidos por Corral y sus funcionarios.
¿Qué fue lo que
pasó? Que por esos días hubo una reunión entre Corral y Lifschtiz que fue
pública y difundida por los medios, en la que los dos hicieron a un lado sus
diferencias políticas (que tenían entonces y aun hoy subsisten) para sacarse de
encima a los fiscales molestos, cosa que tampoco es conjetura nuestra: las
propias crónicas periodísticas de la reunión dieron cuenta entonces que el
gobernador y el intendente hablaron “de la situación del Ministerio Público de
la Acusación”.
Y vaya si
consiguieron sacarse de encima a los que los investigaban: no solo los
separaron de las causas sino que radicales y socialistas, con la inestimable
colaboración de los senadores provinciales del PJ sancionaron entre gallos y
medianoche una ley modificando la ley orgánica del Ministerio Público de la
Acusación, para que los fiscales fueran acusados y sancionados por la
Legislatura.
El mensaje mafioso
de buena parte del poder político santafesino (con la honrosa excepción de
algunos diputados) estaba dado: ojo con meterse a investigarlo, porque el que
lo hiciera tenía los días de su carrera contados. Y si no, que lo digan los
fiscales Apullán y Martí, que ahora recorren los tribunales pero no como
funcionarios, sino como imputados.
Mientras estaban a
cargo de las causas, el fiscal regional Arietti les ordenó mantenerlo informado
por escrito de los avances de la causa, para informar a su vez a los poderes
políticos del estado de las causas que involucraban a funcionarios.
Y lo hizo porque al
igual que los demás fiscales regionales y los que desde el 2007 para acá
cumplieron la función de Fiscales Generales, son comisarios políticos puesto
por el socialismo y el radicalismo, en las respectivas zonas de influencia que
se repartieron desde entonces para copar el Poder Judicial; promoviendo
nombramiento de jueces, fiscales y defensores afines, muchos (muchísimos) de
ellos, ex funcionarios de las gestiones provinciales o municipales del Frente
Progresista. Como un ex Secretario de Seguridad que acaba de ser nombrado hace
días camarista penal en Rafaela, o como otra ex funcionaria que es la encargada
del control disciplinario de los fiscales, para faltas y sanciones menores, los
ejemplos abundan.
Este es el “modelo
Santa Fe” que propagandiza el socialismo, y que propone extender a todo el
país, para “construir una alternativa progresista, sin ningún hecho de
corrupción”; con el total silencio cómplice de los medios locales, con su boca
tapada por los cheques de la publicidad oficial.
Imagináte si una
mínima parte de todo esto pasara en cualquier provincia gobernada por el
peronismo (Formosa, San Luis, Santa Cruz, la que se te ocurra): ya estarían las
almas bellas republicanas pidiendo como mínimo, la intervención federal.
Audios relacionados, acá.
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